50 - Quién es la chica del cuaderno

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Yo tenía una compañera con un gran talento en el dibujo. Ella trazaba retratos en su cuaderno color rosa, el cual siempre llevaba a todos lados, pero que por alguna razón decidió abandonarlo en el tacho de basura ubicado en el gran patio del plantel escolar. Yo la vi justo cuando lo dejó. Las páginas del cuaderno tenían dibujadas a mi mejor amigo Max, por eso no pude abandonar ese cuaderno en la basura. Me lo llevé a mi casa sin que nadie se diera cuenta.

Los trazos tan perfectos que delineaban el rostro de Max me hacían sentir absorto, porque me quedaba mirando las páginas por horas y horas mientras pensaba en él. Ese cuaderno no hacía bien, pero eso decidí quemarlo, aunque no pude hacerlo. Finalmente terminé abandonado en el último cajón de mi armario. Fue una mala decisión.

—Que tienes escondido aquí—me dijo mi mejor amigo Max cuando se puso a rebuscar en mis cajones sin que me diese cuenta.

Max tenía la mala costumbre de rebuscar en mis cosas, principalmente en el último cajón porque yo solía abandonar los objetos que me atormentaban, pero casualmente los olvidaba hasta que él los encontraba y se inventaba maneras de molestarme hasta hacerme enojar.

—No es nada, sólo un cuaderno que encontré en el colegio—dije tranquilo para que no se le ocurriera intentar torturarme.

—El diario de Caramel, no sabía que tenías uno tan rosa—empezó sus manías de molestarme—. Quiero saber que escribes de mí.

—No es mi diario, sabes que no tengo diario. Es solo un cuaderno de dibujo.

Los ojos azules de Max brillaron intensos cuando descubrieron el contenido del cuaderno color rosa. No dijo nada mientras pasaba las primeras páginas sorprendido.

—Caramel me ha dibujado muy bien, me ha engañado muy bien con esos garabatos feos que a veces haces. —pronunció sin despegar su mirada de un dibujo donde estaba sentado en una carpeta junto a la mía.

—Yo no dibujé nada en ese cuaderno—reclamé ofendido, aunque mis dibujos sí eran garabatos desastrosos por más que me esmeraba cuando estaba aburrido para matar el tiempo.

—Que dibujos tan interesantes—Max fue mirando página por página con mucha atención—. Yo realmente debo gustarle mucho a esta persona.

—Seguramente antes sí le gustaste mucho—dije arrebatando el cuaderno de sus manos para que dejara de poner esa cara deslumbrante—, pero ya no creo que le gustes nada. La dueña del cuaderno lo botó en un tacho de basura. Yo lo vi.

—Y lo guardaste para ti. Bien Caramel, aunque si quisieras me podrías tener para ti con solo pedírmelo.

—No, Max—negué sin mirarlo—. Pensé regresarlo, pero si la dueña lo tiró en el tacho seguro que ya no tiene sentimientos por ti y por eso se deshizo del cuaderno. Lo dejé en el cajón y me olvidé, pero mejor quédatelo o lo tiraré. Son dibujos tuyos, puedes hacer lo que quieras.

—Que malo, Caramel. Cómo puedes tirar un cuaderno donde está lleno de retratos de tu mejor amigo, pero te haré caso, me lo quedaré. Dime, Caramel, quien es la dueña de este cuaderno— preguntó muy interesado recibiéndome el cuaderno.

—Para qué quieres saber, eso no importa.

—Solo dime quién es ella—dijo mirando las páginas del cuaderno—sus dibujos tan bien hechos hacen que ella me atraiga mucho. Quiero saber quién es la chica que me dibujó.

Tanto interés de Max por alguien que no conocía no tenía ningún sentido. Solo buscaba molestarme. No había razón para ocultárselo, aunque su total interés por saber me causó hincones en todo el cuerpo. Resoplé y respondí tratando de sonar tranquilo.

—Es de una compañera del colegio.

—A Caramel le encanta que le rueguen todo—se rio—. Dime como se llama, quiero saber en que salón esta. No sería mala idea conocerla. Caramel, preséntamela, así le devolveré el cuaderno personalmente.

—Se llama Luz y estudia en mi salón de clases —articulé con torpeza.

—Luz —pronunció pensando—. No recuerdo de ninguna Luz en tu clase, pero seguramente es una chica muy bonita.

—Si lo vas a devolver, mejor lo hago yo. Siempre la veo—volví a arrebatar el cuaderno.

—Caramel es muy amable, pero no, lo devolveré yo, así la conozco, y si esta bonita quizá le pida para salir. Es lo que Caramel quiere, que salga con una chica. Esta chica puede ser la que estoy esperando para dejar de quererte. Felicidades, te vas a librar de mí—extendió su mano para que le devolviera el cuaderno.

Sí, era lo que quería, por eso rechacé sus sentimientos. No había vuelta atrás. Yo no tenía derecho de hacer pataletas ni reclamarle sus frías palabras, porque fui quien lo estaba obligando a hacerlo. Apreté el cuaderno en mis manos, pero relajé la presión consiente de que era lo mejor, además yo lo había decidido. Max estaba haciendo bien.

—Te la voy a presentar—pronuncié tendiendo el cuaderno en sus manos firmes.

Max me miró fijo y luego sonrió tranquilo.

—No importa, no lo hagas si no quieres. Solo es una chica que sabe dibujar bien, no me interesa. Solo quería molestar a Caramel un poc...

—Sí lo haré, te la presentaré—interrumpí—. Luz es agradable, una muy buena chica. No es como las que has salido hasta ahora. Si te gusta y quieres salir con Luz, entonces hazlo. Te aseguro que yo estaré feliz por ti.

Max no respondió. Se mantuvo en silencio y luego sonrió perplejo. Abrió el cuaderno y empezó a pasar página por página sin decirme nada. Estas parecían estar en blanco porque su mirada siempre permanecía fija en un punto hasta que sus ojos azules se posaron en unas líneas del cuaderno, las únicas líneas que Luz había escrito en el cuaderno rosa.

Max cerró el cuaderno de golpe.

—Esta chica es muy perceptiva, me agrada mucho. Ahora en serio estoy muy interesado en conocerla. Mañana, Caramel, preséntamela.

Parpadee perplejo, pero apreté mis puños decidido.

—Sí —respondí con la garganta reseca.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |2DA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora