Ruedo los ojos y niego con la cabeza varias veces seguidas. Quiero controlarme e intentar hablar calmada, pero no puedo.
—¡Claro que no! Sólamente somos amigos y si fuera así, Adi no es de esa manera. Además, se que está empezando a tener algo serio con una chica. Lo que tienes que hacer, es dejar de ser un maldito celoso y confíar en mi por un solo momento. Yo confío en ti, pero por lo visto, al revés no lo es. ¿Sabes? Me duele decirlo, pero como sigas así.. no creo que esta relación dure mucho y todo lo que estamos construyendo lo vas a derrumbar por estúpidos celos. Y no tengo nada más que decir.
Son duras palabras y me duele decirlas, sobre todo las últimas, pero tenía que hacerlo.
Tenía que decírselo porque es la realidad, ojalá nunca pase.. pero llegará ese día en el que me canse de que sea tan desconfiado y se piense que voy hacerle daño y me voy a ir con otro. Yo también lo soy, pero confío en él y se que puedo hacerlo.
Hayes baja su mirada hacia un punto fijo en el suelo, pestañea un par de veces y cuando se consume el cigarrillo se dirige hacia la cocina, donde hay un cenicero en la isleta. Le miro por cinco segundos antes de salir por la puerta, la cual ya la he abierto y tengo un pie fuera. Y la cierro fuertemente detrás de mí.
Sé que quizás con lo último que he dicho le he podido hacer daño, pero tenía que decirlo, tenía que soltarlo de una vez por todas. No me siento bien por haberlo hecho, pero todo ya está hecho y de cierta manera, no estoy arrepentida. Aunque si dolida de que no confíe en mi.
Escucho la puerta de la casa de Hayes abrirse y también sus pasos detrás de mi. Está trotando y cuando llega hacia mi antes de que entre al ascensor, mi brazo es estirado y mi cuerpo gira hacia él. Solamente siento sus labios estamparse contra los míos duramente y ver su rostro en frente de mi.
Me besa con dureza, sin el más mínimo romanticismo ni ternura. Y de cierta manera, no me disgusta. Sus manos se cierran en mi cintura y a los pocos segundos viajan hacia mi muslos, tomándome en sus caderas. Siento cómo vuelve a andar hacia el interior de la casa y como caigo otra vez en sus redes.
Cierra la puerta una vez dentro con el pie y me apoya en ella, dejando mis labios y llevando sus besos a mi cuello.
—No quiero perderte.
–murmura.
Conforme esas palabras salen de su boca, un nudo se forma en mi garganta y una fiesta de mariposas empieza a desarrollarse en mi estómago. Mi corazón late con fuerza contra mi pecho y siento que él puede escucharlo de lo fuerte que va.
Una de sus manos sujeta mi cara, ahora me está mirando fijamente a los ojos y siento derretirme.
Aunque no pueda mirarle tan fíjamente como él lo hace tan descaradamente, lo hago.
Me pierdo en esos ojos grisáceos tan preciosos y llenos de dolor, pero que ahora tiene un cierto brillo especial. No está sonriendo, pero sus pupilas dilatadas y su rostro de sinceridad me demuestra que lo ha dicho desde el fondo de su corazón y que de verdad lo siente.
—Y no voy a permitir que ocurra, lo siento.
Su rostro se hunde en mi cuello y su respiración choca contra mi oído causándome escalofríos.
Ese cosquilleo sigue en mi estómago y dudo que se vaya en un largo rato.
—Entonces, demuéstralo, confía en mi. Sólamente te quiero a ti, solamente estoy enamorada de ti. Todo de ti.
–murmuro mirándole a los ojos.
Siento sus labios en mi cuello y sus brazos envolver mi cintura fuertemente abrazándome. Suelto las piernas de su cintura tocando el suelo y abrazándole con fuerza.
Aparta mi cabello y lo retira hacia atrás. Siento su perfume impregnarse en mi e inundar mis fosas nasales. Cierro los ojos disfrutando de este momento tan tierno que no me esperaba en lo absoluto.
Así pasan mas los minutos, sin despegarnos uno del otro y sin decir ni una sola palabra. Sólamente se escucha nuestras respiraciones.
Sus labios dejan un beso en la zona de mi cuello y una de sus grandes manos acuna mi rostro, para después apoyar su frente contra la mía y suspirar.
—Te quiero, joder, estoy jodidamente perdido en ti. Y eso, mierda... me da miedo. Me da miedo perderte por cualquier tontería, como mierdas como estas.
Sus ojos están cerrados. Sus carnosos labios se mueven cuando habla y siento la pesadez de cada una de sus palabras.
—No lo tengas, no vas hacerlo.. si no te comportas como un auténtico capullo y dejas tus celos a un lado.
Suelto una risita para calmar el ambiente y consigo que una pequeña sonrisita escape de sus labios.
No digo que cambie del todo, ni que no tenga celos nunca más.. Pero solamente quiero que confíe en mi y no tenga miedo de nada, de perderme o de cualquier cosa similar.
—No quiero joderlo, soy un gilipollas eso ya se sabe. Pero quiero que todo vaya bien, quiero... quiero hacerte feliz.
–susurra en mi oído.
Seguimos abrazados aún. Aprieto mis brazos alrededor de su cuello, apretándolo hacía mi más.
Y suspiro.
—Tranquilo.. todo va a salir bien. No tenemos por qué temer, por que si no, viviremos siempre con miedo y no disfrutaremos. ¿Confías en mi?
Asiente con la cabeza y sus ojos grisáceos vuelven a clavarse sobre los míos.
—Entonces, conseguiremos que funcione.
–sonrío y me devuelve media sonrisa.
—Confío en ti, pero tengo miedo de que vaya a cagarla. Prométeme que me vas a ayudar a no joder todo.
—Lo prometo, te quiero.
Le doy un corto abrazo, para después aplastar mis labios sobre los suyos. Ambos sonreímos a mitad del beso y esa burbuja vuelve a unirnos y ese amor vuelve a nosotros intensamente.
—Te quiero, nena.
Aplasta sus labios sobre mi frente y sonrío.
Hayes
Antes me levantaba amargado sin ganas de hacer nada. "Otro día de mierda" decía cada vez que me levantaba de la cama. A veces solo y otras acompañado de alguna tía o de Hannah. Pero me sentía vacío.
Siempre me tomaba una cerveza como desayuno y me lanzaba al sofá a ver la televisión o simplemente a ver el móvil y las mierdas que ponen la gente en redes sociales.
Pero ahora es diferente, ahora despierto y la tengo a ella a mi lado. Mi ángel, la que llegó a salvarme de mi infierno y quien pasa por el sin quemarse y salir sana y salva. La que calma mis demonios cuando nadie más en este jodido mundo puede calmarlos.
¡Joder! La amo, amo todo completamente de ella.
Veo su pelo rubio caer por la almohada, su cuerpo desnudo tapado por la sábana grisácea y sus brazos estirados por el colchón. Sus labios están hinchados y rojos y solo me provocan lanzarme a ella y besarla hasta quedarme sin aliento.
Qué mierda, podría hacerlo toda mi vida a cada jodido minuto y Segunda del día y jamásme cansaría.
Me inclino sobre Leah apoyando una mano en el colchón y acercando mi boca a su oreja. Dejando un beso en su mejilla.
—Despierta, dormilona.
Escucho como refunfuña y mueve su cabeza.
Pone morritos y se lleva una mano a la cabeza tapándose el rostro.
—Vamos, despierta.
Aparto la sábana que divide nuestros cuerpos y me coloco justamente encima de ella para comenzar a besar su cuello lentamente, de camino a su rostro y sus labios.
Finalmente termina despertándose, pestañeando varias veces y sonriéndome. Podría estar por horas mirando su sonrisa, mirándola a ella.. mierda.. Esto de estar enamorado es una jodida mierda, estoy perdiendo la cabeza y convirtiéndome en un maldito cursi.
¿Desde cuando Hayes Maslow es un maldito cursi de mierda? ¿Qué me estás haciendo, Leah?
—¿Qué hora es?
—La hora del besayuno.
–murmuro en su oído y puedo notar perfectamente como se le eriza la piel bajo mi tacto.
Acaricio su mejilla con mis nudillos y sonrío.
Sabe en lo que estoy pensando y se le ponen las mejillas coloradas. Adoro intensamente cuando se pone así y causar yo eso en ella.
—¿Besayuno? ¿Qué es eso?
–pregunta inocente, mordisqueandose el labio inferior.
—¿Quieres saberlo?
Tarda en responder y analizar la pregunta, pero tímidamente asiente con la cabeza y yo sonrío satisfecho.
Beso sus labios con lujuria y bajo hacia su cuello, besando cada espacio de éste y bajo más.
Chocando contra su abdomen y dejando un reparto de besos por el llegando a esa zona tan mía y que solamente yo conozco.
[...]
Paso por su lado dándole una nalgada y un apretón. Ella se queja pero termina riendo. Le abrazo por la cintura y apoyo mi barbilla encima de su hombro observando como hace los pancakes del desayuno.
Pero, cuando menos me lo espero recibo un puñado de harina en mi rostro, viendo todo de color blanco.
Mejor dicho, ni de cojones puedo ver con tanta harina en la jodida cara.
Corre alrededor de la isleta y ríe como una niña pequeña traviesa. Agarro otro puñado de harina, tirándoselo cuando consigo atraparla pero vuelve a correr por la cocina dando vueltas hasta que tropieza e intento atraparla, pero en un fallo ambos caemos al suelo riendo.
—Eres un idiota...
–murmura soltando carcajadas.
—Tu idiota.
–Corrijo.
Aprieto su nariz y la arruga, achinándose los ojos y rio más fuerte.
—Estoy lleno de jodida harina.
Sacudo mi pantalón cuando nos levantamos del suelo. Estoy lleno, de los pies a la cabeza y Leah tampoco es la excepción. Pero ella sigue riendo con lágrimas de risa saliendo de sus ojos.
—De verdad, tienes que ver las pintas que llevas ahora mismo...
—Eh, yo siempre estoy fabuloso incluso lleno de esta mierda.
La apunto con el dedo índice y recorro mi cuerpo con la otra mano. Ella rueda los ojos y suelta una carcajada.
—No he dicho que no. Estás adorable.
Se acerca a mi, pasando sus brazos por mi cuello y acercando su boca a la mía.
—¿Acabas de decir «adorable»? Hubiera sido mejor: sexy, tío bueno...
Muevo ambas cejas al mismo compás.
—Mmm, no. En esta ocasión estás más adorable.
–murmura.
Sacude mi pelo expulsando la harina y deja un beso en mi mejilla, caminando hacia el salón dejando pisadas y un camino de harina hacia donde va.
¡Holaaaa!
Demasiado 'aaww' este capítulo, me encanta cuando son así tan tiernos y sin peleas de por medio..
Shippeo: LEAYES.
Yes, tenemos nombre para estos dos. Lo leí en un comentario de una chica hace unos capítulos atrás, gracias! Jajaja.. :)
¡Nos leemos!
❤❤❤❤
Mi Instagram:
@Neferktiti