46. "Dudas y Propuestas"

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Me despierto con el ahogo de un fino suspiro, un intento por recuperar el aire que mi sueño se llevó con él cuando la luz del nuevo día se asomó por la ventana.

La cabeza me da vueltas aún, me zumba como si de un mecanismo dañado se tratase, y el aire aligerado acompañado de mi visión borrosa me impide concentrarme correctamente. Hay algo extraño alrededor; no estoy en el mismo sitio en el que perdí la visión al último segundo de mi conciencia, sino que estoy en nuestra habitación. No estoy usando el mismo atuendo tampoco, ahora mis pijamas visten mi cuerpo y las cobijas más finas de la cama me están cubriendo hasta la parte baja de mi vientre. Ya no hace frío, sino que hace calor. Ya no me siento mareada, no me siento mal, no me siento... indefensa.

Ya no me encuentro sola porque Michael, a un costado de la cama con la frente apoyada contra la superficie del colchón y su mano aferrando de forma deliciosa la mía, se encuentra conmigo. Está aquí, dormitando, pero respirando junto a mí, esparciendo la liberación que ya tanto anhelaba. Haciéndome renacer.

Remuevo un poco mi cuerpo sobre la superficie blanda para poder mirarle mejor, y ser capaz de apreciar a ese conjunto de rizos largos alborotados, atuendo casual de pantalones negros de gabardina y camisa carmín, y preciosas ojeras enmarcando sus ojos cerrados. Un quejido de derrota se me sale después; mi plan fracasa, y él, inmediatamente se incorpora en el mismo sitio para poder contemplarme. Sus ojos cansados y atolondrados me hacen sentir como una niña pequeña que ha sido sorprendida en una de sus más grandes travesuras.

—Mi amor...—susurra al tiempo en que frota ambos ojos urgentemente con sus manos.

En el colchón, se ha quedado sumido el sitio en el que su cabeza descansaba, y en la piel de sus mejillas, permanecen las marcas de las sábanas enfundadas. Sus ojos... ese par de haces de luz marrón brillan ahora de forma diferente. No puedo creerme que es por el contraste de la luz solar filtrándose o porque se han revitalizado de pronto. Tenía que ser algo más, una razón más poderosa que todo aquello.

Algo que no he sólo soñado, quizá. Algo que tal vez, ha sucedido en verdad, algo de lo que él ahora sabe. Un motivo perfecto para que sus ojos centellen y me hagan desearle de esta manera.

—Hola...—mi voz es débil, pero presente, y distraída me pongo a la tarea de recuperar su mano para volver a aferrarla entre la mía.

Él entonces deja escapar un suspiro ahogado entre nosotros. Es un suspiro familiar, uno idéntico al que he escuchado en mi última lucha por mantener la conciencia a flote, por permanecer fuerte y jurando que podría hacer hasta lo indecible por mantener los ojos abiertos. Antes de que sólo hubiese oscuridad, y que los ecos emergentes desde el interior de mis pensamientos no faltasen. Entonces, llegó a mi cabeza;

Monica.

Monica se lo había dicho. Todo.

—Tú...—me señala con su dedo índice tembloroso, y sin embargo, más que reprensión, detecto dulzura infinita en su mirar—. Que me vuelves a dar otro susto de esos, y te juro... soy capaz de conseguir que venga el UCLA Hospital a ayudarme a cuidar de ti. No me importa cuánto o qué me cueste, lo haría sin duda.

—Estoy bien... —musito al tiempo, haciéndome a la tarea de abandonar su mano fría por un momento para posar las yemas de mis dedos contra su suave mejilla.

Le acaricio, y Michael atrapa mi mano débil aún rozando su piel. Sonríe, y miro alucinada la forma en que unas finas lágrimas logran salir de sus ojos ya irritados, cristalinos. Tan hermosos... como si en el mismo Cielo hubiesen planeado que ese par de lagunas tuviesen que existir, y que habría que esparcir polvo de estrella para que brillasen sin más. Y un nudo en mi garganta colisiona con mis sentimientos, pero no aparece sollozo alguno, no con sus labios ahora sellando los míos en un beso desesperado.

Just Good Friends (Michael Jackson Fanfic)Where stories live. Discover now