64. "Delirio"

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Sin añadir más, o incluso sin recordar lo último que decía, Tag se acercó. A duras penas me permitía darme cuenta del pequeño beso que me obsequiaba.

—Te veré esta noche, ¿Verdad?—se incorporó con lentitud. Sosteniendo mi cuerpo con sus brazos, nos apartó un poco del lugar. El vigilante ya nos miraba de forma extraña y ya iban varios segundos en los que bloqueábamos la enorme puerta por la que nuestros compañeros del trabajo salían.

Asentí, sintiendo cómo enardecían mis mejillas. Uno de los chicos que trabajaba cerca de mí me lanzó una última seña de despedida antes de salir.

—Ya lo sabes—me volví a virar hacia él, un poco distraída.

Me obsequió una sonrisa tranquila, y luego de pasar su tarjeta de identificación por el viejo sensor, echó un par de pasos hacia la acera mientras yo me quedaba petrificada ahí, en el mismo sitio de antes.

—No bebas demasiado esta tarde, ¿De acuerdo?—su sonrisa se ensanchó.

Se me escaparon unas risas. Cada que se marchaba así, cada que nos despedíamos, y que le sabía de buen humor, seguirle el juego era la primer idea que se aferraba a mi cabeza. Eran esos pequeños segundos los que le atesoraba más.

—Sabes que una vez que comienzo, no me puedo detener—repliqué.

Echó a andar, y con ello algunas carcajadas a pleno pulmón se le escapaban a cada paso. Había desaparecido al haber doblado en la esquina de siempre y mientras trataba de aplacar la enorme sonrisa que tenía congelada en el rostro me giré entonces hacia la dirección contraria, rebuscando ese pequeño papel dentro del bolsillo de mi abrigo en el que había escrito la dirección de la pequeña cafetería en la que me encontraría con Monica y Phoebe después de trabajar.

El sol ya se ocultaba más allá de los rascacielos del centro, y el aire no irradiaba más que una ligera calidez que me reconfortó al caminar. Ya ni siquiera me angustiaba recordar el tono con el que Monica me había propuesto reunirnos, o las maldiciones que se le escuchaban a nuestra querida Phoebe detrás. Todo se esfumaba, y por un momento sólo se trató de alejarme de la oficina, andar, y andar. Programarme correctamente para tener el tiempo suficiente de alistarme para cuando Tag me visite en casa.

Era una tarde de café con mis dos mejores amigas, pensé. Es necesario. Y aunque se trate de reanimar a Phoebe por haber terminado con su novio, celebraríamos también que el invierno, por fin, parecía estar llegando a su fin. En Febrero ya no se sentía el frío de siempre.

—¿Té helado?—el chico que nos atendía volvió, mostrando sonriente la bonita bandeja llena de bebidas que llevaba. Phoebe reaccionó devolviéndole el lindo gesto.

—Para mí—ella musitó, mientras el chico le tendía la bebida.

—¿Dos latté, descafeinados?

—Sí—Monica pestañeó ante la reacción, le miró y me señalaba al mismo tiempo—, ella y yo.

—Aquí tienen—nos tendió a ambas nuestras bebidas y asintió con cortesía. Juré que a Monica se le abrillantaban los ojos cuando se percataba de cuánta espuma tenía nuestro enorme café.

—Gracias—murmuramos al mismo tiempo. El chico hizo una seña de agradecimiento y sin añadir más, dio media vuelta con cuidado y se marchó lentamente, no hacia la dirección de la que venía sino directo a otra pequeña mesa que iba a atender.

Qué entusiasmo por trabajar, pensé. En los días en que trabajaba de mesera apenas atendía una pequeña mesa y yo ya quería regresarme directo a mi casa.

Just Good Friends (Michael Jackson Fanfic)Where stories live. Discover now