Noventa y cinco.

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¡Dios! Podía sentir mi cabeza punsar, odiaba ese sentimiento. Me moví un poco en la cama y sentí un cuerpo a mi lado; Ally.

Me llevé las manos a la cabeza, enserio dolía mi cabeza como no tienen idea. Observé a Gilinsky aún dormido en el suelo, pero Sam ya no estaba, Nate estaba acostado sobre un sillón que había en la habitación, Stew y Johnson en el suelo, pero al lado de Ally.

Tenía que tomar un té, o café, para que el dolor desapareciera de mi linda cabeza. Me acomode un poco el cabello y la blusa y decidí bajar descalza a la sala.

Escuchaba algunos ruidos en la sala, y al llegar a ésta me di cuenta de que los ruidos provenían de la sala.

-¿Hay alguien aquí?.-Pregunté antes de entrar, podía ser alguna pareja haciéndolo en la cocina y yo no quería interrumpir.

-Yo.-Dijeron; Sam.

Entré, sonreiría, pero mi cabeza me duele mucho como para hacerlo.

-Hola, buen día.-Le dije, él me sonrió y se acercó a depositar un tierno beso en mi cabeza.

-¿Cómo amaneciste?.-Preguntó, me encogi de hombros y me subí a la barra.

-Me duele le cabeza, ¿por qué hacías tanto escándalo?.-Él río.

-Estaba buscando para preparar café, Gilinsky lo escondió muy bien y lo único que conseguí fue que todo se me viviera encima.-Ambos reímos, pero mi risa causó que me doliera más la cabeza.

-¿Sabes donde hay algo para preparar un té?.-Él hizo una mueca en forma de que no sabía, pero después caminó hasta la despensa y sacó un sobre de té.

Sam preparó un té para ambos, como yo estaba sobre la mesa, él abrió un poco mis piernas y se colocó entre éstas.

-Eres realmente hermosa.-Dijo, con esa sonrisa que derretía a cualquiera.

-¿Qué te gusta de mi?.-Pregunté, pasando mis manos por su cabello.

-Absolutamente todo.-Me acercó un poco a él y juntó nuestros labios.

-Debió de haber algo que te llamara la atención al principio, por ejemplo a mi me encantaron tus ojos.-Pasé mis pulgares por sus párpados.

-Tus ojos, tu sonrisa, tus labios, lo lindo que se veía tu cabello en dos largas trenzas.-Reímos.-No lo recuerdo muy bien, estábamos muy pequeños, Mila.-¿Eso quería decir que él había estado enamorado de mi desde chicos?.-Después creciste y te volviste en verdad ardiente, pero Nate me tenía prohibido hablarte.-Reí.

-Y sin embargo siempre tenías una excusa para hacerlo, como decirme si te podía ayudar en Álgebra de último grado cuando yo iba en primero.-Le dije, él río.

-Y si me ayudaste, de hecho me hiciste pasar la materia.-Me guiñó un ojo.

-Soy una buena maestra entonces.-Le dije dándome aires de superioridad.

- La mejor de hecho, estuve un año en esa maldita materia y no entendía, y con una sola clase tuya pude pasarla, eres grandiosa.-Dijo bagando sus manos por mis muslos, desde donde terminaba mi shorts hasta mi rodilla.

-Me merezco algo.-Acerqué mis labios a los suyos, y en eso el agua estaba lista.

-El agua puede estar ahí por más tiempo.-Susurró contra mis labios, reí.-Y claro que te pagué lo de la clase, te llevé a McDonald's, ¿no lo recuerdas?.

-Sam, tenía catorce años, no me acuerdo ni de ayer.-Le dije obvia, él río.

-Fue nuestra primera cita, bueno, no formal, yo te dije eso y tú te sonrojaste a más no poder lo que hizo que me encantaras mas.-Explicó.

Era tan lindo y tierno que se acordara de todo eso, digo, ni yo me acordaba de eso. Sam dejó el agua en la estufa mientras me seguía contando cosas de las cuales no me acordaba ni la mitad.

Flyin' high, touchin' the sky | Sammy WilkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora