Destruyeme

By Neferkktiti

3.6M 180K 16.7K

Todo lo que necesitas saber es que nada puede comenzar como esperas, y nada puede acabar como imaginas. Inten... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
Capítulo 84
Capítulo 85
Capítulo 86
Capítulo 87
Capítulo 88
Capítulo 89
Capítulo 90
Capítulo 91
Epílogo

Capítulo 72

29.2K 1.4K 71
By Neferkktiti


Sigo sacando las cosas que he comprado y guardándolas en la nevera una por una. Hayes hace tiempo que no compra comida decente, solamente tiene comida chatarra y comida de precalentar en el microondas. Sin hablar, de que sólamente hay latas de cervezas y dulces. La única comida decente lleva caducada de más de dos meses.

Se escucha un estruendo, la puerta principal se ha cerrado con gran fuerza.

Parece que a Hayes las cosas no le han salido bien hoy. Aparece en la cocina, sacando un cigarro del interior de su chaqueta la cuál se la quita y la tira en el sofá de mala gana.

—¿Qué tal?
–pregunto.

No recibo ninguna respuesta por su parte, aunque se que debe estar mal.

Veo como camina hacia la terraza con paso firme. Los músculos de su espalda se contraen cuando mueve sus brazos para abrir el ventanal de la terraza y desaparece por ella.

Suelto un suspiro.
Está cabreado y creo que es mejor dejarlo solo un pequeño rato para que piense y reflexione él solo.
Si no, esto va a acabar en una discusión otra vez.

Si algo he aprendido de Hayes este año y medio que llevamos juntos es que cuando está cabreado es mejor dejarlo estar y que piense. Y también que cambia de humor muy rápido, nunca sabes por dónde pillarlo. Aunque bueno, eso ya se sabía desde hace tiempo.

Pasan más de veinte minutos y todavía no ha salido Hayes, ni si quiera me ha dicho nada, parece que las cosas realmente le han ido mal.

Dejo el móvil sobre la mesa de mármol y camino hacia la terraza, cuando veo la espalda de Hayes.
Está apoyado en el borde de la barandilla de ladrillo con los codos clavados en éste y con el que de seguro será el segundo cigarro que lleva.
Llego hacia él y me coloco a un lado suyo.
No digo nada, pero ha notado mi presencia ya que me ha mirado de reojo.
Expulsa el humo que guarda en su boca y aparto con la mano el humo que llega a mi rostro.

Decido si preguntarle o no cómo le ha ido, pero me cuesta varios minutos en decidirlo. No sé como va a reaccionar, y la verdad, no tengo ningunas ganas de discutir con él.

Pero finalmente las palabras escapan de mi boca;
—¿Qué ha pasado?

Cómo me temía no dice nada. Se encoje de hombros y da otra calada al medio cigarro ya consumido.

—No deberías fumar tanto, es malo.
–digo observando el cigarrillo entre sus labios.

Se vuelve a encojer de hombros.

—No me importa. Llevo desde los quince años consumiendo esta mierda, no me va a importar ahora.

Por primera vez durante la tarde ha hecho algo más que sólamente encojerse de hombros.

Niego con la cabeza.

Odia que le diga que yo odio que fume, pero es así, se está jodiendo la vida fumando. No me gusta verle así.

—Es malo para tu salud, ¿vas a estar hasta los ochenta así, fumando?

No debería meterme en su vida, tampoco decirle que debe o no debe hacer. Pero últimamente está fumando demasiado y odio que lo haga, es malo para su salud y en el futuro le va a perjudicar bastante.

—Me importa una mierda. Así me muero antes, a nadie le importaría si pasara.

Vuelvo a negar con la cabeza varias veces seguidas.
Pero, ¿qué le pasa ahora?

—¡A mi me importaría! ¿A qué cuento viene esto, Hayes? Deja de decir ese tipo de tonterías.

Gira su cabeza inclinándola en mi dirección. Mirándome a los ojos fíjamente, el grisáceo de sus ojos está oscuro.
Lo que eso puede significar: que está dolido, triste o muy enfadado.

Y según creo, es una mezcla de los tres.

—¿Si? ¿Y cómo coño sé que no te vas a ir y me vas a dejar como una auténtica mierda cualquier día de estos?

Madre mía. ¿Qué le pasa hoy?

No sé qué le habrá pasado para que esté así de repente y haya venido con este humor.

—Hayes, te he dicho mil veces que eso no va a pasar. Quiero estar contigo. Además, no tengo motivos para hacer eso.

Me mira detenidamente y traga en seco apartando la mirada y volviendo a dar una calada a su cigarrillo.

No me contesta ni dice nada. Otra vez como antes.

Siento la necesidad de decir algo más, odio verlo de esta manera. Pero no se me ocurre que más añadir, algo con lo que no le haga enfadar. Hoy no está con buen humor.

Apaga el cigarro con sus dedos mojados por saliva y tira el cigarrillo sin importarle hacia la calle. Suelta un suspiro fuerte y se da la vuelta dirigiéndose hacia la habitación soltando el humo que retiene en la boca mientras camina. Le sigo.

—No tienes por qué pagarla conmigo Hayes, no te he hecho nada.
–murmuro en voz bajita pero lo suficiente alta para que él me escuche.

Se detiene en seco a mitad de camino de la habitación. Se da la vuelta y me mira serio, esa mirada tan intimidante que a cualquiera le haría correr sin mirar atrás.

—Lo sé. ¿Algo más que añadir? Me quiero dar una ducha.

Se quita la camiseta dejando su abdomen tatuado al descubierto, tirando la camiseta encima de la cama.
Está esperando a que añada algo más, pero todas las palabras parecen haber abandonado mi mente en este preciso momento. Trago en seco.

—Sí. No quiero que tengas en mente ese estúpido comentario, te quiero Hayes y quiero estar contigo. Deja de pensar esas tonterías, por favor.

Me mira por cinco segundos seguidos sin pestañear si quiera. Y sin más, se da la vuelta y abre la puerta del baño entrando en éste y cerrando de un portazo no demasiado fuerte por suerte.

Dejo escapar un suspiro de derrotación y agarro la camiseta que ha tirado en la cama caminando fuera de la habitación hacia el salón.

[...]

Bajo el volumen a la televisión cuando comienzan los anuncios y la fuerte música de estos. Escucho las pisadas de alguien por el pasillo y desvío mi mirada hacia esa dirección y aparece Hayes.

Está vestido, con unos pantalones grises de deporte largos. No lleva camiseta, lleva el abdomen al descubierto y una toalla blanca rodea su cuello con el cuál está frotándose la cabeza secándose el pelo con la toalla.

Desvío la mirada de Hayes hacia la televisión e intento no mirarlo. Pero sé, que él lo está haciendo.
Me está mirando.

Ninguno de los dos decimos nada. Siento como Hayes se acerca y se deja caer en el sofá, hundiendo la parte de la izquierda. Tiene los codos clavados en las rodillas y su mirada fija e intensa puesta en mi intentando incomodarme. Pero no me inmuto, no le miro, estoy fija mirando el televisor.

Suspira.

—Lo siento, ¿vale? Me he comportado como un gilipollas antes.

Le miro de reojo primero y después lentamente giro mi cabeza hacia su dirección mirándole finalmente.
Sus ojos grisáceos están puestos en mí y noto una pequeña culpabilidad en ellos.
Me encojo de hombros y devuelvo la mirada hacia la televisión, ignorando su mirada.

—Joder Leah, no lo pongas más difícil.
–gruñe entredientes.

—¿Que ponga difícil, el qué? Eres tú el que está comportándose como un maldito crío y de manera extraña.

Resopla.

—Ya lo sé. Pero hoy no tengo el día para tonterías, he venido cabreado de cojones y solamente necesitaba tranquilidad y estar a solas. Lo siento por eso.

Aunque quisiera enfadarme con él, no podría hacerlo. Tomo una bocanada de aire y asiento una sola vez con la cabeza.

—¿Por qué?

—Cosas sin importancia.
–murmura en voz floja.

Le miro con la cabeza inclinada. No me lo cuela, sé que le ha pasado algo y no quiere contarmelo.

—Bien, me ha llamado mi madre después de años sin saber de ella.

He escuchado hablar de ella alguna que otra vez, pero no se nada especificamente sobre ella.
Ni si quiera sé como se llama.

—Pero eso son buenas noticias ¿no? Entonces, ¿por qué estas así?
–pregunto confundida.

Cierra los ojos y suelta un suspiro con dureza.

—No lo es. Me ha llamado para decirme que está con otro nuevo tío y que quiere que vaya a conocerlo. Ni de coña voy a conocer a otros de sus putos ligues.

—¿Por qué no? A tu madre le haría feliz, deberías ir y quedar bien con ella y con su nuevo novio. No pierdes nada, Hayes.

Niega con la cabeza y se levanta de un brinco del sofá. Agarrándose la nuca con las manos y caminando en la sala de un lugar a otro.

—No lo entiendes. Mierda. No quiero conocer a su jodido novio, ni a las hijas de ese, no quiero hermanastras, no quiero saber nada de eso. Iría a ver a mi madre, pero sólamente a ella. No a que me enseñe lo feliz que es con otro ligue el cuál, solo se aprovechará de ella porque tiene dinero y es blanco fácil.

No entiendo de qué está hablando.
Estoy bastante confusa. Y no llego a comprender por qué no quiere visitar a su madre y su nueva familia.

—¿Cómo sabes que se aprovechará de ella? ¿Acaso tienes alguna prueba? Déjala ser feliz, se lo merece Hayes.

—No me hace falta conocerlo para saberlo. El último tio con el que estuvo, la engañó y le quito bastante dinero. Le robó, le prometió el paraíso y le hizo mierda. No quiero ver a mi madre estar mal otra vez por segunda vez.

No quiere que su madre sufra. No quiere que ningún hombre la utilice y le haga daño, ya sea físico, sentimental o psicológico.
Quiere verla feliz.. pero ¿y si esta vez es la última? ¿Y si esta vez en la vez indicada para que sea feliz?
A la tercera va la vencida, dicen.

—Te entiendo Hayes, no quieres verla sufrir. Pero piensa, quizá esta vez sea diferente. Quizá esta vez sea el indicado, a la tercera va la vencida ¿no? Pues dale una oportunidad y ve a conocerlo. ¿Qué le has dicho a tu madre?
–añado.

Suspira.

—Nada. Le he colgado.
–se encoje de hombros.

—Deberías llamarle y decirle que si vas. Si quieres voy contigo si hace falta.
–murmuro en voz bajita.

Sé que lo está pensando. No está convencido del todo y me va acostar bastante hacerlo.
Me mira serio por largos Segundos, frunce el ceño y suspira fuertemente.

—Joder –saca el móvil de su bolsillo de mala gana y se lo coloca en la oreja después de teclear unos números– Hola Margaret, sí, lo siento se me cortó la llamada. Supongo que... iré. Pero llevaré a alguien.
–se queda callado varios segundos– es mi novia. Margaret, no es ninguna puta barata. ¡Vale, lo siento! Adiós.

Lo miro esperando que tiene que decirme; —¿Y bien?

—No debí haberle dicho que voy contigo. Se ha puestos jodidamente loca, quiere conocerte. Ya no tienes escapatoria para decir que no vas a venir a último momento.

Suelto unas pequeñas risitas y me encojo de hombros.

Me levanto del sofá y camino hacia donde se encuentra él. Me mira fijamente mientras avanzo hacia donde él está y me rodea con sus brazos cuando me acerco a él rodeando su cuello con mis brazos abrazándolo.














¡Holaaa!

Parece que Leah va a conocer a su suegra...
oh oh... cualquier cosa puede pasar.

¿Creéis que se llevarán bien o será una señora estupida? Mm... lo sabremos pronto.

Comentad, os leo siempre!

¡Nos leemos!
❤️❤️❤️❤️❤️

Mi Instagram:
@Neferktiti

Continue Reading

You'll Also Like

2.3K 96 2
«Las cosas han cambiado cariño, mi padre era el Diablo pero yo soy el jodido infierno» ¡ATENCIÓN! El guion ha cambiado, ésta novela es un crossover d...
353K 24.9K 35
La vida de Allison Green se resume a pasar las 24 horas de su tiempo en un hospital esperando por un nuevo corazón. Su personalidad alegre y motivada...
276K 14.9K 40
Ayla Walker pasó de ser una simple fan de la formula 1, que sólo fue a una carrera gracias a un concurso, a ser la nueva novia de Charles Leclerc, pi...