78. "Un Destello"

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Y los minutos se fueron, ¿O habían sido horas? Nuestro tiempo ya no tenía su dimensión real.

—El bebé está en una posición más difícil, así que va a tener que empujar más fuerte. ¿De acuerdo? Vamos, otra vez...—soltó el doctor, a nuestro lado.

—Vamos, pequeña, vamos... Puedes hacerlo. Puedes...—y traté de no perder su mirada, de no dejarla ir a ella, a su mano aprisionada entre la mía, así tuviera el corazón palpitando como un maldito demente.

Entonces, ella lo hizo, pujó.

El pánico era el mismo que aquél día en que ella y yo años atrás lo habíamos perdido todo, la sensación de pavor estaba ahí también.

Ese mismo maldito dolor de lo que antes vivimos, el frío permeándolo todo, la ira deambulando herida por cada torrente, con cada gota de sudor, cada lágrima que de ella no dejaba de brotar, cada quejido, sollozo, suspiro que la detenía, que parecía que no iba a dar para más. Se podía sentir, tocar la incertidumbre de lo que atravesábamos juntos ahora, de los que pasaría, y que dentro de mi cabeza me sumía aún más.

La piel de Rachel se hacía más purpúrea con cada esfuerzo que gastaba, ligeras venas se resaltaban con el chorro de luz de los focos que le enfocaban, y sus piernas temblaban, se convulsionaban ante el color rojo intenso que desde hacía minutos fluyó por la entrepierna, justo debajo del abultado vientre.

—Rachel, vas a tener que empujar más fuerte, ¿Está bien?—el doctor, consternado, negó—. Nada sucede, no está saliendo el bebé...

—Lo siento tanto...—y mi pequeña, mi vida lloró, lloró de dolor—. ¡No puedo...! ¡No puedo hacerlo, Dios mío! Michael...

—Sí, sí puedes—susurré aumentando la fuerza con la que la sostenía, con la que hacía incluso que sus piernas no temblasen de más. Sentí los ojos escocer, deseaba ser yo el que sufriera, el que atravesara todo aquello—. Sé que sí, pequeña, ¡Sé que puedes hacerlo! Un empujón más... sólo uno...

Reaccionó a mis palabras, ella lo volvía a intentar y, tras un movimiento brusco que irguió su cuerpo otra vez, volvió a pujar, con más fuerza, y más. Un chillido se le esfumó de entre sus labios bien mordidos y estudié ansioso, petrificado a nuestro doctor asentir, ahora con determinación.

—Así es... bien...—musitó observándolo todo, poniéndose en posición, con sus ojos brillantes, alertas—. ¡Está al revés, pero ya sale...!

Oía cómo el esfuerzo de ella sólo se disparaba, cómo se provisionaba de una fuerza sobre humana y daba todo de sí. Advertía el ritmo desacompasado de sus alientos, su frente humedeciéndose hasta lo indecible, sus ojos deshaciéndose, luchando, como siempre, como sabía lo haría, como ella esperaba poderlo lograr. Por nosotros, por nuestro bebé, por cada razón por la que estaba seguro, yo la amaba a ella.

Y su cuerpo, bajo mi agarre se quedó quieto de pronto, mientras dejaba caer, aniquilada, su cabeza hacia atrás. Su respiración retomaba de a poco una cadencia más normal, y mis temores habían desaparecido. Entonces comprendí el significado de aquella calma convenciéndome de que todo ya se había terminado, que el zarandeo de miedo en los cuerpos de ambos se esfumó. Nuestro bebé ya estaba afuera de ella, lo sabía, lo podía sentir.

Giré hacia nuestro doctor aún atolondrado, incapaz de ver nada más pues aún tenía la mirada borrosa por culpa de las lágrimas, y sin embargo estaba demasiado consciente de los nuevos gemiditos que nacieron ahí, pequeños llantos frágiles, deliciosos, una nueva respiración además de la nuestra más vibrante, ligera, rápida, innegablemente irreal. Me permeó una exquisita punzada de amor más intenso que el de antes, una nueva clase de esperanza, una que enardecía, que prometía. Un destello hecho por ella, por mí, en el que ahora... no podía parar de perderme. Una luz.

Just Good Friends (Michael Jackson Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora