Una pequeña historia (One Piece X Reader) ONE-SHOTS

Alfa!Cracker x Omega!Male!Reader +18

No fue hasta que desperté que supe que ocurrió... Alguien me encontró en el baño inconsciente, el piso estaba lleno de sangre y mi ojo izquierdo tenía un pedazo de espejo enterrado profundamente; no pudieron hacer nada para salvarlo. Desde ese día, nunca más volvieron a meterse conmigo, ni alumnos ni profesores... Pero el respeto y la admiración de todos había desaparecido para convertirse en temor y rechazo... Quedé totalmente solo hasta que pude largarme de allí, teniendo las mejores calificaciones.

Mis primeros trabajos fueron un asco absoluto, todo gracias a haber nacido Omega. Todas las tareas conllevaban un mínimo de acoso o malos tratos hacia mí por pertenecer a una "raza débil" (así nos catalogan). Muchas veces fui despedido o renuncié después de golpear a mis jefes si intentaban propasarse, no importaba si eran hombres o mujeres...

Y de alguna extraña forma, llegué aquí... A la gran empresa de Charlotte Linlin, una de las mayores inversoras de los nuevos inhibidores de estrales que realmente funcionan... No un cien porciento de las veces, pero es un número bastante elevado de taza de éxitos... Claro, siempre he sido esa excepción a la regla... Nada me puede ayudar con mi celo... O eso creía hasta hace casi un año.

—(De no haber sido por él... Seguro que algunos de los demás hijos Charlotte me habría terminando dominando en contra de mi voluntad...)— Todos los hijos e hijas de "Big Mom" son Alfas... De entre ellos, destacan tres: Katakuri, Smoothie y Cracker.

Cuando llegó mi primer celo dentro de la empresa, casi todos se volvieron locos hasta el punto de perseguirme en los pasillos o forzar en vano la puerta de mi oficina... Y cuando me creía perdido al ver que habían logrado entrar a la habitación, llegó él... Cracker. Sus feromonas eran increíblemente fuertes, podía afirmar a leguas que había entrado en celo... Y aún así pudo controlarse y sacar a todos de mi lugar de trabajo, "salvándome" de algo muy desagradable.

—(Ese olor de Alfa no podría olvidarlo jamás... Galletas azucaradas con chocolate...)— He sentido muchas feromonas de Alfas durante mi vida... Pero jamás unas tan potentes y atrayentes.

Me maldije incontables veces, me repetí una y otra vez que jamás permitiría que un Alfa, un Beta o un Omega intentaran dominarme o llegar más lejos que una simple amistad... Y aún así terminé sintiéndome humillado por mí mismo... Muchas noches me masturbé pensando en él, imaginando su gran polla entrando en mí con desesperación, recordando una y otra vez aquel olor que despidió ese día... Odiaba darme cuenta que me estaba volviendo un Omega en actitud... Pero ya no podía negar que ese era el Alfa que me encantaba... Un instinto que, pase lo que pase, jamás podrás ignorar. Un llamado, podríamos decirle...

Y un día decidí dejar mi orgullo de lado... Y le confesé sobre lo que sentía cada vez que olía su fragancia. Él admitió sentirse atraído por la mía... Y decidimos hacer un trato secreto que nos beneficiaría a ambos... Hacer como todo el mundo, tener sexo pero no comprometernos sentimentalmente, pues no es bien visto que un Alfa despose a un Omega... Nuestro primer encuentro fue... Realmente único. Nunca había tenido relaciones pero tuve claro desde el comienzo que Cracker sería mejor que todos en el tema.

Su polla enorme me llenó por completo, obligó a mi interior a amoldarse a él, me hizo gritar y gemir su nombre, babear por cada embestida, suplicar por que fuera más y más rudo, maldecirlo cada vez que hacía un comentario de burla... Y cada encuentro se volvió más duro y atrevido que el anterior; lo hicimos en lugares de los más diversos, en posiciones que harían al Kamasutra quedarse corto, fuerte y suave, sacando lágrimas y susurros de placer... Cada vez volviéndose más y más íntimo hasta que los sentimientos afloraron... O mejor dicho, hasta que admitimos lo que sentíamos.

—(Fue... Doloroso y placentero...)— Toco mi cuello, acariciando con cuidado donde las marcas de sus dientes permanecerán hasta mi muerte... Al igual que las mías en su cuello.