La fiesta es en un local que Jake ha reservado con piscina incluída y todo decorado demasiado bonito.
Todos están bailando, hablando y reunidos cuando por la puerta entra Jake con un enorme ramo de rosas rojas, las favoritas de Cathy.
Le doy unos toques con la mano en el antebrazo a Cathy para que se de la vuelta, y cuando lo hace, la mandíbula le cae al suelo y sus ojos se ponen brillosos. Corre hacia Jake lanzándose a sus brazos, tomando el gran ramo entre sus manos y besándole.
Siento cómo me emociono al ver la escena que parece sacada de alguna película romántica.
Siento el brazo de Raffael apretarse en mi cintura, le miro de reojo y él me sonríe ampliamente mientras que ve la misma escena que yo. Todos los invitados empiezan a aplaudir y silbar, como si esto se hubiese convertido en una auténtica boda o pedida de mano.
De un bolsillo de su chaqueta saca una larga y fina caja de terciopelo morada y se la entrega a Cathy.
Ríe nerviosa y me echa una mirada de emoción, cuando abre la pequeña y alargada caja, un grito de sorpresa escapa de sus labios cuando del interior saca un colgante con las dos iníciales de su nombre y el de Jake. Lágrimas de ilusión caen por sus mejillas y me es inevitable que unas cuántas sueltas escurran por mis mejillas al ver a mi mejor amiga tan feliz y enamorada. Ha tenido suerte en encontrar a un chico como Jake, la trata como una princesa y le da todo lo bueno del mundo. Se merece todo eso e incluso más.
Se vuelven a besar e ilusionados se acercan hacia donde nos encontramos Raffael y yo. Cathy me sonríe y me enseña el precioso colgante que adorna su cuello mientras que lo toca con las yemas de sus dedos y mira enamorada a Jake.
Me siento muy feliz por ella, aunque por una parte triste por no tener nunca ningún momento como este. Sinceramente, no creo que nunca me pase algo similar.. pero me siento feliz por que Cathy sí lo tenga.
—¡Es precioso!
–exclamo.
—¡Sí, es realmente bonito!
–exclama con una amplia sonrisa.
Jake la abraza por la cintura y planta un beso en su mejilla. Le pide disculpas para irse con unos invitados que acaban de llegar y Cathy se queda conmigo ya que Raffael se ha marchado con Jake.
—Le quiero tanto.. que suerte tengo de tenerlo.
–murmura sonriendo.
—Te lo mereces muchísimo, Cathy.
–le devuelvo la sonrisa.
Ella me sonríe y mira por encima de mi hombro.
Traga en seco y devuelve la mirada hacia mi, su rostro cambia de alegre a algo incómodo.
—Creo que acaba de llegar el dios griego tatuado.
–murmura y suelta varias risitas.
¿Qué? ¿A que se refier....?
Oh, no...
Me giro hacia atrás, hacia la dirección que Cathy estaba mirando y veo a Hayes junto a Jake, Nathan y otros chicos más.
Me devuelvo hacia Cathy y la miro con los ojos abiertos. Intento tranquilizarme y mantenerme serena, aunque dudo que pueda hacerlo ya que mi corazón late demasiado rápido y fuerte contra mi pecho y mi respiración se ha vuelto irregular.
Estoy nerviosa.
Hace exactamente un mes que no lo he vuelto a ver, excepto un día que lo vi pasar con el coche cerca de la cafetería donde estaba. Y tenerlo a metros de distancia de donde estoy yo, hace que mi corazón se acelere y miles de cosquilleos se produzcan en mi cuerpo. No sé por qué sigo teniendo estos sentimientos por él. No entiendo por qué me sigo poniendo nerviosa como cuál niña cuando ve al chico que le gusta pasar por su lado, pero sigo teniendo esos malditos sentimientos que hace que Hayes no salga de mi cabeza ni un solo instante.
Me vuelvo a girar hacia atrás, cuando una mirada intensa y grisácea cruza con la mía. Siento que mi corazón da un vuelco y va más deprisa que antes.
La comisura de sus labios se eleva hacia arriba mientras que me observa de arriba a bajo. No está sonriendo del todo, pero tampoco esta serio. Es entremedio.
Está guapo como siempre: con unos vaqueros con algunos desgastes, una camisa blancq, unas botas negras y su típica chaqueta de cuero negra.
Su rostro se endurece cuando ve a Raffael a mi lado y cuando me toma de la cintura pegándome a él y dejando un beso en mi mejilla. Me da un leve empujoncito para que camine junto a él y junto a Cathy, quien me toma del brazo y ambas vamos hacia donde Raffael nos lleva; donde está Hayes.
Maldigo en mi mente e intento no mirar mucho a Hayes cuando llegamos al pequeño grupo de unos ocho chicos, los cuáles estan hablando entre sí.
Raffael me tiene cogida por la cintura y de vez en cuando me susurra algo al oído y me deja un beso en la mejilla. Cosa que hace que me sienta incómoda y que Hayes se ponga aún más tenso.
La segunda vez que vuelvo a mirar a Hayes, no está ahí en el mismo lugar que antes. Con disimulo, me giro hacia atrás y hacia ambos lados buscándolo pero no lo encuentro, así que, sigo hablando con Cathy.
[...]
Después de un largo tiempo y sentadas en una de las sillas de la terraza donde estamos, vuelvo a ver a Hayes entrar al jardín y caminar hacia el grupo de chicos. ¿A dónde había ido?
—Está bueno –dice de repente Cathy– es una pena que no estéis juntos, aunque sea un cabronazo.. hacíais buena pareja.
Lo está, es todo un dios griego tatuado como bien ha dicho Cathy.
Pero no estamos juntos y ya no lo estaremos, me duele verlo y no estar junto a él. Disfrutar de sus abrazos y besos, pero la vida puede dar un gran giro en tan solo un segundo. Nunca sabes qué puede pasar ni que cambiar en un día para otro.
—Voy a por una copa, ahora vuelvo.
–murmuro levantándome de la silla.
Me han dado ganas de beber algo de alcohol y olvidarme un rato de todo. De Hayes y de los miles de pensamientos que habitan en mi cabeza.
Me dirijo hacia la gran mesa con miles de botellas de alcohol y le digo al barman que me ponga un poco de Whisky o alguna bebida alcohólica. Siempre viene bien un poco de alcohol, aunque lo odie.. es bueno para olvidar y disfrutar.
—No deberías beber alcohol.
Siento mi corazón paralizarse. Reconozco esa voz a la perfección, esa fría y ronca pero sexy voz.
La sangre se me ha congelado y la respiración se me ha vuelto agitada, está justamente al lado mío.
Intento que no lo note, que no note lo que todavía causa en mi. Y me giro hacía él, su mirada está clavada en mi y se me hace difícil mirarle a los ojos por más de cinco segundos seguidos.
El ríe.
—¿Por qué no debería? Tú lo estás haciendo.
–murmuro enfrentándole.
Hayes me mira riendo y me sigue cuando yo le doy la espalda caminando hacia otra parte, plantándose en frente mio. Ladea la cabeza y ríe de nuevo llevándose el vaso hacia la boca y dando un trago al líquido de éste.
—Estás preciosa.
Ignora mi pregunta y su mirada recorre mi cuerpo sin cortarse ni un solo pelo. Analizando cada parte de mi cuerpo sin pudor. Me siento incómoda y a la vez avergonzada.
Siento a Hayes más cerca que antes, puedo percibir su perfume y cierro los ojos por dos segundos recordando los viejos momentos. Siento como su mano agarra mi cadera y su cuerpo se pega al mío.
Debería sentirme ahora incómoda, pero al cambio, me siengo aliviada y de alguna forma.. ya no me siento igual de nerviosa que antes. Sus ojos grisáceos están clavados sobre los míos, no deja de mirarme, apenas pestañea. Y por increíble que suene, consigo seguir la mirada por más de cinco segundos.
—Te he echado de menos.
–confiesa y mis latidos comienzan a ir más rápido.
Cierro los ojos y los vuelvo abrir en un largo pestañeo; —Yo también.
—¿Quién coño es el que no para de toquetearte? Porque siento ganas de romperle la cara cada vez que pone su sucia mano en tu cuerpo.
Aprieta su mano en mi cadera y adhiere más mi cuerpo al suyo. Miro de reojo a las personas de nuestro alrededor, y por suerte, no se han percatado de nosotros. Van a su rollo.
—Sólo es un amigo.
—No me cae bien.
–gruñe.
Dejo escapar un suspiro.
Su mano sube hacia mi rostro y acaricia mi mejilla, pasando su mano hasta mi mentón y acariciando mi labio inferior con su pulgar produciendo corrientes eléctricas por todo mi cuerpo.
Como echaba de menos su tacto...
—Ningún chico que se me acerque te cae bien.
Sus ojos ahora están clavados en mis labios.
Su pulgar todavía sigue acariciando mi labio inferior y mi estómago está comenzando a producir miles de mariposas y cosquilleos.
—Es verdad. Pero, también es verdad que eres mía y que.. solamente yo puedo tocar tu cuerpo, solamente yo puedo hacerte sentir de esta manera...
Frunzo el ceño.
—¿De qué manera?
Sonríe y eleva su mirada hacia mis ojos.
—De esta manera.
Su mano viaja de mi mentón hacia mi pecho, donde está el corazón y la deja ahí por varios segundos.
Aparta la mano y acerca su rostro al mío, cierro los ojos esperando sentir el contacto de sus labios sobre los míos, pero en cambio, se hunde en mi cuello y su boca da en mi oído.
—Y de la manera, en la que gritas mi nombre. Me perteneces Leah. Ninguno te hará sentir jamás como lo hago yo.
En cierta parte tiene razón, por ninguno llegaré a sentir los sentimientos tan fuertes que tengo por él, porque es él.. es Hayes, el chico que me roba el corazón cada vez, aunque me haga daño.. es el único que puede curarlo. El único que puede destruirme y construirme.
Su rostro se coloca en frente del mio consiguiendo que nuestras narices choquen una con la otra y nuestras respiraciones se mezclen entre sí.
Justo cuando nuestros labios están por rozarse, siento como nos llaman desde lejos y lentamente nos separamos.
—Mierda.
–gruñe a regañadientes.
¡Holaaaa!
Dios mío... acercamiento y casi beso entre estos dos.. Me encanta LEAYES ❤.
Demasiada tensión acumulada entre ambos...
¿Creéis que volverán pronto?
Cada vez falta más poco para el final de la historia...
¡Nos leemos!
❤❤❤❤❤
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