Cuarenta y seis.

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-¿Piensas ir así?.-Me preguntó Nate señalándome, me miré y asentí.

-¿Qué tiene de malo?.-Le dije sin importancia.

-Pues que vas en putishorts.-Reí, él me miraba serio; no estaba jugando.

-Todas las chicas van en putishorts.-Le dije caminando hasta el refrigerador, por lo visto Sam no estaba.

-Si, pero yo no te doy permiso.-Dijo, bufé.

-No me pasara nada, Nate.-Le dije quitada de la pena.-¿Y Sam?.-Pregunté.

-Ya viene.-En eso se escuchó el claxon del auto de Sam, nosotros tenemos algo así como telepatía.

Subí al asiento trasero, Nate subiría al de copiloto, y al sabir Sam me miró y me saludo con una sonrisa.

-Hola Sammy.-Le dije subiendo al auto y sacando mi teléfono de mi bolsillo.

-Hey bro, oh, esperen olvidé algo.-Dijo Nate tocándose los bolsillos de su pantalón, los dos asentimos y mi hermano se devolvió a la casa.

-¿Acaso lo haces de adrede?.-Preguntó de la nada y mirando a la ventana.

-¿Hacer qué?.-Le pregunté inocente.

-Ponerte esos shorts, tienes muy buen cuerpo.-Me guiñó un ojo, me crucé de brazos.

-¿Enserio piensas eso?.-Le pregunté haciéndome un poco hacia enfrente.

-Si, creo que soy muy afortunado de haberlo tocado.-Pasó su mano para atrás y tocó mi pierna.

-Pero eres un idiota por perderlo, porque si no fueras tan idiota, podrías tocarlo de nuevo.-Pasé mi mano por su barbilla, sonrió con malicia.

-No tienes ni idea de lo que soy capaz de hacer.-Negó divertido y pasando su mano por mi muslo. Gracias a Dios, Nate no llegaba.

-No, no se que eres capaz de hacer, ¿por qué no me lo demuestras?.-Me pasé al asiento del copiloto.-Oh, es verdad, no puedes.-Me mordi la uña, sabía que eso a Sam lo ponía.

-Soy capaz de dejar a Nate aquí, de mandar la fiesta al diablo y llevarte a un hotel.-Reí, sabía que era capaz de eso, pero no lo haría.

-A ver, hazlo.-Lo incité con malicia, río, entendió mi juego.

-También podemos hacerlo en la fiesta, así no dejamos a Nate varado.-Se encogió de hombros y volvió a poner su mano en mi muslo, la tomé y la arrojé con asco.

-No me toques.-Le dije, me senté bien en el asiento, pues estaba inclinada hacía él.

Después de eso se formo un silencio y esperamos a que Nate volviera. Llegamos a la fiesta entre peleas de Nate, pues él se quería ir enfrente. Me bajé del auto, y caminé en medio de los dos chicos.

-No seas tímida.-Sam colocó su mano en mi trasero y lo miré mal.

-Te dije que no me tocaras idiota, vengo a conseguir a alguien, no quiero que crean que soy algo tuyo.-Le dije moviéndome un poco para que me dejara de tocar.

-Pobre de ti te acerques a alguien.-Me señaló molesto.

-Tu no me dices que hacer.-Lo dejé con la palabra en la boca y caminé hasta la barra.

El chico de inmediato me atendió, ser chica tiene sus privilegios y eso que no iba tan descubierta como la mayoría de aquí.

Después varios shots, busqué a algun chico con la mirada, alguno que se viera más desente. Encontré a uno cerca de las escaleras, me acerqué a él e hice como que tropecé, éste de inmediato me ayudo.

-¿Estás bien?.-Preguntó, asentí. Era un chico muy guapo y parecía que estaba sobrio.

-Si, muchas gracias.-Le dije, me ‘sobé’ el tobillo un poco.-Me pareces conocido.-Lo señalé.

-No lo creo, y creo que tampoco estas bien, ¿te lastimaste el tobillo?.-Se agachó un poco y acarició mi tobillo.

-Claro, no paso nada.-Le dije quitándole importancia.

-Debería de curarte, debe de haber vendas arriba, ¿por qué no vamos a ver?.-Me preguntó señalando las escaleras. Eso se podía traducir como: Vayamos arriba a tener una noche loca.

-Por supuesto.-Me tomó de la cintura e íbamos a subir, pero como siempre; Sam tenía que aparecer.

-Amor, ¿a dónde vas?.-Me jaló un poco, él chico me miró con el ceño fruncido.

-¿Amor?.-Preguntó el tipo.

-¿Quien eres?.-Le pregunté a Sam mirándolo con asco.

-Ella está enojada, no le hagas caso.-Le dijo a mi nuevo amigo.-Vámonos, bebé.

-No, yo no te conzco.-Le dije a Sam, él me tomó del brazo y me jaló un poco.

-Oye amigo, tranquilo.-Mi amigo hizo que Sam quitara su mano de mi brazo.

-Nada de amigo, largate.-Le dijo, el chico lo miró con enojo.

-No la dejaré.-Sonreí por eso, parecía un buen chico.

-Entonces, nos vamos.-Sam me jaloneo, forcé un poco, y al ver que el chico sólo nos miraba con el ceño fruncido.

-Sam, dejame.-Le dije, me safe de su brazo y lo golpeé un poco.

-Te recuerdo que tenemos algo pendiente, muñeca.-Me guiñó un ojo, me abrazó más a él.

-Me das asco.-Le dije quitando mi mirada de la suya.

-¿Segura?.-No me dejó responder, tenía sus labios sobre los míos.

Sentí una mesa en mi trasero y me subió a ésta quedando él entre mis piernas. Asco, estábamos a media sala. Sentí sus heladas manos en los costados de mi estómago y mi blusa subiendo, pasé mis manos por su cuello y él sus besos a mi cuello, me acerqué a su oído. Otra cosa que sabía; su punto débil es su lóbulo, lo besé y me acerqué más a él.

-Estoy segura de que me das asco.-Le susurré al oído, él dejó de besarme y me miró.-Quitate, quiero ir a beber algo.-Lo empuje un poco.

-No me puedes dejar así.-Dijo apretándose a mi, sonreí.

-Consigue a alguien más.-Le dije, él negó.

-Te quiero a ti.-Susurró, sus manos recorrieron mis piernas.

-Pues no volverás a tener sexo.-Le dije con mi tono tierno.-Muevete, Sam.

-No quiero, si no vamos a ir al acto mayor por lo menos dejame tocarte y tenerte conmigo.-Pidió.

-Lo siento, puedo conseguir algo ésta noche.-Lo empuje un poco, me bajé de la mesa y lo dejé ahí parado.

Podría haber llagado a más, pero no, era más satisfactorio dejarlo con las ganas.







Flyin' high, touchin' the sky | Sammy WilkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora