44 - Entre los pasillos del supermercado

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Un día mi mejor amigo Max me dijo que fuera a esperarlo en la agencio de modelos donde trabajaba. No me gustaba ir a ese lugar porque la gente bonita que entraba y salía me hacía sentir incomodo, pero yo quería mucho a mi amigo, por eso iba a la agencia sin quejarme.

"Caramel, la sesión se extendió. Date una vuelta, no nos demoramos.", me mandó un mensaje con una foto donde se veía él en un selfie con varias chicas chicas, entre las muchachas reconocí a Gema y a su amiga Pilar haciendo caras atrás de mi amigo. Suspiré paciente.

"Max, voy a caminar por los alrededores, me escribes", le respondí con un mensaje. Pensé en dar una rápida vuelta para comprar golosinas mientras Max terminaba su sesión. Cerca de la agencia había supermercados. Me desvié en una de ellas para comprar chocolates, nada más, luego regresaría, pero decidí quedarme por más tiempo cuando vi unos bonitos audífonos en la zona de tecnología.

Me distraje mirando los diferentes modelos de audífonos. Los colores y marcas eran muchas. Todas geniales, pero también muy caras. Mientras pensaba cual elegir, un leve empujón me sobresaltó. No me fijé en la persona, y aunque no escuché su ofrecimiento de disculpas, decidí ignorarlo. Caminé hacia el otro estante sin darle importancia al incidente. Quise continuar observando audífonos, pero la sensación de incomodidad me alertó que debía dejar ese pasillo, porque la persona caminó junto a mí y se paró a mi costado. El extraño bufo y puso su cara frente a la mía para que lo viera.

-No me ignores, Caramel, te gusta hacerlo siempre -sacó una cajetilla de cigarros con gracia, hizo una mueca decepcionada al darse cuenta que no estaba permitido fumar en supermercado y lo volvió a guardar-. Estás en la luna, debes tener los ojos abiertos y siempre estar aleta.

Era Estefan, el enamorado de Gema, quien a la vez era amiga y compañera de trabajo de Max. Fue una mala suerte encontrarme con él, porque su compañía no me era agradable.

-No te ignoro, solo estaba pensando en los audífonos -dije volviendo a tomar atención a los audífonos de la estantería.

-Yo también necesito unos nuevos -dijo agarrando los primeros audífonos que cruzaron por su vista, los sacó de su caja y se lo puso-. Que tal, Caramel, estos negros me queda muy bien, aunque los rojos de haya me quedarían mucho más -dijo agarrando la caja roja-. Tú que dices, dime.

-Me tengo que ir -traté de apurar el paso a pesar de no haber recibido ningún mensaje de Max, pero Estefan me sostuvo del brazo antes de dar más de dos pasos.

-Lo estás haciendo de nuevo, me estas ignorando. Caramel, te comportas como una mujer difícil y esas son mis favoritas.

No quería ignorarlo, pero lo hacía sin darme cuenta. Es que Estefan nunca me agradó desde que lo conocí. Él era un mujeriego descarado que andaba fijándose en mujeres a pesar de tener como enamorada a una chica muy hermosa.

Cuando estuve a punto de reclamarle su desfachatez, unos chicos se empezaron a burlar de Estefan. Sus extravagantes formas de vestir eran muy llamativas. Los dos, junto a Estefan, parecían delincuentes juveniles a punto de devorarme.

-Estefan, que haces acosando a ese chico, ya déjalo -dijo la chica de cabello multicolor y ceñidas prendas rasgadas nada recatadas-. Será mejor que te comportes o le contaré a Diamante que también andas acosando chicos y estoy seguro que a él no le va a gustar nada, nadita-. Se rió.

-En serio deberías salir del armario -dijo el otro desconocido, un muchacho de alborotado cabello corto y llamativos tatuajes en sus hombros y parte de su cuello.

-Yo no acoso a hombres, no soy un maricón. A mí me gustan las hembritas, lo saben muy bien. No digan esas mierdas delante de Caramel.

-Tranqui, solo nos divertimos- dijeron sus dos amigos mirándome con sorpresa.

La muchacha de cabello multicolor puso un extraño interés en mí. Su mirada sarcástica cambió a una afilada y malicioso. Sus gestos indecorosos me sobresaltaron. Sin duda las mujeres daban miedo cuando querían. Yo no tenía nada que hacer entre esas personas que desconocía, por eso intenté irme otra vez, pero ella no me lo permitió.

-Oye tú, tienes pinta de niño bueno -la chica se paró frente a mí y me miró de pie a cabeza relamiéndose los labios-. No sabes cuánto me calientan los niños buenos.

-A ti te calientan todos -se burló Estefan.

-No digas idioteces, Estefan -se quejó sin desviar su mirada de la mía y preguntó interesada-. Mejor dime quien es este. No creo que sea tu amigo, porque todos tus amigos son unos hijos de puta. A no, corrijo, menos este idiota -miro al de tatuajes-. Sin intenciones de ofenderte, Alexis.

-No soy buena gente -se quejó sin darle importancia. Dirigió su interés hacia unos audífonos negros a un extremo de la estantería.

-Hey, tu cara de niño bueno me desespera. De seguro nunca te has acostado con una mujer. ¿Te gustaría probar conmigo? Yo te enseño todo lo que tú quieras cuando quieras y donde quieras.

Había sido suficiente. Debí quedarme en la recepción, pensé. El sonido de mi celular retumbó estrepitoso en todo el pasillo. Lo saqué del bolsillo y me apresuré en desaparecer de aquel lugar. Me alivió alejarme de esas personas, de esa mujer indecorosa de atrevidas prendes y colorido cabello.

-Yo voy contigo -escuché atrás de mí. Estefan me siguió-. Gema -me agitó su celular-, ella me espera en la agencia.

Miré a su alrededor. Suspiré aliviado. Al menos sus amigos no venían junto a él. Estefan se dio cuenta de mi desagrado por eso agregó:

-Tranqui, ellos no vienen.

Después de tan desagradable momento, pensé que era mejor esperar a Max en la recepción. Meneé la cabeza. Fue una casualidad, así que no tenía que volver a ocurrir. Despejé lo ocurrido de mi mente cuando vi a mi mejor amigo Max esperándome en la recepción junto a sus amigas.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |2DA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora