Katakuri x Male!Reader +18

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Pedido de Kalid_Redvelt

Camino de regreso a mi casa, agotado de un largo día de trabajo en la empresa de mamá. Ser su mejor ejecutivo me ha traído muchas ventajas económicas... Así como estrés, también; pero no puedo quejarme, tomando en cuenta que tengo a todos mis adorados hermanos y hermanas a mi lado. Sean cosas importantes o menores como una simple revisión de ortografía, allí están ellos, apoyándome siempre que lo necesite.

—(Huele tan bien...)— Ya cerca de mi hogar, puedo sentir el dulce olor de los pasteles, dulces de todo tipo y, por supuesto, mi comida favorita: las donas. ¡No hay mejor forma de pasar el día que mantenerme acostado comiendo esos postres que son tan deliciosas que bordean el pecado... Bueno, hay algo más delicioso que ellas...— (___.)— Sí. Mi mocoso es mucho mejor que cualquier cosa.

Al doblar la esquina, veo a unos edificios más allá una casa que se alza entre ellos, con una fachada de suave color ___ (c/f) pastel, lámparas de llamativos tonos alegres con forma de helado, una pequeña valla que separa el establecimiento de la vereda, varias mesas de madera bien ordenadas y sus sillas apegadas a éstas para no estorbar el paso.

—¡Gracias, señor ___!— Veo a una niña pequeña despedirse al salir por la puerta, siendo tomada de la mano por su madre.

—Oh, buenas tardes Katakuri. ¿Le fue bien?— Asiento y me arrodillo, acariciando la cabeza de la pequeña niña.

—¿Les gustaron los dulces?— Pregunto a la pequeña, quien sonríe aún más.

—¡Sí!

—___ cocina muy bien, así que es imposible no querer pasar a diario a comer algo.— Sonrío ante la respuesta de la mujer, antes de volver a ponerme de pie y desearles un buen retorno a su hogar.

Finalmente entro a la tienda, oyendo cómo suena la campanilla de la puerta al chocar la madera contra el metal. Doy vuelta el pequeño cartel del vidrio de la entrada, dando por finalizado el horario en donde la cafetería atiende... El familiar olor de cierta masa en específico inunda mis fosas nasales, arrastrándome hacia la salida que se haya detrás del mostrador, la cual da paso a la gran y reluciente cocina. Paseo por los pasillos ya vacíos de esta, buscando con la mirada a alguien... Y allí está él... Mi mocoso rellenito.

—¿Cocinando a esta hora?— Lo abrazo por la espalda, preguntando casi en forma de ronroneo.

—¡Oh! ¡Bienvenido, Katakuri!— Alza su mirada, observándome con una hermosa sonrisa en su rostro.

Sin responder media palabra, bajo mi bufanda lo suficiente como para dejar mis labios al descubierto y me inclino ante él hasta finalmente alcanzar su boca y depositar un ansiado beso que he estado esperando durante todo el día... ¡Es el mejor postre del mundo! Bueno... El segundo mejor, después de su delicioso cuerpo, por supuesto.

—¿Tuviste un buen día?— Me pregunta con ese rostro de ángel que me vuelve loco.

—Sí... Pero me hiciste mucha falta hoy.— Ronroneo en su oreja, provocando un leve estremecimiento por su parte. Sé que le encanta que haga eso.

—¿Quieres un masaje?— Pregunta, haciéndose el inocente. ¡Oh no, pequeño travieso! ¡Hoy no te salvas de mí!

—No... Te quiero a ti.— Sin darle tiempo a responder, lo tomo en brazos, apagando los hornos y cerrando la cocina.

La masa descansará durante la noche y mañana a primera hora me encargaré de sacarla para que todo esté fresco cuando abra nuevamente el negocio. Entre pequeñas pataletas de ___, lo cargo en mi hombro y camino hacia salida de la cocina, encontrándome con una escalera un tanto angosta para dos personas, pero lo suficientemente ancha como para que pueda caminar sin problemas.

Una pequeña historia (One Piece X Reader) ONE-SHOTSWhere stories live. Discover now