Capítulo I

109K 4.3K 804
                                    

Todos los reyes esperan que su primogénito sea un varón para poder conservar en la misma línea de sucesión el trono; mi padre no fue la excepción pero sus planes fueron cambiados totalmente por el destino, su primera y única descendiente fui yo, mi madre no pudo volver a engendrar un hijo después de mí y mi padre se lo reprochaba cada que encontraba la oportunidad. El día de mi nacimiento mi padre estaba ansioso por saber si tendría un varón, cuando la partera salió de la habitación y le informó que su hija había nacido, él solo se dio media vuelta y se alejó, no quiso vernos ni a mi ni a mi madre hasta una semana después y cuando lo hizo y me conoció no mostró ni el mínimo sentimiento de aprecio o ternura; en cuanto a su actitud hacia mi madre fue aún peor diciéndole que esperaba que la próxima vez lo hiciera mejor sin saber que no habría una próxima vez.

Lo único que le quedaba a mi padre, ya resignado, era hacerme la candidata ideal para desposar a un rey o príncipe de un reino poderoso, por lo que tuve los mejores maestros y la mejor instrucción que se me pudo dar desde que era tan solo una niña, y yo, desde ese momento sabía cuál era mi destino mismo al que estaba obligada, casarme por conveniencia como todas las chicas que tenían la desgracia de nacer princesas, muy pocas eran afortunadas al encontrar en su esposo un hombre amoroso y fiel que se enamorara de ellas y no del poder que representaban, pero la mayoría tenían la desgracia de que su esposo fuera un adúltero y que lo único que buscaba de ellas eran sus dotes, tierras y poder. Yo sabía eso desde temprana edad pero vivía siempre con la ilusión de encontrar el amor en la persona con la que tuviera que casarme.

Desde que recuerdo, mis días eran iguales, despertaba, me servían el almuerzo, toma mis lecciones, después de eso tenía un tiempo para mí antes de la comida porque después tenía que presenciar las reuniones de mi padre y sus consultores, al final del día era la hora de cenar y al día siguiente todo se repetía; de vez en cuando la rutina cambiaba cuando teníamos alguna celebración pero la verdad es que muy pocas veces eso sucedía y yo pocas veces salía del palacio.

No tenía muchas cosas que hacer, se me prohibía montar a caballo, cantar o incluso leer de materias que no contribuyeran a mi formación; generalmente mi pasatiempo era caminar por los jardines, contemplando las flores, los árboles y el cielo, preguntándome si todo aquello algún día cambiaría.

Después de la reunión del día, regrese a mi habitación donde mi doncella me esperaba para prepararme, comenzó por cepillar mi cabello, no era tan largo pero tenía un bonito color castaño con reflejos dorados, mucha gente decía que mis ojos tenían el mismo color café claro de mi cabello y que eso era lo que me hacía lucir bella. Me puso un vestido azul un poco más ligero que los que siempre usaba y decoró mi cabello ya recogido con una peineta.

Baje al comedor donde ya me esperaban mis padres, cuando estuvimos los tres juntos nos dispusimos a cenar, siempre era igual comíamos en silencio casi sin levantar la mirada, pero ese día mi padre se aclaró la garganta llamando la atención de mi madre y también la mía.

-Acabo de recibir la noticia de que Giselle acaba de ser prometida con el príncipe de Bélgica, noticia que me hace darme cuenta del problema que tenemos aquí. Elise, estás a punto de cumplir 20 años y aún no hemos encontrado alguien que quiera ser tu esposo, tu prima Catherine, cuatro años menor que tu, ya tuvo su primer hijo, un varón para su fortuna; tu prima Rosalie, cinco años menor que tu, se desposa este mes y Lorie, seis años menor que tú, ya está prometida y tu, a tu edad no puedes conseguir un marido.-

-Tal vez si no rechazaras a cuanto hombre tiene el interés de casarse conmigo por no ser lo suficientemente bueno, ya serías abuelo.- Dije sarcásticamente.

-¡No me hables así!, ya fue demasiado malo tener sólo una hija para que esta no se case y termine en un convento.-

Mi madre bajó la mirada pues sabía que mi padre la culpaba por ello y que su hermana por no haberse casado había sido enviada a un convento.

-Desde este momento te lo digo Elise, no importa quién sea, el próximo hombre que pida tu mano será con quien te prometeré.-

-Si ya lo decidiste así, ¿Qué puedo decirte?.-

-Absolutamente nada, ya es hora de encontrarte un provecho.-

-No hables de tu hija como si de mercancía se tratara.- exclamó mi madre molesta.

-¡Es casi como tal!, si no puede heredar mi reino, al menos espero encontrar por medio de ella una alianza.-

Nadie dijo nada más, era la última palabra de mi padre y contra ello no había nada que se pudiese hacer. Me asustaba pensar que el siguiente en pedir mi mano fuera un anciano o alguien malintencionado, yo no quería esa vida para mi, sin embargo ya estaba escrito y fuera quien fuese, sería mi esposo.

Regresé a mi habitación, no molesta porque sabía que esa era mi responsabilidad y mi destino, pero sí triste porque también sabía que probablemente nunca conocería lo que es estar enamorada o el amor en sí, pues era imposible que el próximo hombre en venir fuera ni más ni menos que el amor de mi vida, era mejor comenzar a resignarme y aceptarlo que seguir triste y con incertidumbre.

Estaba mirando por la ventana con esos pensamientos en mi mente cuando mi doncella llegó, con los años ella se había convertido en la única amiga que tenía, la persona con quien más hablaba y ella era quien guardaba mis secretos.

-¿Ocurre algo su alteza?-

-No, no es nada.-

-Su cara dice lo contrario.- Dijo mientras ponía su mano en mi hombro.

-Es sólo ese problema del matrimonio, ¿escuchaste a mi padre? el próximo hombre que pida mi mano será mi esposo, yo sabía que esto ocurriría un día pero cualquiera puede entrar por la puerta y sea quien sea tendré que aceptar; todo esto me lleva a pensar que no creo que quepa la posibilidad de que él me ame o yo llegue a enamorarme de él.-

-Cualquier hombre se enamoraría de usted, es hermosa, inteligente y una persona muy dulce y bondadosa.-

-Cualquier hombre vería todo eso si el provecho que pueden sacar de mí no fuera mayor, aceptemoslo, ningún rey o príncipe se fijaría en mí como una persona sino como un buen trato.-

-No sea tan dura, probablemente su destino no es ese y la persona que desee estar con usted verá todas sus virtudes, usted merece ser feliz y lo será.-

-Gracias Charlotte.- Le sonreí.

-Ahora la prepararé para dormir.-

Me ayudó a quitarme el vestido y a entrar en el camisón, me acosté y antes de cerrar la puerta tras de sí me dijo:

-Descanse y verá que todo estará bien.-

Se fue y yo cerré los ojos esperando que sus palabras se hicieran realidad pero sabiendo muy en mi interior que sería todo lo contrario.

Perdida en mi destino.Where stories live. Discover now