Cuarenta y nueve.

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Moví la pesada pierna de Sam de mi estómago, él gimió molesto y con mi pierna empuje su pierna más lejos.

-Sammy, es hora de despertar.-Le dije moviéndolo un poco y con una voz tierna.

-Es domingo, ven aquí y abrazame.-Dijo golpeando a donde hace un momento yo estaba.

-No, mejor levantate, ¿o quieres que Nate te deje sin amigos?.-Le pregunté, él río aún con los ojos cerrados.

-Quiero ver a tus amigas.-Susurró y se escondió más en la almohada.

-Sam, levantate ya.-Le dije dando saltos en mi cama.

-Al parecer a ti no te da resaca.-Dijo con la cara entre las almohadas y apenas y se le podía entender algo.

-Esto será por las malas.-Susurré para mi misma, me bajé de la cama y salí de mi habitación.

Fui escaleras abajo, al parecer nadie se había levantado aún. Stew estaba dormido en el sofá frente al televisor encendido y con un tazón de cheetos en sus manos. Mis hermanos dan asco. Entré a la cocina, tomé una jarra y la llené de agua. Subí de nuevo a mi habitación y observé a Sam dormido. Me coloqué a su lado, pero sin subirme a la cama e incline la jarra sobre él.

-¿Qué demonios te pasa?.-Gritó algo asustado y levantándose de golpe mirando a todos lados.

-Buenos días.-Le dije con mi mirada tierna y haciéndome la inocente mientras escondía la jarra en mi espalda.

-Eso no se hace, niña mala.-Se acercó y me acorraló contra la ventana.

-No han sabido educarme.-Le dije pasando mi mano sobre su pecho desnudo.

-Deberías de tomar una clases de disciplina, conmigo.-Miré el reloj; eran las ocho, mamá se despertaría en cualquier momento y tocaría mi puerta, entonces sería mi excusa de dejar a Sam con las ganas.

-¿Sabes que deberíamos de tomar?.-Le pregunté, él miró mi mano bajar y subir por sus casi abdominales.

-¿Qué?.-Preguntó con la voz ronca.

-Una ducha.-Le dije, él sonrió.

-¿Una ducha? Mmh, eso suena tentador.-Se pasó la mano por la barbilla sonriendo con malicia.

-Claro, una ducha, tu en el baño de abajo y yo en el de mi habitación.-Salí de su agarre, él me miró serio.

-Mira Camila, conmigo no se juega.-Se acercó de nuevo a mi y me acorraló contra la otra pared, pero ésta vez si me beso.

Seguí su juego y pasé mi mano por todo su torso hasta llegar a su cuello y jalar un poco su cabello. Él colocó sus manos en mi espalda baja y fue descendiendo hasta tenerlas en mi trasero, en esa posición se dio la vuelta y dio algunos pasos para atrás; ibamos a la cama. Llegamos a la cama y él en la misma posición me dejó caer bajó de él. Se acercó a mi cuello y comenzó a dejar besos mojados, mordi el lóbulo de su oreja y me arqué un poco.
Subió sus manos hasta mis costillas, no traía sujetador y comenzó a sobar mi espalda, después comencé a sentir sus manos por debajo de mi busto y sus pulgares por el borde de mi pezón.

Quitó mi blusa, bajé las manos hasta su pantalón y lo fui bajando lo más que podía. Él hizo lo mismo con mi short. Besó mis clavículas y después descendió hasta mi busto. Esto estaba muy caliente, y hasta yo misma pensaba que no iba a poder controlarme. Él estaba en boxers al igual que yo, sólo en bragas. Fue dando besos por todo mi abdomen hasta llegar a donde mis bragas empezaban, mordió el borde de mi braga y la fue descendiendo lentamente.

-¡Camila, es hora de despertar!.-Gritó mamá desde el otro lado de la puerta, Sam se separó de mi rápidamente, solté una gran carcajada.

-Tampoco se juega conmigo, Sam.-Me puse bien mis bragas y me levanté de la cama, me puse mi blusa y lo miré con lastima.-Eso te pasa por lento y por caliente.

-Me las voy a cobrar.-Dijo sin importancia.

-Lo dudo.-Salí de mi habitación para ir a darme un baño al baño de abajo.

Mi madre, mi padre y Stew ya estaban desayunando. Les di los buenos días y entré al cuarto de baño. Me duche rápido, al salir me di cuenta de que había olvidado mi ropa en mi habitación y salí enrollada en la toalla hasta mi habitación.

-Camila, necesito hablar contigo.-Dijo Stew antes de que pudiera entrar a mi habitación.

-Si, después, me voy a vestir.-Le dije cerrando la puerta en su rostro, él tocó y le grité que se fuera.

-Vaya, vaya, estamos encerrados, literalmente.-Rodé los ojos al escuchar la voz de Sam.-Tu estás desnuda y yo con las ganas.-Se acercó, reí.

-¿Aliviaste a tu amigo?.-Le pregunté mientras buscaba una blusa.

-No, tu lo harás.-Dijo, lo miré sarcástica.

-Ahora vuelvo.-Caminé al baño de mi habitación y cuando traté de abrirlo, no se pudo.-¿Qué le hiciste?.-Le pregunté, él se encogió de hombros.

-Se le llama ponerle seguro.-Dijo, me mostró la llave y la arrogó por mi ventana.

-Salte, me tengo que cambiar.-Le ordené, él miró la puerta.

-Stew está allá afuera, ¿quieres que me vea salir de tu habitación?.-Preguntó, ¿por qué Sam siempre tenía todo a su favor?.

-Bueno, me cambiaré en el ropero.-Le dije, abrí mi closet y entré, escuché sus pasos por mi habitación y al terminar de ponerme mi ropa interior, él abrió las puertas del closet.-Eres un enfermo.-Le dije, él me cayó y entró al closet conmigo.

-También me bañe, y me necesito vestir, así que lo haremos en la oscuridad.-Dijo, escuché que piso algo.-Mierda, ¿que era eso?.

-Podrías cambiarte afuera.-Le dije, no se podía ver nada, pero sabia donde él estaba.

-¿Y arriesgarme a que me vieras desnudo? Aún me queda un poco de dignidad.-Reí, Sam ni siquiera a de saber lo que ‘dignidad’ significa.

-No te vería desnudo, no soy tu.-Le dije, me puse mi blusa y sentí una de sus manos en mi pierna.-Esa es mi pierna, asqueroso.

-Toma mi mano y llevala a tu rostro.-Dijo, obedecí. Tomé su mano y la puse en mi mejilla, con su otra mano él tomó mi mano y la llevó hasta su mejilla.-Te quiero besar.-No podía ver nada, pero su aliento en mis labios me indicaba que estaba justo frente a mi.

-Pues hazlo.-Le dije en un susurro, sus dedos tocaron mis labios y después sus labios hicieron contacto con los míos.

Era un beso lento, un beso que no sabía que Sam podía dar. Abracé mis brazos a su cuello y él sus brazos a mis caderas. Era un beso muy lindo y tierno, un beso como si fuera el primer beso.

-Te propongo algo.-Separó sus labios de los míos, pero junto nuestras frentes.

-Dime.-Me mordi un poco el labio.

-Volver a empezar, perdón por todo, te prometo que voy a cambiar.-Sus palabras me dejaron atónita. ¿Me estaba proponiendo empezar de cero?.

-No entiendo.-Le dije, me dio un beso corto.

-Empecemos de nuevo, sin mentiras, sin engaños, perdonados.-Dijo así de simple.

-¿Qué te ha hecho cambiar?.-Le pregunté.

-Nate hizo que Jack confesara que él te había besado y lamento tanto no haberte creído.-Abrí un poco la puerta de mi closet para poder verlo.

-Está bien, Sam, tienes otra oportunidad.-Le dije, observé su sonrisa y después él mismo junto nuestros labios.

Flyin' high, touchin' the sky | Sammy WilkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora