36. "Realidad"

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—¿Y cómo es Tokyo?

Mi deseo por no dejar que el cansancio aniquile nuestra conversación continúa y, ahora más que antes, lucho por que mi voz no suene tan agotada como en realidad me siento.

Escucho una hermosa risita del otro lado del auricular; la voz de Michael chocando contra mis sentidos eriza mi piel aún sabiendo que él se encuentra a miles de kilómetros de distancia.

Es un país muy hermoso...—su voz aparece por fin. Puedo detectar un poco de cansancio en su tono también pero no me apetece tocar el tema—. Clima perfecto, hermosos panoramas, la gente es muy amable y mi estadía ha sido placentera hasta ahora.

—Suena a que es perfecto, entonces.

Una sonrisa débil se me escapa.

Sí, claro...—le oigo burlarse—. Si no fuera porque te estoy extrañando como un demente, diría que la estoy pasando a la perfección.

Martillea mi corazón. Es como si él supiera decir las palabras correctas que pueden destruirme.

Abrazo y aferro entonces con todas mis fuerzas la almohada que Michael suele utilizar cuando dormimos juntos en mi habitación. Respiro su aroma como si mi vida dependiera de ello, lo consumo; que luego de todos estos meses, parece broma que su exquisita esencia aún no haya desaparecido. Su recuerdo no quiere abandonar mi cama, no me libera el pecho.

Mis ojos comienzan a escocer ansias por dejar salir alguna lágrima.

Me siento... muy solo, Rachel—su voz es sinónimo de dolor.

Yo me lastimo al estrujar el teléfono con mayor fuerza hacia mi oído y, rogando por que un sollozo no me fuera a traicionar, decido dejarle continuar.

Es... igual a antes—murmura—. Como si hubiera vuelto a la misma rutina que tenía justo antes de haberte conocido.

—Michael, no digas eso.

Despacio baja por mi mejilla otra lágrima, y otra más que no me atrevo a detener. Pero así era siempre, desde que él había tenido que irse por trabajo al menos. Todas y cada una de las veces en que nos era posible escuchar de nuevo la voz del otro a través de un auricular para variar. Riendo, llorando, despertando el deseo también; y los miles de kilómetros de por medio nadie los quitaba.

Me llena de rabia saberle mal, y no poder estar a su lado.

Lo es. Es la verdad—él susurra y yo me estremezco. Su tono sólo se ha destruido más—. Hace unos años durante la gira anterior, terminaba un concierto, hacía visitas o trabajaba en un estudio y, eventualmente, terminaba las noches completamente sólo en una habitación de hotel.

—Vamos... No puede ser así—con la yema de mis dedos busco secar mis lágrimas fugaces, mientras busco otros caminos por donde llevar nuestra conversación—. ¿Qué hay de Karen?

¿Karen?—se ríe, aunque no de la forma que planeo—. Ella tiene bastante trabajo, linda. Tanto como todas las personas que trabajan en el equipo. No puedo tenerla siempre a mi disposición. Apenas y me la he cruzado tras bambalinas, antes de cada show que presento.


Bien, no. Quizá aquello no había sido una gran idea.

—Podrías... Podrías llamarme más seguido—repongo, aún más inquieta—. A mí me fascina oír tu voz, me encanta escucharte sin importar la hora que sea. Sabes que sí.

He tratado de alcanzar cada hora en la que sé que puedo encontrarte, Rachel. Si no estoy de ensayo, o sobre el escenario, es lo único que me dispongo a hacer—Michael aguarda un pequeño instante en el que por el auricular se deslizan algunos sonidos idénticos a los que los resortes dentro de un colchón pueden hacer. Creo que sonrío de nuevo, imaginándomelo en la misma exacta posición que yo—. Calculo los horarios en los que puedes estar disponible, linda. Si no estás trabajando, si no es muy tarde para que estés durmiendo, o si simplemente has salido con los demás. E incluso así, cuando no me queda de otra, asesino el tiempo de otra forma. A veces telefoneo a Jordie, o también...

Just Good Friends (Michael Jackson Fanfic)Where stories live. Discover now