63. "Ella"

1K 66 54
                                    

—E-estás... aquí...

El mundo era otro, la realidad no existió, el pasado se evaporaba, y apenas me había creído que pude siquiera susurrar.

—Hola... mi amor...—se escapó aquella deliciosa alucinación de sus labios sin más, al tiempo en que sus pies le hacían acercarse a donde yo me encontraba paralizado, y una de sus delicadas manos cubría sus labios como si no fuese real lo que justo acababa de ver. Que bien, tampoco yo lo creía.

Sus ojos grises, sus labios, sus mejillas coloreadas, su cabello terminando a la altura de su pecho, y no en sus hombros, como lo recordé. Su presencia, su calor acercándose, su luz abrigando mi alma. Su voz, maldición, su voz llamándome de esa manera.

Me ha llamado 'Mi amor', ¿No es cierto? Lo ha hecho, maldita sea. No puedo creerlo, no puede ser.

Con un cuidado enfermizo, buscó trepar a la camilla que me sostenía. El colchoncillo se removió y duras penas lo sentí, se acomodaba frente a mí, sobre mí, fijándose en cada parte de la superficie blanda que tocaba para no lastimarme mientras que su mirada ojerosa, lagrimosa, me doblegaba de inmediato, cuando me percataba de la forma asesina en que me miraba de arriba hacia abajo, todo mi ser.

Mis pensamientos aún no se acomodaban del todo bien. Lo supe, pues mi vista aún estaba borrosa, mi percepción brillaba de más, y no apreciaba como deseaba el tono irritado que aniquilaba sus lagunas agrisadas. Me sentía mareado, irreal, lejos y fuera de mi ser. Perplejo, enfermo. Porque no podía ser que mi realidad fuese ella sólo así, negando asustada, impaciente, dándome la sensación de que temblaba con cada media respiración que soltó y aún así pareciéndome indeciblemente deseable, increíblemente preciosa.

Era la misma de siempre. De la que me enamoré.

—Dios mío...—gimoteó al haber encontrado la posición en la que ella sabía no me lastimaría aún estando sobre mí, su voz sólo se dañaba más, sus ojos no dejaban de buscar cada rincón de mi ser, cada parte que estaba lastimada—. Sólo mira cómo estás, Michael...

Me bufé débilmente, agrandando la sensación lastimosa de los pequeños tubos que tenía incrustados en mi nariz. Era agonizante sentirlo, agobiante, sofocante, pero no me importó.

—Tú...—susurré sin pensar, sonriendo sin buscar intentarlo—. Tú estás... bellísima.

Creí mirarla tratando de despojar algunas lágrimas que se le quisieron volver a escapar. Trataba de detenerlas, rogaba hacerlas parar pero no servía de nada más. Se deslizaban una tras otra, y más rápido que la anterior. Le lastimaba mirarme, me lastimaba mirarla, me mataba, y como el mareo desaparecía, advertía mi mirada volviéndose a nublar. Mis ojos se irritaban por la misma razón que los de ella.

No quería verla así, llorando de nuevo, no por mí, no ahora. No quería que se destruyese de nuevo ante mí, si la última vez que ha sucedido nos he puesto a ambos en un infierno más perpetuo que el que creía, más odio, más destrucción. No quería permitirlo de nuevo.

¿Hace cuántos abrazos que habíamos dejado sin vernos? ¿Cuántos 'te amo' perdidos nos distanciaban? ¿Cuánto tiempo hacía que se lo quería decir? Quería romper a llorar, romper mi corazón y recomponerlo con los trozos en los que hasta este día, ella aún seguía viviendo. Porque vivía en mí, seguía en mí. Sin importarme el mundo, lo que digan los demás, o el epitafio con el que podría llegar a cerrarse mi vida. Estaba seguro de que ella jamás había dejado de habitar en mí.

La aguja que perforaba la piel de mi brazo punzó, los pequeños tubos de plástico que me proveían de oxígeno comenzaban a molestarme de nuevo. El sollozo que brotó al mirarme quejar me partió, sentía que estaba tocando fondo.

Just Good Friends (Michael Jackson Fanfic)Where stories live. Discover now