Ochenta y nueve.

3.1K 239 6
                                    

Maratón 3/3

-En ese momento Gilinsky seguía con su amor eterno por ti.-Reí.-Bueno, su obsesión rara, entonces él me convenció de que te dejara, de que era lo mejor para ti y para mi, y yo de tonto le hice caso, se que fue el mayor error de mi vida.-Asentí, me habían dolido mucho sus palabras esa vez.

-Y sigues siendo ese gran tonto, pero eres el mayor tonto que quiero Sam y eso nadie lo cambiará.-Coloqué mis manos en sus mejillas y lo acerqué a mi para darle un corto beso en los labios.

-También cuando andabas coqueteando con cualquier tipo que se pusiera enfrente en las fiestas, no sabes caunto me dolía eso y me ponía hasta el tope de los celos.-Reí.

-Lo siento, pero era divertido verte celoso y defendiendome y luego diciéndome que te pertenecía y cosas así.-Él río con sarcasmo.

-¿Divertido? Esto será divertido.-Dijo, negué.

-Sam, cosquillas no.-Lo aparté un poco de mi, pero él me tenía acorralada contra la cama y entre su cuerpo.

-Recuerdo que Nate siempre te amenazaba con que te haría cosquillas cuando peleaban, se tus puntos débiles nena.-Dijo riendo con malicia.

-Sam, por favor no.-Dije, y después sentí sus manos sobre mi estómago haciéndole cosquillas.

-¿Qué me das a cambio?.-Preguntó con una ceja levantada.

-Nada, muevete.-Negó y siguió con unas leves cosquillas en mis costados.

-Tienes que darme algo a cambio.-Dijo, bufé. Me sentía algo rara con él sobre mi de ésta forma.

-Está bien, ¿qué quieres a cambio?.-Le pregunté, él sonrió.

-Quiero que te quedes conmigo para siempre, y quiero que me des un beso, un beso como los que sólo tú sabes dar.-Asentí con una sonrisa y de nuevo tomé sus mejillas con mis manos para acercarlo a mi y juntar nuestros labios.

Sus labios siempre eran cálidos, y para nada me molestaba. Eran suaves y delicados, se movían lento y al compás de los mios.

Pasé mis manos por su cuello y después por su cabello, que estaba más largo de lo que recuerdo. Acarició con sus heladas manos la piel desnuda que quedaba entre mi top y mi falda, y yo saqué mis zapatos para poder subir mis pies a la cama. Nos separamos por un momento a falta de la respiración, pero un segundo después el volvió a juntarlos y ahora era un beso más salvaje.

Bajé una de mis manos hasta el borde de su camiseta y la subí lentamente, y en ese instante sentí su mano izquierda en mi muslo y subiendo cada vez más.

Se separó de mis labios para sacarse la camiseta, mientras que yo me subí más a la cama.

-¿Estás segura? Puedo parar si quieres.-Dijo bajando de nuevo, pero ésta vez dejando su rostro a centímetros del mío.

-¿Crees que tú que si yo no estuviera segura te hubiera quitado la camiseta?.-Le pregunté con una sonrisa, él río.

-Me alegra escuchar eso, y además no quería parar.-Ambos reímos.

Sus labios bajaron hasta mi frente para dejar un beso ahí, después bajó hasta mi nariz, a mis labios y así hasta llegar a mi cuello y succionarlo un poco.

Quitó mi falda primero, y después besó mi estómago, fue dejando algunos besos mojados por todo mi estómago mientras yo sobaba su espalda. Luego volvió a besar mis labios e hizo que cambiaramos de lugar. Acaricié su torso con las palmas de mis manos y después me acerqué a su cuello para dejar besos, lo que quedaba del resto de mi brillo labial y un chupetón.

-¿Con qué marcando territorio?.-Me preguntó con una sonrisa mientras acariciaba mis muslos.

-Tú lo hiciste.-Le dije posicionando mis manos sobre sus hombros y masajenadolos un poco mientras me movía hacía adelante y hacía atrás para sentir si erección.

-Oye, tú puedes marcar territorio donde y cuando quieras.-Eleve una ceja, él río entendiendo que lo mal pensé.-Si, donde tu quieras.

-Eres el tonto más grande que conozco y por eso te amo tanto.-Volví a acercarme a él y depositar un corto beso en sus labios.

Mientras nuestros labios estaban juntos él desabrochó mi top, y yo desabotone su pantalón. No me di cuenta cuando lo que quedaba de nuestras ropa interior en nuestros cuerpos desapareció, ni tampoco cuando nos encontrábamos bajo las sábanas.

Sus caricias hacían que me perdiera en un mundo donde solo existiamos él y yo. Sus embestidas hacían que mis uñas se clavaran en su espalda, Sam no estaba siendo nada delicado, sin embargo me encantaba que no lo fuera.

-Entonces, ¿te vienes conmigo?.-Me preguntó tirándose a mi lado, pasando su brazo por mi cintura; de cucharita.

-Por supuesto, no sé que es lo que haces que siempre haces que seda.-Le dije, sentí su sonrisa en mi espalda.

-Es lo mismo que tú haces, ¿tienes alguna clase de brujería?.-Reí, y sentí un beso mojado en mi espalda.

Flyin' high, touchin' the sky | Sammy WilkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora