68. "Como Antes"

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Los días, meses, transcurrieron así, uno luego de otro, sin que cada momento se detuviese por mucho vacío que me conllevó cumplir la promesa que me marqué.

No tuve noticias de él durante los siguientes meses al nacimiento del pequeño Prince. Pues me alejé, como lo prometí, como los ojos temerosos de Debbie justo antes de sostener esa perfecta luz entre sus brazos me lo habían jurado, y de pronto todo fue como si de verdad hubiese olvidado todo lo ocurrido entre nosotros aquellos años que lo cambiaron todo en mi interior, en mi mundo. Había decidido que era el momento exacto de hacerme sentir bien, de sentir que podía hacer lo mismo, o intentarlo siquiera. Porque cada maldito momento en que su imagen aparecía en mis días, volver, era la primer idea que me comenzaba a asaltar en mi ser.

El trabajo era el de siempre, mis chicos eran mi mayor felicidad y me ayudaban a que el resto de mis horas me dieran igual. Y sin embargo cada noche que me perdí del mundo, que salía a cenar con ellos, o con mi familia, siempre estaba ahí esa sensación de que algo faltaba para mí. A veces, el teléfono sonaba, y aunque lo llegaba a contestar alguna que otra vez, el sentimiento de vacío no se acalló, sino hasta una noche en que la noticia del otro lado de la línea era la de una nueva bendición; Prince tendría una nueva hermanita.

Desde que la pequeña Paris había llegado, sentía que mi cotidianidad enloquecía un poco más. Yo sonreía incluso más, salía más, se me iluminaba el entorno y los días sólo de creer que él de nuevo estaba completo, que quizá verle de nuevo ya no me causaría las mismas pulsaciones frías de nostalgia que alguna vez sentí. O tal vez, era que sólo quería convencerme de ello pues, desde que había aterrizado en el aeropuerto de Los Angeles horas atrás, tratar de dormir en ese lujoso asiento trasero durante el camino en carretera, o incluso tranquilizarme, respirar, había sido una maldita agonía.

Miré a través de la ventanilla el mismo sendero, ese mismo comienzo del edén que tanto me fascinaba, las construcciones de piedra, las señales que anunciaban la cercanía, y aún lo alucinaba; No podía creer que, después de tanto tiempo, regresaba al mismo lugar. Era irreal que estaba volviendo a Neverland.

Leí de nuevo la invitación que sostenía, negando.

"Reunión Ejecutiva del Área de Compras de Ralph Lauren. Asistencia obligatoria a todo personal que quede bajo mandato del señor Adam Zelner para el día 15 de Diciembre de 1999. Los Angeles, California"

Tomé mis valijas del maletero apenas al llegar, soltando un suspiro que hizo a Karen echarse a reír sin más. En algunos rincones del jardín la decoración ya se notaba un poco festiva, más colorida, y aunque hacía frío, no se comparaba aún con los inviernos que me tenía acostumbrada pasar en Nueva York. Los chicos se estarán divirtiendo con la nevada que hoy llegaría, quizá. Y, maldición, no terminé nunca de comprender cómo es que la maldita reunión no pudo ser más cerca de casa.

Entré a la mansión con Karen detrás de mí y, como me lo esperaba, no me fue posible avanzar más allá del inmenso recibidor. No evité sonreír al quedarme pasmada con cada rincón, cada mueble viejo, cada cuadro decorativo, cada pintura, cada fotografía de él que adornaba el vestíbulo, cada minúsculo atisbo de la habitación.

La falta de personal a esa hora de la tarde daba la impresión de que la casa estaba más silenciosa, más carente de emoción que, sin la menor duda, encontrarme con Michael me resultaría como un balde de agua fría cayéndome de pronto. Me pregunté entonces dónde podría estar él.

Y dejé de moverme.

—¿Está todo bien?—la voz de Karen me arrastró fuera del trance que me atestó, cerrando la enorme puerta de roble luego de que también ingresó.

Just Good Friends (Michael Jackson Fanfic)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon