42. "Ojos Verdes"

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Ella aprecia el pequeño estuche que aún sostengo entre mis manos. Pero no hay ninguna reacción. No una que yo estuviera deseando al menos. ¿Por qué no la hay? No hay sonrisas, no hay emoción, no nada. Sólo sus ojos estupefactos paralizados.

Miro el brazalete de nuevo con mi aliento debilitado dentro de esa superficie de terciopelo para verificar que ambos vemos lo que creo. No, aún nada.

—¿No te gusta?—inquiero superando el nivel de ansiedad inminente en mi voz.

Rachel me lanza una serie de pestañeos abrumados que debido a la forma en que se pasa también la mano a través de su cabello exasperada, asesina mis fuerzas. Mis manos se tambalean aún sosteniendo el obsequio.

—Michael...—logra gesticular apenas con la mirada aún perdida frente a mí, dejando escapar unos suspiros delicados—. Por supuesto que sí. Es sólo que yo... No, es que es... No sé si pueda...

—Vamos, Rach—le corto, y sus cejas se fruncen en una línea de frustración. Luce muy bella cuando se pone a reprocharme cosas—. ¿Cómo que no sabes? No te gusta, entonces.

—Es demasiado... —se queja, y vuelve a vislumbrar el brazalete. No hace más que negar.

No hace más que hacer que continúe olvidándome de sonreír. Y en medio de nuestro silencio, de mi debilidad, ella ahora se pierde en llevar una mano absorta a la altura de sus labios.

—Oh, no...—el temor de su voz es peor que si me hubiesen echado agua helada en el rostro—. Por favor, dime que no lo has comprado por lo de ayer, Michael.

Ah, no... maldición.

—Ayer—ahora soy yo quien busca desviar su mirada—. He sido un idiota ayer, Rachel. Y lo sé. Tú bien sabes lo perturbado que este asunto me puede llegar a poner y... tan sólo, quería disculparme.

Niega la cabeza, aún perdida.

—Entonces lo hiciste—sentencia—. Michael, ¿Sabes que una discusión se arregla sólo con una charla, verdad? No con... obsequios, y más, brazaletes de Cartier que pudieron haber costado cientos de miles de dólares.

Reprimo una sonrisa de derrota al morder mis labios. Me siento indefenso, tan expuesto frente a ella. Y, con un demonio, mi plan no ha funcionado, en absoluto.

—Dime cuánto gastaste en esto—dice, resignada.

—Te aseguro que ha sido menos de cientos de miles de dólares.

—Dímelo.

—No...

Vuelve a resoplar, esta vez con un deje más agresivo. ¿Es que no me iba a dejar ganar ni una?

—¿Michael...?

Bien, ya está, estoy acabado.

—Doce mil.

Rachel se cubre el rostro entero con sus manos al tiempo en que hace estancar ahí un dulce gruñido cargado de desesperación. Pero su tierna voz me hace tener que ocultar una sonrisa antes que hacerme estremecer. Tendré que hacerla enojar más seguido si quiero encontrarme con esta ternura de nuevo.

—¡Michael...!—brama, volviendo a descubrir su rostro frente a mí—. ¿Por qué, cariño? ¿Por qué lo has hecho?

—N-no es nada, Rachel—musito con suavidad—. Es sólo simbólico, es sólo que te amo, ¿Está bien? De verdad creí que...

Su índice en mis labios me hace olvidarme de seguir. Avanza, y con sus ojos bien puestos sobre los míos toma de mis manos el pequeño estuche lujoso para sellarlo de vuelta y devolverlo a la mesa de centro de la estancia. Sus ojos simplemente me han devorado la voluntad así como así, y por la forma en que al volver toma de mi mentón para obligarme a mirarle sólo a ella se evaporan mis defensas.

Just Good Friends (Michael Jackson Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora