48 - Que sea un rumor

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Iniciar una relación insana con un muchacho fue la decisión menos acertada que mi mejor amigo Max pudo haber tomado. Por más que pensaba qué lo había inducido a esa decisión, nunca pude entenderlo. Dejé de lado mi desaprobación solo porque yo apreciaba mucho a Max, por eso no quería que se enojara conmigo, aunque muy dentro de mí me estuviese muriendo de la cólera y la repulsión al saber que mantenía esa tipo de relación tan enfermiza e inapropiada.

Cada vez que veía a Ángel, el enamoradito de mi mejor amigo Max, sentía que se él reía en mi cara. Ángel me despreciaba. Siempre buscaba cualquier excusa para hacérmelo notar, y no perdía la oportunidad cuando cruzábamos nuestras miradas. Sus cortantes expresiones eran muy intimidantes. Era imposible de creer que su cara ponzoñosa fuese la misma cuando trataba a Max con tanta amabilidad. Su doble personalidad siempre era sorprendente.

Estuve en la sala de mi casa con el control remoto del televisor. Cambiaba de un canal a otro sin ni siquiera mirar el programa. Mis pensamientos se enredaban unas con otras aislándome de la realidad. Tenía muchas ganas de llorar, pero fue una buena decisión descargar mi descontento en el control remoto. Era una tontería. Suspiré y dejé el aparato a un lado. Elegí al azar una película poco interesante.

El timbre sonó después de varias horas desde que me puse a mirar la tele. Mamá salió a atender la puerta y poco después la voz risueña de Max se escuchó por toda la casa. "Saldré de comprar al supermercado", mamá le dijo a Max y poco después la puerta principal resonó tras ella.

Max entró en la sala y se sentó a mi lado sin decir ni una palabra, quizá porque después de su llegada no despegué mi mirada de la pantalla del televisor a pesar de la escena aburrida y lenta de la película.

Max mantuvo su mirada en mí, cubrió su rostro con su mano y sonrió como si se riera de mi estado infantil. Si realmente se estaba riendo, lo comprendí, porque yo mismo me hubiese reído de mi comportamiento tan inmaduro. A mi edad no estaba para pataletas tontas, pero no eras capaz de controlarlo.

—Caramel está enojado.

—No lo estoy —dije desviando mi cara tiesa sin ánimos para nada.

—Tus celos son adorables.

— No sé de qué hablas —le recriminé jugueteando con el control remoto. Al darme cuenta de lo tonto que debía verme, decidí disimular cambiando de canal.

—Hablé con Ángel. Realmente lamenta lo de los mensajes. No te volverá a molestar, está bien advertido.

—Ya no importa. Aunque me siga mandando mensajes, no te lo diré. Ya no quiero ocasionarte problemas con él. Además, no quiero que pienses que no puedo solucionar algo tan tonto por mí mismo. Si vuelve a ocurrir, me encargaré de solucionarlo.

—No te preocupes, no será necesario que soluciones nada. Ya te dije, Ángel no volverá a escribirte tonterías. Él sabe muy bien que tú eres lo más importante para mí.

—No me preocupo por tonterías, es algo irrelevante. Lo que realmente me preocupa es...—"no digas nada", me dije para para terminar con el tema. La mejor decisión era concluir con lo sucedido. Volví a desviar mi atención en el control remoto.

—Que te preocupa —preguntó con un tono serio.

—Nada, tonterías.

—No deben ser tonterías, dime, quiero saber. —me quitó el control remoto para que le pusiera atención. Yo también me habría enojado si alguien hubiese intentado ignorarme con el control remoto.

Lo miré, y a pesar de que era difícil mantener mi mirada en sus ojos azules, me mantuve firme en ellos, pero quebré mi resistencia al reconocer a Max como la persona que más quería. Max siempre había estado a mi lado, por eso al sentir que lo había perdido, un escalofrió doloroso recorrió todo mi cuerpo.

—Te dije que son tonterías, no me preguntes —me puse de pie. No quería que siguiera en casa junto a mí—por favor vete a casa, quiero estar solo. Disculpa que te esté pidiendo eso, pero necesito que te vayas. No me pidas explicaciones, porque no voy a poder responderte nada. Esto es tan ridículo—dije cubriéndome el rostro tan avergonzado de mi comportamiento torpe.

—No es ridículo y no me voy a ir —Max retiro mis manos de mi rostro.

Entre los dos, Max lo prefirió a él... fue por eso. No pudo ignorar sus pataletas, al contrario, lo trató con cariño a diferencia del trato que les daba a las tantas muchachas por quienes nunca sintió remordimientos cuando les rompía el corazón. Su comportamiento con él se volvió más amable a pesar de las lágrimas manipuladoras que nunca le gustaron. Debía ser amor... Max se había enamorado de Ángel, no pude darle otra explicación a su inusual comportamiento.

—Yo pensé que Ángel era alguien pasajero, pero realmente lo quieres —dije con mis ojos fijos en la pared blanca de la sala.

Max resopló divertido, lo cual me convenció de que el motivo de mi estado de ánimo era una tontería. Casi de inmediato me arrepentí de pronunciar esas palabras, pero...

—Sí, Caramel, lo quiero mucho. Ángel es diferente e las mujeres con quienes he salido, Ángel es un chico como tú.

—No soy como él —protesté.

—Si lo eres, porque cuando lo vi llorar, me di cuenta que no me gustaría hacerte llorar. Yo no soy el indicado para que Ángel me confiese sus sentimientos cuando estamos solas, por eso lo dejé ir para librarlo de un tipo que solo sabe divertiré con las mujeres. Yo no soy el apropiado, porque no estoy enamorado de Ángel —necesitaba que lo volviese a repetir, porque no lo había entendido. Las palabras de Max me conmocionaron­—. Aunque no lo creas, él dijo que no quería dejar de tener contacto conmigo. Por eso ese niño me agrada mucho.

— ¿Tu terminaste con él? —lo interrumpí aun sin poder creer lo que había escuchado.

— ¿Quieres que sea directo contigo? Si no lo entendiste, tendrá que irte a la cama con esa duda.

—Dímelo, Max, ¿terminaste con Ángel? —exigí su respuesta.

Max sonrió y dijo:

—Sí, Caramel, termine con Ángel por ti.

Para mi tranquilidad, al fin ellos habían terminado. El gran peso que me hizo agonizar desde que me enteré de la relación de ambos, al fin había desaparecido. Aquella angustia de imaginar que Max tenia sentimientos fuertes por Ángel también se había desvanecido.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |2DA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora