37. "Un Invierno Diferente"

1.6K 82 71
                                    

Del tiempo que sobreviví sin él aprendí que una persona sí puede convertirse en el mero oxígeno de la otra. En la esencia que alguien puede necesitar para subsistir, respirar o abrir los ojos de nuevo durante cada mañana. De los besos que fui acumulando sin que él estuviera conmigo, de los 'te amo', de las caricias y susurros faltantes de media noche, comprendí que sería por más extraordinario el volver a encontrarle, que el sol volvería a brillar como antes, que la longitud que tuviera cada día podía volver a ser la misma, y que, como lo había soñado, lanzarme contra él para embestirle y sujetar su cuerpo con mis piernas rodeando su cintura, frente a todos dentro de la terminal del aeropuerto, no iba a ser tan inapropiado después de todo.

O es que en realidad no iba a importarme un demonio lo que pensaran los demás.

—¡Es la última...! ¡Maldita sea!—me susurra entre besos que deja por todo mi cabello, y mientras, se me entumen los brazos por toda esa fuerza que gasto en aferrarme hacia él—. Se acabó, Rachel. Es la última maldita vez que me voy sin ti. La última, ¿Me escuchaste? Vuelvo a viajar, y tú vendrás conmigo. Sí o sí. Y no me importa, no pienso volver a alejarme tanto tiempo de ti.

Sus manos sujetan mi rostro entero con una fuerza dulce pero necesaria, y sólo puedo mirarle a él; a sus ojos vidriosos, su ceño fruncido y sus labios humedecidos. Mis lágrimas alcanzan a pasearse alrededor de sus pulgares.

—S-sí...—mi voz tiembla de forma ridícula. Atrapo sus manos sosteniendo mi rostro.

—Sí, ¿Qué?—su mirada me perfora con más intensidad que antes, anhelante.

—...Será la última—repongo—. Es la última vez que te dejo ir tanto tiempo. Te lo prometo, ¡Te lo juro! Ya... ya no más.

—Te amo tanto, Rachel.

Besa mis labios otra vez, y otra, y otra, usurpando el deseo con más devoción a cada nuevo roce que me regala. Instintivamente mis manos se apegan  a su cuello para restregarle más hacia mí, para poder adentrarme más hacia su bendita cavidad, y que mis labios se sacien por toda esa abstinencia que habían sufrido hasta ahora. Por que nuestros alientos vuelvan a convertirse en uno sólo, que nuestras lenguas se saboreen como antes, y que mis piernas tiemblen como gelatina por la debilidad que él genera en mí. Y que me encanta.

—Michael... te amo—vuelvo a tomar sus labios una última vez, antes de que mi aliento me abandone de vuelta.

—Mientras he estado allá...—susurra sin fuerza, es como si no tuviera la voz para hacerlo—. He podido comprender lo que sería de mi vida si tú salieras de ella.

Yo miro alternadamente sus ojos y sus labios, no lo puedo creer.

—Por favor prométeme, que nunca me vas a dejar, y que lo que tenemos juntos es algo que durará por siempre.

—Cariño...

La mínima idea amenaza con detenerme el corazón.

—...Te lo prometo.

Me dedica una sonrisa divina, cargada de sentimientos que me hacen enmudecer, inmovilizar el tiempo, y lo que está ocurriendo a nuestro alrededor.

—Vayamos a Neverland, pequeña.

—Por favor.

Su mano tomando la mía, me hace andar trastabillando, incrédula, y aún alucinando con la maravillosa luz que su sonrisa no borra durante más de la mitad de nuestro trayecto a casa. El haberle extrañado como una maldita desquiciada me hace no cansarme de mirarlo, de analizar otra vez cada una de sus facciones perfectas o de notar todos los cambios que el viaje, el tiempo y la distancia le habían ocasionado al final.

Just Good Friends (Michael Jackson Fanfic)Where stories live. Discover now