Dos días

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Capítulo 18: Parte IV

Lauren, 7 de junio; Miami

En aquellos dos días Lauren no había dejado de pensar en Camila.

En aquellos dos últimos días Lauren no había podido dejar de pensar en cómo se había sentido la mano de Camila tocar su piel, su mano, su cicatriz... En como ella había conseguido acariciar su lado más oculto, más oscuro, más personal que había dentro de ella. A la motorista le había sido imposible borrar la sensación de calor que le había transmitido cuando sus pieles se habían rozado; le había sido imposible durante ese tiempo olvidar el cosquilleo que le había recorrido por todo el cuerpo cuando sus miradas se habían encontrado en aquellos instantes.

Se había sentido demasiado bien para ser real.

Lauren sabía perfectamente que no había sentido nada igual desde hacía más de dos años, incluso, quizás era más tiempo, pero ella no quería pensar en ello. Tan solo se concentró en que tenía la sensación de que volvía a sentir otra vez.

Sin embargo, lo peor de todo aquello era que, Lauren no había visto a Camila durante todo aquel tiempo. No se habían visto en aquellos dos días en los que la motorista no había podido dejar de pensar en ella.

¿Por qué no dejo de pensar en Camz?...

Dando una última vuelta en la cama, y sintiendo como su añoranza por su compañera de equipo iba a más, se levantó de su antigua cama con bastante resignación. No podía dormir más, no podía dejar de pensar en Camila... Así que la mujer de ojos verdes, soltando un sonoro suspiró, se fue hacia la ducha, aunque tan solo fueran las siete de la mañana.

Quince minutos más tarde se sintió extraña, una vez más, cuando bajó por las escaleras y admiró todo lo que le rodeaba. Volver estar en casa todavía se le hacía raro, pero un raro bueno, para Lauren.

-Princesa, buenos días.

-Buenos días, papá.

La motorista sonrió ligeramente al ver a su padre sentado en la mesa de la cocina, mientras desayunaba con su teléfono móvil cerca. Él era el único que había mantenido la rutina durante aquellos días: su madre había cogido varios días para pasar tiempo con ella, Chris por culpa de su hombro tampoco había ido a la universidad y Taylor, por insistencia a sus padres, había conseguido quedarse también en casa.

-He hecho tortitas-dijo al levantarse y al acercarse a ella, pero no lo suficiente para tener contacto físico con su hija-, ¿quieres?

Su familia había entendido perfectamente, y sin tener que decirlo, que ella se había vuelto una persona cerrada al contacto físico; alguien bastante reservada. Claro que lo extrañaba, pero el miedo seguía estando presente, como a todas horas, en ella...

Aun recordaba cómo, al final de la noche, había hecho daño a Camila con sus manos... Eso no puede volver a pasar, se había mentalizado Lauren.

-Claro.

La comida casera era otra cosa que había extrañado demasiado.

Su padre, segundos más tarde, le puso un abundante plato de tortitas delante de ella y la mujer de ojos verdes no supo cómo decirle que le iba a ser imposible comerse todo aquello, por eso mismo no habló y empezó a desayunar. No dejó de comer hasta que su padre se tuvo que ir a trabajar...

Fue entonces cuando Lauren se quedó sola en aquella planta de la casa; tuvo un rato para ella misma viendo la televisión, o al menos, yendo de un canal a otro.

Media hora más tarde, bajó su madre por las escaleras, la cual enseguida la hizo ir a la cocina con ella para que le ayudase a limpiar. Rápidamente, Clara empezó con uno de sus interrogatorios sobre la vida de su hija, había a veces que Lauren no contestaba a alguna de sus preguntas, entonces su madre cambiaba al instante de tema, pero la mayoría de las veces la motorista intentaba darle la información a la mujer.

A decir verdad, estaba haciendo un esfuerzo para ello.

Por suerte, cerca de las diez de la mañana Taylor bajó entusiasmada por las escaleras. En eso no había cambiado en absoluto, su hermana pequeña seguía siendo una persona que rebosaba energía por las mañanas:

-¿Por qué tanto entusiasmo?-preguntó conteniendo una sonrisa, Lauren.

-¡Dentro de unas horas tengo un partido de softball!-exclamó como recordatorio y la motorista asintió al instante; su hermana le había hablado bastante de ello en aquellos dos días, pero con Camila todo el rato rondando por su cabeza se había medio olvidado del tema-. ¿Vendrás, Lo? Por favor, por favor, por favor...

Lauren escuchó las suplicas de su hermana mientras que pensaba en su horario de aquel día, pero su madre se le adelantó antes de que pudiese contestar:

-Tay-Tay no insistas, Lauren tiene que descansar antes de coger su avión de vuelta a Los Ángeles.

Aquella misma tarde debía coger el avión de vuelta hacia la ciudad de las estrellas, pero Lauren, nada más ver la cara de tristeza de su hermana, supo que no podía perderse aquel partido:

-No, claro que voy.

Nada más ver las sonrisas de su hermana y de su madre supo que había hecho lo correcto de haberse quedado allí aquellos dos días. Notaba una diferencia en ella; se sentía más ligera, aunque no estaba aún del todo bien consigo misma. El miedo de hacerles daño era siempre constante. Sin embargo, verles sonreír, hablar, incluso recibir sus muestras de afectos hacia que Lauren se sintiera como nueva.

-Deberías prepararte-susurró su madre cerca de ella para después darle un ligero beso en la cabeza.

-Claro, mamá.

A lo mejor el partido de softball consigue que me saque de la cabeza a Camila, pensó con media sonrisa, sin embargo una parte de ella estaba disfrutando de aquellos pensamientos, pero aquello era demasiado difícil de admitir...

Lauren subió las escaleras, bastante animada, de dos en dos hasta llegar a la segunda planta, pero cuando iba de camino hacia su habitación se encontró con su hermano, quien en esos momentos salía del lavabo:

-Chris...

-Ugh... ¿Aun sigues aquí?-ladró pasando por su lado-. ¡¿Por qué no te vas ya y nos dejas en paz de una buena vez?! ¡Lo hiciste muy bien durante dos años!-le gritó sin mirarla, pero después sí lo hizo-. Haznos un favor, Lauren: ¡desaparece otra vez!

El portazo fue el final de su discurso.

Mientras tanto, Lauren se había quedado en su misma posición, sin moverse en absoluto, y con la cabeza agachada. No supo cuantos minutos estuvo así, pero tan solo con la llegada de su hermana pequeña a la segunda planta fue cuando pudo salir de sus propios pensamientos:

-¡Vamos, Lo, o llegaremos tarde por tu culpa!-le gritó Taylor tras soltar una pequeña carcajada.

La motorista asintió mientras que en su pecho se creaba una sensación agridulce; tres de cuatro en aquella casa la querían allí. En esos momentos, todos estaban felices menos Chris... Y ella no sabía qué hacer para cambiarlo.

Por otra parte, sabía que se lo merecía...


Feel Again I: X Factor (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora