12 - Mala decisión

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Mi mejor amigo Max decidió cuidarme de mi compañero Caro, quien me había dicho que le gustaba como a un chico le gusta una chica. Max no lo sabía, solo lo sospechaba, pero era una sospecha que yo no quería aceptar, ya que gustarle de esa manera a otro hombre era totalmente desagradable. Pero mi mejor amigo salía con un hombre llamado Ángel, un estudiante menor por un año que no me agradaba ni un poco. Fue precisamente esa relación la que me empujó a tratar de entender los sentimientos de mi amigo. Pero no, no debía echarle la culpa a Max, porque fui yo quien buscó a Caro. Fui el único que confundió los sentimientos de Caro, fui yo quien hizo enojar a mi amigo, fui el culpable de que fuera llevado a la dirección del colegio por provocar un conflicto en pleno recreo del colegio tan solo para protegerme.

En la noche, después del conflicto en el colegio, Max vino a mi casa para conversar sobre el tema. No me gustó que golpeara a Caro, pero mi amigo me hizo comprender que mi cercanía a Caro no era saludable. Max tenía toda la razón. Mantuve la esperanza de que Caro se alejara de mí después del conflicto en el recreo, pero no sucedió de esa manera, porque no dejó de intentar contactarse conmigo. Su número brillaba en mi pantalla una y otra vez. No quería responderle, no quería nada con él, no quería que Max me viera cerca de él, porque me hacía sentir sucio. Además, si era verdad lo que dijo Max, que Caro salió con su primo, entonces no había duda de que tenía que romper cualquier relación con mi compañero de clase. No deseaba tener amigos con orientaciones desviadas. Al único que podía soportar era a Francis, el primo de mi amigo, pero tan solo por eso, por ser familiar de Max.

Apagué mi celular para que dejara de inquietarme. No me pareció una buena idea, porque Max no iba a lograr comunicarse conmigo si me llamaba. Me recosté inquieto en la cama. Lo mejor era hablar con Caro. Si no lo hacía, no iba a poder estar tranquilo en clase el día siguiente. Resoplé desanimado. Volví a prender mi celular.

—Caramel, hola —escuché al otro lado del auricular cuando respondí el llamado de Caro.

No sabía que decir. Gustarle a alguien no era un pecado, pero sus gustos si lo eran. No debía ser amable si quería que se alejara. Max dio el primer paso para ahuyentarlo de mí, por eso me tocaba ser severo. Rebuscaba en mi mente las palabras precisas para terminar todo y con ello alejarlo, pero...

— ¿Caro, estás bien? — pregunté apenado.

—Sí, Caramel, estoy bien. Me pusieron una compresa fría en el rostro.

—Lo siento —aunque yo no lo había golpeado, me sentía muy culpable, ya que pensé que por mi culpa su cara iba a tornarse de un color lamentable.

—No es tu culpa, Caramel, no te disculpes por él. Además, me lo tengo ganado por ser terco. Tu amigo se dio cuenta que tú me gustas, y a pesar de exigirme que me aleje de ti, yo no le hice caso.

— ¿Qué? — pregunté sin entender.

—Tu amigo no debería exigirme que te deje de mirar, Caramel, porque me gustas mucho. Tú no sales con nadie, no estoy haciendo nada malo, no tiene porqué molestarse, no tiene nada que ver con él.

—Te equivocas, sí tiene todo que ver conmigo. Max es mi mejor amigo, por eso no quiere que te acerques a mí, porque sabe que la clase de relación que buscar está mal. Los hombres no pueden salir de esa manera. Es totalmente aberrante.

—Estará mal, como crees, pero me gustas.

­ —A mí no me gustas nada.

—Sí te gusto.

—No me gustas, Caro, no me gustas nada. Ni siquiera puedo pensar en esa clase de gustar al que te refieres, y...me alegro que Max te haya golpeado. A ver si así te alejas de mí.

Colgué.

Me sentí muy mal. Los golpes físicos siempre eran muy dolorosos, pero las palabras mucho más. Qué iba a hacer, pensaba con mis rostro oculto entre mis brazos sobre mi escritorio. Mi celular no volvió a soñar, pero eso no me hizo sentir bien. Si Caro me llamaba, al menos iba a poder disculparme por ser tan malo.

Me sentí un tonto. Llamé a su celular sin pensar. Deseaba que no se sintiera mal por mis palabras. Lo único que quería era que comprendiera mis sentimientos, además, no quería estar enemistado con uno de mis compañeros del colegio.

—Caro, lo siento —dije apenas contestó.

—Caramel, tu amigo golpea muy fuerte, pero tú más.

—Lo siento.

— ¿Salimos mañana? —propuso como si nada. Su tono de voz se mantenía serena a pesar de saber que nada estaba a su favor.

—No, Caro, no quiero, además Max se va a molestar...

— ¿Max? —me interrumpió—. Tu mejor amigo te tiene bien vigilado. Pensé que no era homofóbico porque tiene un primo gay, pero se nota que si lo es.

No consideraba que Max fuera homofóbico, porque nunca mostró molesto por esos detalles, ni se incomodaba cuando su primo Francis llevaba a sus amiguitos a su casa en plan de enamoraditos. Al contrario de Max, yo era el que se incomodaba mucho, e incluso en varias ocasiones le mostré mi inconformidad, pero solo pocas veces, porque Francis era su primo más cercano.

—Salgamos, pero sin que tu amigo lo sepa, porque seguro va a pensar mal.

Me quede callado.

—No te preocupes, Caramel, solo como amigos.

Solo como amigos, acepté esa condición, pero no cumplió. Su actitud conmigo no cambió. Continuó con ese "Me gustas" durante nuestra salida como amigos, y entre sus palabras de declaración decía que tenía esperanzas conmigo.

Me sentí angustiado, por eso busqué con desesperación una tonta solución que increíblemente caro aceptó....aunque no debí hacerlo, porque fue el inicio una nueva mentira del cual me arrepentí mucho. Involucré los sinceros sentimientos de otra persona tan solo para sentirme libre de los insanos sentimientos de Caro.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |2DA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora