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Capítulo 3: Parte IV

Lauren, 1 de mayo; Los Ángeles

Nada más bajar a la primera planta con el ascensor, Lauren se volvió a encontrar en aquel alto y espacioso recibidor de paredes blancas, pero esta vez sí tuvo tiempo de observar con todo lujo de detalles lo que le rodeaba sin la presión de no saber dónde se encontraba.

Era la primera estancia que había visto nada más entrar, pero aún le seguía asombrado:

-Por aquí, Lauren.

En ese instante la motorista volvió la mirada al latino, quien tenía una pequeña sonrisa en sus labios, y luego ella le asintió con la cabeza. Siguiendo sus pasos, Mario le mostró que a la derecha de la puerta principal había un inmenso garaje en el que, en esos momentos, Lauren contó mentalmente cinco automóviles. Pero hubo uno que reconoció al momento, porque de entre aquellos caros coches, casi todos Lexus, estaba el Jeep Grand Cherokee negro que le había traído.

-Sígueme-le volvió a indicar el latino haciendo que entrase en el garaje y no se quedase parada entre los marcos. Y en pocos pasos, en la pared de su izquierda, Lauren pudo ver una puerta que rápidamente el asistente abrió-. Aquí está la lavandería. Cada una se deberá encargar de su propia ropa, ¿hay algún problema con eso?

Lauren negó con la cabeza al instante sin dejar de mirar las cuatro lavadoras y secadoras que había en ese pequeño cuarto.

-Perfecto.

Mario cerró la puerta de la lavandería y volvió sobre sus pasos mientras miraba sobre su hombro comprobando que la morena le siguiese. Lauren así lo hizo con sus manos en los bolsillos.

De regreso al recibidor, el asistente le indicó que le siguiera por el pasillo que quedaba enfrente de la puerta principal. El mismo pasillo ancho que Lauren se había quedado mirando atentamente al haber escuchado risas procedentes de ahí hacía aproximadamente una hora.

Por el camino, el latino le mostró otros dos cuartos de baños iguales al que tenía en su habitación. Lauren tan solo miraba curiosa a su alrededor mientras asentía a todas las explicaciones del asistente, le estaba escuchando, pero solo con la atención suficiente.

Ella no podía dejar de mirar a cada pequeño rincón de la mansión.

Paulatinamente, contra más pasos daba, Lauren notaba más claridad en aquel ancho pasillo hasta que se encontró de frente mirando otro gran ventanal, este mucho más grande que el del despacho de su jefe, de más de dos metros de altura y que empezaba a ras de suelo. Las paredes de su entorno tenían una tonalidad clara, un color beige, que quedaba muy bien con el resto de la estancia.

El pasillo se acababa, y Lauren tuvo que bajar dos escalones mientras levemente giraba hacia su derecha:

Era otra sala de estar, pero está mucho más amplia. Los sofás, en este caso, eran claros al igual que las paredes haciendo contraste con el piano de cola negro que había cerca de las puertas correderas del gran ventanal; por ahí se podía salir a la gran extensión de jardín de la mansión.

Lauren también pudo observar que había cuadros por casi todas las paredes y eso fue un detalle que le encantó. Siempre había estado enamorada del arte:

La música, precisamente, fue la culpable de que dejase de observar un cuadro y se centrara en el lugar de donde procedía. Unos pasos más adelante, Mario estaba mirando lo mismo que ella: como dos chicas bailaban delante del televisor y como otra jugueteaba en el sofá con su teléfono móvil. Ellas no se habían dado cuenta de que estaban siendo observadas, así que siguieron cantando y bailando la nueva canción de Beyoncé.

Feel Again I: X Factor (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora