57. "Extrañar"

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Era ya la sexta estación que ella tenía conmigo.

Nuestros inviernos eran cuestión de abrazarnos, de perdernos el frío. Mañanas perfectas, días en los que desplegaba una hoja más de nuestro almanaque al mirar la cantidad de bolas de nieve que conformaban nuestras más preciadas batallas. Luces, música, chocolate caliente, frazadas cálidas, y ni una sola señal de amargura colándose en nuestras noches, pues todo bastaba con conversar hasta quedarnos dormidos. A veces despertaba, y ella se levantaba también. Lisa podía mantenerse despierta por el tiempo en que mis pesadillas podían hacer inevitable que mis ojos intentaran cerrarse.

Si era verano nos desvestíamos, jugábamos, y la energía aparentaba no parar. ¡Cuántas veces había sido testigo de eso nuestro dormitorio! Y aún así parecía que un montón de paredes no eran capaces de detenernos, pues viajábamos y nos perdíamos sin más. Quizá en más de una ocasión yo lo hice antes que ella, me aislaba cuando era más desastre que persona, y que no mecanizaba bien, me purgaba en lo más recóndito de mi mundo y sin pensarlo, ella aparecía ahí de pronto, y nada más. Para quererme, abrirme los ojos, sanarme, iluminarme... salvarme de mí mismo. Era una bendición infinita el comprender que con ella conocía el mundo, y el mundo nos conoció a nosotros igual.

Otoños de salir, y recoger las hojas cafés de nuestros jardines. Primaveras de abrazarle, regalarle flores. Practicar la nueva manera que inventamos de besarnos, encontrar el modo de encajar en el abrazo del otro, saber adelantarnos a todos los relojes que amenazaban nuestro camino. Escapar... mientras me daba el espacio suficiente de escribir canciones sobre lo cabreado que alguna vez me sentí, sobre rabia que aún no conocía la luz de mi música, sobre la realidad, cuestiones que nadie más se animaría a comentar. Sólo canciones, sólo letras, sólo mi otra parte de la vida. Momentos en que, al escuchar una buena pieza de piano, de arpa, algunas palabras que aún supuraban en mi alma ya querían ser arrancadas de nuevo. Revivían. Me sacaban de la fantasía, me regresaban a la realidad.

Palabras que quizá debí decir en el momento en que ella se marchó, y que no supe cómo construirlas. Me resignaba a que el dolor jamás se iba a marchar.

Aún me perdía.

Recuerdo que solía visitarla, sin que ella o Lisa lo supiesen siquiera, sin que nadie se enterara. Me escapaba de la realidad para pasar horas enteras refundido en la parte trasera de un automóvil blindado al pie de la acera de su edificio para mirar el momento en que ella salía de casa, cuándo llegaba, con quién. Recuerdo que fueron treinta las veces seguidas en que la miré volviendo luego del trabajo con una sonrisa impecable en su rostro, y cómo aquello significaba el paraíso para mí. Por un instante, sólo por uno pequeño, la lluvia recurrente no importaba, y dolía menos el mirarla con un cigarrillo aferrado a sus manos perfectas, dolía un poco menos la distancia, o la situación. Aunque el sólo mirarla me lastimara de por sí, saberla tan cerca y tan lejos a la vez, verla y no tenerla, no poderla tocar. Imposiblemente, dolió sólo un poco menos el saber que sonreía, y que ese gesto no lo había provocado yo.

Pues volvía a casa... y la miraba siempre con la misma persona tomando su mano. No lo conocía, no aferraba ninguna mención respecto a él, su rostro no me sonaba, y aún así, seguro de su felicidad, de comprender que ella y su vida han avanzado, aún no podía creer que todo se secaría dentro de un parpadeo irreal. Trataba de olvidar, y al mismo tiempo de volver a lastimarme, de volver a vivir aquello.

Un rimero de burla al comprender que ella tardó sólo un segundo en decirme 'adiós', y que yo tardaría... más de un año en entenderlo.

—Aquí tienes—Karen se había oído entre mis pensamientos, me sacaba del trance. Se detuvo un instante aún de pie para tender hacia mí el protector solar y un momento luego se tiraba sobre la pequeña colina de césped para sentarse a mi lado.

Just Good Friends (Michael Jackson Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora