Entré en el despacho de Harry casi flotando.

—Miranda. Que agradable sorpresa —dijo Harry sonriente cuando me vio.

—Como si no supieras que iba a venir —dije, cortante—. Eres tú quien programó el PDA y el sonoro recordatorio de que hoy teníamos una reunión.

—Bueno, me alegro que por fin hayas decidido hacer caso al aparato —sus ojos chispearon con malicia—. ¿Quieres beber algo?

—No, gracias —me senté, saqué mi libreta y un bolígrafo y dejé el maletín en el suelo—. Nos estamos quedando sin tiempo. Solo faltan unas semanas para la fiesta. Debes elegir un local. Tengo que imprimir las invitaciones ya.

—Está elegido.

—¿En serio? —alcé la cabeza—. Recuerda que prometiste que no tendría que volar —le dije.

—No lo he olvidado —su sonrisa se amplió.

—¿Dónde será?

—En el hotel Palace.

—Gracias a Dios —dije entre dientes. Había organizado fiestas allí antes, y conocía muy bien el exótico hotel—. Tendré que comprobar que el salón de baile no está reservado. Hemos esperado tanto.

—Ejes, ya lo he reservado.

El tono de su voz hizo que me enderezara. Clavé los ojos en su rostro.

—¿Cuándo lo reservaste?

—Eso no importa —se sonrojó levemente.

—Oh, sí —me crucé de brazos—. Importa. ¿Cuándo?

—El día que nos decidimos por el tema de Las mil y una noches.

Podría haberme enfadado. Debería haberme enfadado. Pero lo cierto era que me halagaba que se hubiera molestado en preparar esos dos viajes escapada. Tal vez no fuera la reacción correcta, pero había conseguido orgasmos múltiples a cambio, así que, ¿quién era yo para quejarme?

—Te mereces un castigo —le dije.

—Pues ven a mi casa esta noche y hazme pagar —dijo con un tono seductor—. Te daré tu regalo por fin. Y mientras estás allí —añadió, mirándome—, quiero que pienses en la posibilidad de mudarte.

Todo en mi se heló. Hasta entonces no me había presionado. Una parte de mí había sabido que lo haría antes o después, que sólo era cuestión de tiempo.

—Harry…

—Escúchame antes. No te estoy pidiendo que te cases conmigo. Cuando estamos juntos, soy feliz. Cuando estamos separados, no. No me importa ir de un piso al otro, pero preferiría que viviéramos juntos.

—Es demasiado pronto.

—No es demasiado pronto. Te amo.

Jadeé. No, no, no. No quería volver a oír esas palabras. Aún no.

—Te amo, Miranda —repitió él.

—No digas eso —me costaba respirar—. No quiero oírlo. El amor sólo complica las cosas.

—Te amo, Miranda —insistió—. En serio. Creo que me enamoré el primer día que te vi. Desde entonces no he estado con ninguna mujer. Sólo contigo —salió de detrás de la mesa y se arrodilló ante mí—. Te amo —acarició mi mejilla—. Te amo tanto que sufro cuando no estoy contigo.

Era lo más bonito que había oído en mi vida, con diferencia. Y lo más doloroso. No podía decirle lo mismo. No podía. Eso implicaría confiar en él por completo, olvidar mis miedos, dar un salto peligroso e incierto.

—Harry, no sé qué decir —me tembló la voz.

—Di que me darás una oportunidad. Di que pensarás en mi oferta.

Me limité a asentir.

—Ah, ¡qué entusiasmo! —movió la cabeza y sonrió—. Pero me vale por ahora. ¿Vendrás esta noche?

Tragué saliva y asentí. Eso al menos podía hacerlo, por más que me asustara la idea.

Me apetecía correr a casa, taparme hasta la cabeza y no pensar. Ni en Harry, ni en ir a vivir con él, ni en sus palabras. Pero no lo haría. Ya no vivía mi vida de esa manera.

—Respecto a tu oferta, dame un poco de tiempo. ¿Vale? Lo pensaré, te lo prometo.

—De acuerdo —llevó la boca a mi oído y susurró—. Mientras lo piensas, quiero que recuerdes cómo te hice el amor contra la pared en Colorado, cómo te besé entre las piernas en la cabaña.

Alcé la barbilla. Él tiró de mis brazos para levantarme y, con un empujoncito, me llevó a la puerta. Luego la cerró en mis narices.

Todos los músculos de mi cuerpo se tensaron.

Pasé de un estado de conflicto a uno de tensión sexual y a uno de frustración en cuestión de segundos.

El muy desalmado lo había hecho a propósito. Ya no podría pensar más que en su forma de besarme. En cómo utilizaba su lengua. En cómo me amaba.

Dios.

Volví a casa enfurruñada todo el camino.

Beautiful mess (Harry Styles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora