60. "Nostalgia"

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—¿Estás segura?

Sonreí un poco, mirando a Tag gesticular una de sus demasiadas miradas dolorosas. Su ceño se fruncía, más aún que la última vez, y ladeaba su rostro como si no le bastara estudiarme de cerca antes de introducir la pequeña llave a la cerradura de mi departamento.

Llevé un par de dedos a presionar el puente de mi nariz. Maldición, las excusas eran escasas, más ridículas a cada vez.

—Lo estoy—lucho por mantener mi gesto relajado un par de segundos más—. Y más me vale estarlo. Si no termino las cosas que Monica me encargó para antes de que ella vuelva a casa me asesinará. Créeme.

Entrecierra sus ojos entonces, chasquea su lengua con un aire de incredulidad. Intento, por lo bajo, tragar saliva.

—Es una lástima, ¿No es así?—musita, dejando caer su peso a un lado, relajando su pierna derecha.

—¿El qué?

Su expresión seria me enardeció.

—Que en el trabajo apenas y podemos mirarnos—repone, distraído, o pretendiendo estarlo, creí—, y justo cuando salimos de la oficina, una u otra cosa sale mal y al final nuestros planes...

—¡Hola, chicos!

Viré paralizada. La vocecita se había escapado de pronto, y había esculpido en la mirada de Tag una fulminante expresión de confusión, de turbamiento, que no me percaté apenas de cómo en mis pensamientos todo se derrumbaba. Mis ideas se helaron, mis salidas, la sangre alimentando mis mejillas. Todo se esfumó.

Mierda, Monica.

—H-hola, Monica...—Tag frunce el ceño aún más, mirándola tan odiosamente sonriente y cargando una bolsa de papel como en las que siempre traía nueva despensa—. ¿Cómo...?

—Ah, de maravilla—ella repone, apurándose a abrir el cerrojo de nuestra puerta y sin darle la oportunidad de terminar. Su sonrisa se había agrandado tanto desde que nos encontró que intentar añadir algo más, gritar, echarme a maldecir al suelo, reprenderle, sería impensable—. Perfecta, disfrutando ya de mis vacaciones en el restaurante. Me hace recordar lo mucho que me encanta estar en casa.

—Vaya... —directo, incauto, Tag me miró, aunque las palabras fuesen aún para ella—. Así que no sales de aquí ahora.

—No prácticamente.

Terminó y nos sonrió, al menos hasta que el pequeño silencio que nació entre los tres se palpó hasta volverse insostenible.

—Como sea... —Monica nos hace reaccionar, negando con cuidado. Se abre paso luego de la puerta y se detiene ya en el interior para mirarnos—.Tengo que entrar a preparar algo de cenar. ¿Tag se quedará, Rach?

Negué, y asentí. Miré a Tag así sabía que no funcionaría. Estaba acabada, maldición, condenada, perdida y con el estúpido castigo de pensar en una sarta de mentiras más para decir. ¿Explicaciones? ¿La verdad, así suene ridícula? No, no ahora. No podría.

—A-ah... yo...—bisbiseé.

—...No—entornando los ojos, Tag me cortó, y de pronto una leve sonrisa se le plantó al devolverle la mirada a ella—. Tengo ocupaciones en casa. Será en otra ocasión, aunque, muchísimas gracias.

—Muy bien—asiente comprensiva al hablar, y me obsequia un simple guiño casi al segundo antes de cerrar ya la puerta—. ¡Nos vemos!

—Adiós—él respondió, imitando o incluso superando aquella radiante sonrisa.

Just Good Friends (Michael Jackson Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora