Caurenta y ocho.

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Hoy iba a acompañar a Ally al centro comercial, no era una de mis cosas favoritas, pero no tenía nada que hacer. Bajé ya lista sólo para esperar a mi amiga, pero antes me comería una manzana o algún plato de cereal.

-¿A dónde vas?.-Preguntó Nate en cuanto me vio entrar, seguramente se dio cuenta de que iba a salir porque llevaba mi bolso.

-No es de tu incumbencia.-Le dije a mi hermano mayor.-¿Y tu qué haces aquí?.-Le pregunté a Sam con indiferencia.

-Vivo aquí.-Dijo, rodé los ojos.

-Literalmente.-Él río. Era lo que más odiaba de Sam, siempre me hacía daño y al día siguiente actuaba como si nada.

-Pero, ya enserio, ¿a dónde vas?.-Preguntó de nuevo Nate.

-Con Ally, al centro comercial.-Terminé de servir mi cereal y me senté frente a Sam en la barra.

Sentía la mirada de Sam en mi, lo miré de reojo y él estaba en su celular, pero después apuntó su cámara a mi.

-Di hola a Snapchat, Mila.-Comenzó a acercar y alejar su teléfono, después me dio un leve golpe en la cabeza.

-Quitate.-Lo empuje un poco, él río. Tonto.

Terminé de comer mi cereal y fui a la entrada, esperaría a Ally en el jardín, pero al salir me di cuenta del gran calor que estaba haciendo y volví a entrar a mi casa.

-Las acompañaremos.-Escuché a Sam, me senté en el suelo frente a la puerta.

-Subiré por una camiseta.-Nate me miró raro, le sonreí y él subió las escaleras.

-¿Qué haces en el suelo?.-Preguntó Sam sentándose en el suelo, pero recargado a la pared.

-Ally no me responde.-Eso lo dije para mi misma.

-Que mal.-Seguí sin mirar a Sam, y le volví a mandar un mensaje a mi amiga, pero ésta vez por facebook.

-Me ha dejado en visto.-Me tiré al piso haciendo drama y volviéndole a mandar un mensaje.

-No te preocupes, yo te desvisto.-Dijo Sam, lo miré con asco.

-Deja de decir estupideces.-Me llevé la mano con la que no sostenía mi teléfono a la cabeza al resivir el mensaje de Ally.

Me decía que acompañaría a su mamá al médico y nuestra ida al centro comercial se pospondría. Por un lado estaba feliz de no ir, por otro preocupada por su madre y por otro enojada, pues tendría que pasar toda la tarde con Sam y Nate.

Mientras le respondía a mi amiga, me llegó una notificación de Instagram:

“SammyWilk te ha etiquetado en una foto”
“SammyWilk: Are u tired? @CamiMaloley”
-Si me has tomado una foto en el suelo, te golpearé, Samuel.-Abrí la notificación y como lo había pensado; era una foto mía tirada en el suelo, lo miré mal.

-Golpeame todo lo que quieras.-Se encogió de hombros, me levanté del suelo y subí las escaleras.

-Hey, ya iba.-Dijo Nate saliendo de su habitación.

-Ya no vamos, se cancela.-Le dije algo molesta, alzó las manos en son de paz y me encerré en mi habitación.

-Camila, iremos a un club, ¿quieres ir?.-Mi hermano llevaba más de diez minutos intentando que yo saliera de mi habitación.

No tenía ganas de hacer nada.

-¿A un club?.-Pregunté con un puchero, él río, eran mentiras.-Mentiroso.-Estaba a punto de cerrarle la puerta, pero la detuvo.

-No mentía, vámonos, irá Emily.-Dijo, y se dio la media vuelta para dejar que me arreglara o algo así.

Sólo me peine un poco, me maquille y me volví a poner mis botas. Apliqué un poco de perfume en mi cuello y después me miré al espejo; estaba lista.

Emily ya estaba en mi casa, saludé a la hermana de Sam y ella me sonrió. Subimos al auto de la rubia y ésta manejó hasta un club. Nate no mentía. Era algo así como un restaurante-bar, y los cuatro nos sentamos en una mesa.

-No sé ustedes, pero yo quiero ir a bailar, ¿vamos, Cami?.-Me preguntó Emily, negué.
Nate aceptó y Sam se quedó conmigo en la mesa, bebiendo su cerveza. Los dos teníamos una pelea de miradas, en silencio.

-Iré al baño, ahora vuelvo.-Le dije, él asintió y me levanté para caminar hasta el baño.

Iba con cuidado de no chocar con alguien, pero choqué con una chica y me disculpe, al darme la vuelta para seguir caminando choqué con un chico.

-Lo siento.-Dijo, pues me hizo tambalear y él mismo me sostuvo de las manos.

-No es nada, también lo siento.-Lo miré, éste chico se me hacía conocido.

-¿Te conozco?.-Preguntó, asentí.-Oh, si, la chica de la venda.-Río un poco. Mierda, ya se quien es.

-Si, perdón por aquello también.-Dije algo sonrojada. Que vergüenza.

-No te preocupes, ¿vienes sola?.-Preguntó, negué.-Olvidaba que tenias novio.-Dijo.

-No es mi novio, es un viejo amigo de la familia, somos como hermanos y nos celamos mutuamente.-Él río, era lindo.

-Entonces, ¿no creo que importe que te invite algo?.-Preguntó, negué.-Por cierto, doy Andrew Bazzi.-Me extendió su mano, la acepté con gusto.

-Camila Maloley.-Me presenté.

Ambos comenzamos a conversar, Andrew era un chico muy interesante. Sabía tocar la guitarra, cantaba y le gustaba jugar basketball. Intercambiamos números, me había caído demasiado bien como para no ser amigos y cuando él me pidió mi número de teléfono, se lo di sin preocupación.

-¿Dónde has estado?.-Me preguntó Nate, este tipo ya estaba pedo. (Pedo: Borracho).

-En la barra, tomando algo.-Le dije quitada de la pena.-¿Dónde están Sam y Emi?.-Le pregunté viendo que no había nadie en la mesa.

-Buscándote, es hora de ir a casa.-Nate le llamó a Sam y a Emily, después los tres volvimos a casa y los hermanos Wilk se quedaron a dormir en ésta.

Estaba a punto de quedarme dormida cuando la puerta soltó un chirrido, abrí los ojos y vi la luz del pasillo colarse a mi habitación.

-¿Mamá?.-Pregunté con algo de miedo.

-Shh.-Sam, ¿qué hacía aquí?.

-¿Qué quieres?.-Le pregunté, sentí un peso enseguida de mi y la luz de mi ventana hizo que mirara su rostro.

-La cama de la habitación de visitas es muy incómoda.-Comenzó a taparse con mis cobijas.

-¿Y por qué aquí? Ve con Nate.-Le susurré.

-Sería raro despertar con Nate, duermete.-Me hizo la cara hacía abajo quedando mi rostro en mi almohada, para que me durmiera.

-Bien, duerme en el suelo.-Le dije, él abrió los ojos, podía verlo por la luz de la ventana claramente.

-No.-Negó.-No te haré nada, sólo dormiremos.-Asentí, estaba cansada y borracha; obviamente asentaría.-A no ser que quieras hacer otra cosa.-Escuché después de un silencio.

-Duermete, Samuel.-Le dije cerrando los ojos.

Flyin' high, touchin' the sky | Sammy WilkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora