Quizás para siempre

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Capítulo 24: Parte III

Camila, 11 de junio; San Diego


Su mente tenía recuerdos del ruido de unas hélices como si fueran de un helicóptero; tenía recuerdos de voces lejanas, pero su cabeza no podía trabajar para darle sentido a todo lo que estaba pasando a su alrededor. Se sentía demasiado pesada para pensar, y mucho menos para intentar moverse. Camila en los segundos que había conseguido estar medio consciente había asumido que no estaba en su cama y que, fuese lo que fuese, lo que le estaban dando la drogaba tan solo durante un rato; podría ser cloroformo. Sin embargo, no estaba del todo segura y menos en el estado en el que se encontraba.

Por suerte, aquella vez estaba manteniéndose más consciente de lo normal. Sus ojos, al igual que su cabeza, pesaban toneladas para poder abrirlos, pero minutos más tarde empezó a recobrar el sentido de todo su cuerpo:

-Vamos James, no tenemos tiempo que perder...-escuchó a la lejanía, como si aquella persona estuviese a metros de ella.

Camila se relamió los labios buscando algo de humedad en su boca seca; necesitaba despertar de aquel mal sueño, pero aún le costaba una barbaridad deshacerse de la sensación de la droga que la adormecía.

-Quiero que también se despierte ella; quiero disfrutar de este momento.

Aquella vez esa voz se escuchó mucho más cerca que la anterior; eso hizo que la latina se removiera un poco intentando, otra vez, despertarse. Pero, entonces escuchó una tercera voz; una voz que conocía muy bien:

-¡¿Qué queréis de nosotros?!

Era Harry.

Harry estaba con ella.

Fue en aquel preciso momento, y con un sobreesfuerzo, en el que Camila empezó a abrir los ojos. Primero parpadeó varias veces seguidas, intentando no volverse a dormir, pero pronto reconoció que en aquella sala borrosa de paredes blancas, estaba James, el mismo que le había dañado físicamente, una vez tras otra, en las últimas horas. La cubana, al instante, pensó que aquella vez no iba a ser diferente a las demás.

-Bienvenida Camila. Espero que te guste mi hogar...-dijo con sorna, mientras se acercaba a ella. Camila, rápidamente, intentó enderezarse para apartarse de él y sus manos, pero algo se lo impidió-. No, por favor, ponte cómoda-se volvió a burlar con una sonrisa de lado, y de loco, mientras que ella intentaba tirar de sus muñecas para soltarse de aquellos grilletes que le ataban a la camilla-. Tú como si estuvieras en tu casa.

-¡¿Qué queréis de nosotros?!-volvió a gritar Harry.

Y Camila lo agradeció porque James rápidamente se alejó de ella para encararse a su compañero que estaba en una misma camilla que ella a dos metros de distancia. Ella intentó respirar con calma, necesitaba pensar con frialdad, pero no podía: estaba encadenada y rodeada de unos locos que querían, muy seguramente, hacerle daño.

-Fácil...-escuchó que volvía a hablar el jefe de aquella pandilla de fugitivos-. Quiero eso que os hace ser vosotros... Y controlarlo, claro.

La latina estuvo a punto de preguntar a qué se refería con aquello, pero alguien muy joven y de cabello oscuro, a quien nunca antes había visto, entró en aquella sala de paredes blancas y de muebles altos alrededor. Ella pudo ver cientos de pequeños botes de cristal, como si aquello fuera un laboratorio químico. Sin embargo, el que habló fue Brad:

-Déjate de charlas, James.

James sonrió de forma divertida, pero Camila pudo apreciar, de nuevo, también la locura en ella. Aquel hombre estaba para meterlo en un manicomio y no soltarlo nunca.

Al instante, Brad le pasó una botella y un trapo al líder.

Aquello debía ser la droga que les dormía.

Y Camila temió, todavía más, por su vida cuando vio como James se acercaba a ella lentamente:

-Buenas noches, chicos-se despidió de los dos mientras ponía el pañuelo húmedo por aquella droga en la cara de la castaña tapando su boca y su nariz; Camila agitó su cabeza pero fue imposible liberarse de aquel amarre. Su vista se empezó a nublar y lo peor de todo era la sensación de asfixia que sentía con aquella presión en sus vías respiratorias. Ella sabía que se iba a quedar inconsciente en cuestión de segundos y no podría hacer nada para evitarlo-. O quizás sería mejor decir hasta nunca, chicos, porque no vais a volver a despertar...

Entonces todo, otra vez, se volvió oscuro... quizás para siempre.


Feel Again I: X Factor (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora