Llego hasta él hasta llegar de nuevo fuera de la arena y la playa. Tomo las zapatillas que he tirado en el suelo antes de entrar a la playa y me los coloco de manera rápida antes de que se me escape de nuevo.
—¿Puedes parar?
–digo mientras lo sigo hasta que se detiene en seco.
Se gira bruscamente hacia atrás. Mirándome fijamente.
—¿Qué cojones quieres?
–pregunta de nuevo, en tono cortante y frío.
—¿Por qué estabas golpeando a ese chico?
Ríe. Ríe seco, sin gracia.
Me sigue mirando, con indiferencia y con una sonrisa de suficiencia en el rostro. La cual en seguida borra y sus labios gruesos se forman en una línea recta. Serio. Intimidante.
—¿Qué mierda te importa?
Me acerco hacia él cortando la distancias.
Miro sus puños cerrados y ensangrentados y tomo una de sus manos algo temerosa.
No la abre, mantiene el puño cerrado. Pero me sirve para ver la herida y sangre en sus nudillos.
—¿Por qué?
–pregunto.
Me fijo en sus ojos, tiene la pupilas bastante dilatadas de lo normal. Ha estado bebiendo.
—¿Has bebido?
–Hayes ríe y enarca una ceja.
—Y fumado marihuana y tal vez algo más.
–dice contento, sonriendo.
Alzo ambas cejas sorprendida.
Él vuelve a ponerse serio y frunce el ceño.
—Ese tío merecía una buena paliza. No sabe con quién cojones se estaba metiendo, ha tenido su merecido y su consecuencia por haberlo hecho.
–añade por último.
Escupe en el suelo y hago una mueca de asco.
Le sigo mirando directamente a los ojos, su mirada está encima mio aún. Mirándome fijamente.
—Leah, vámonos, es tarde.
–dice Adi detrás de mi y coloca su mano en mi hombro.
La mirada de Hayes se desvanece de mi y se clava en Adi.
Frunce el ceño y después sonríe.
La misma sonrisa de suficiencia de antes.
—¿Y este? ¿Por eso no querías follar antes, no?
–suelta una carcajada seca– ahora lo entiendo. Si tenías otro tío, podias haberlo dicho. Tenías planeado follar con este, ¿verdad? Veo que eres una zorra más como todas.
No voy a permitir que me llame zorra.Ni él ni nadie. Porque no lo soy y no tiene derecho a decirmelo.
Abro la palma de mi mano y abofeteo su mejilla.
Su cabeza gira hacia un lado, lleva su mano hacia su rostro y agarra su mandíbula.
Me espero alguna reacción brusca de su parte pero en cambio ríe y vuelve a mirarme. Una mirada intensa, fría, que consigue ponerte los pelos de punta. Da un paso hacia mí, quedando a solo centímetros.
—No vuelvas a hacer esto, en tu puta vida.
–me agarra del brazo con fuerza y emito un gemido de dolor.
Me quejo y Hayes bruscamente suelta su mano de mi antebrazo, al darse cuenta que me puede hacer y estaba haciendo daño.
Adi se pone entremedio, plantándole cara.
Mal hecho, Adi.
—No vuelvas a tocarla así, ni si quiera a decirle zorra como le has dicho antes. O...
Hayes le mira y se ríe en su cara.
Ahora se acerca hacia él, casi colocando frente sobre frente.
Trago en seco mirando la escena sin saber qué hacer. No quiero que se peleen. Hayes es un agresivo y no quiero que le haga daño a Adi.
Mierda, no tenía que haberme acercado a él.
—¿O qué? –lo ánima a seguir– vamos, ten cojones a continuar y acabarás como ese cabrón –ríe– No me digas que no la toque, cuando le he tocado otros lugares que tú nunca llegarás hacerlo.
El color rojo tiñe mis mejillas, a pesar de que está mintiendo y es mentira. Y la rabia tiñe de color rojo el rostro de Adi, quién prieta sus puños y frunce el ceño.
—¡Cállate, joder! –le grita– no sabes ni que cojones hablas. ¡Mírate! Eres un puto borracho y drogadicto de mierda.
–suelta.
Hayes frunce el ceño.
Siento que todo esto va acabar mal esta noche. Hayes no está en sus mejores sentidos y Adi no debería meterse con alguien como es Hayes.
Necesito parar esto antes de que vaya a más y algo malo ocurra esta noche.
—¡Callaos, dejad el tema! –grito– Adi, ve al coche. Ahora voy yo. Necesito hablar a solas con el.
Adi duda en hacerlo, me mira fijamente dudando en si irse y dejarme a solas con él. Pero finalmente, me hace caso y se va hacia el coche con la mirada puesta en Hayes, asesinándolo com la mirada. Al igual que Hayes a él.
La mirada de Hayes cruza con la mía ahora.
—¿Por qué has hecho esto, Hayes? No merece la pena.
–murmuro y doy un paso hacia él.
Está agitado y con ganas de pelea. Está muy nervioso y necesita calmarse, no está en sus cinco sentidos.
No debería meterme con él y seguir queriendo hablar y acercarme, debería haber ido con Adi y dejarlo solo. Ni si quiera sé porque hago esto después de haberme tratado de esa manera.
—Ve con tu amigo. Te está esperando.
–dice entredientes.
—Hayes, mírame –tomo su rostro entre mi mano y lo obligo a mirarme–¿por qué has bebido y fumado? ¿Por qué.. simplemente has hecho esto?
Sé que fuma tabaco, pero no que consumía marihuana. Sus ojos inyectados en sangre me miran fíjamente.
—No te importa una mierda.
–dice brusco y serio.
—Tienes que ir a casa y acostarte. No estás en buenas condiciones.
Hayes me mira y enarca una ceja.
—¿Acaso eres mi madre?
–ríe pero enseguida se pone serio.
—No, pero me preocupo por ti, aunque no lo merezcas. Vamos a casa, necesitas descansar.
—No voy a ir a ninguna parte. Nadie nunca se ha preocupado por mí, ¿Por qué lo tendrías que hacer tú? No me hagas reír, Leah.
Ruedo los ojos.
No le contesto, simplemente le tomo del brazo y tiro de él. Se queja pero no hace nada por alejarse ni por soltar mi agarre, me sigue. Cosa que me sorprende.
Abro la puerta trasera del coche de Adi y le obligo a que entre. Cuesta bastante convencerlo pero al final entra de mala gana.
—¿Por qué lo has traído?
–murmura Adi con el ceño fruncido.
—No puedo dejarlo solo por ahí y que se meta en otra pelea. Voy a llevarlo a su casa, tiene que descansar.
Adi suelta un bufido.
Escucho una risa sonora por parte de Hayes.
Le miro por el espejo retrovisor, tiene un brazo fuera de la ventanilla y una sonrisa de suficiencia en el rostro. Mientras que nos mira a ambos y retira la mirada hacia la ventanilla.
[...]
Cuando llegamos, Hayes está dormido en los asientos traseros. Tiene la boca medio abierta, con el ceño fruncido y está con los brazos cruzados.
Coloco la mano en su hombro y lo muevo lentamente, hasta que él abre los ojos poco a poco y frunce el ceño al notar que lo despiertan.
—Vamos, ya hemos llegado.
–murmuro en voz suave y me aparto de la puerta para que pueda salir.
Una vez que sale del coche, me acerco a la ventanilla de Adi.
—Voy a quedarme y ayudarle. Despues iré a casa, ya me las apañaré.
—¿Estás segura?
–me pregunta con cierto temor
Asiento.
—Si necesitas que venga a por ti, llámame y vendré. Ten cuidado.
Vuelvo a asentir y me despido de él con un beso en la mejilla.
Hayes abre la puerta como puede después de varios intentos inútiles. Le ayudo a subir las escaleras hasta llegar a su habitación y se deja caer en la cama nada más llegar a la habitación. Se pasa las manos por el rostro y despues por el pelo, con frustración.
—Descansa y ni se te ocurra volver a beber o hacer ningúna locura.
–le apunto con el dedo.
Me doy la vuelta cuando veo que Hayes cierra los ojos y suelta un suspiro.
—¿Dónde tienes el algodón y el alcohol? Hay que curar las heridas.
–digo llegando hacia el cuarto de baño de la habitación de Hayes.
—En el baño. En la puerta izquierda.
–dice sin ganas.
Después de curarle las manos en un silencio incómodo, vuelvo a dejar el alcohol y algodón en su lugar y me dirijo hacia la puerta para marcharme.
Cuando escucho su voz, me giro hacia él.
Está quitándose la camiseta y tirándola hacia un lado cayendo en el suelo.
—No te vayas. Quédate, solo esta noche. No vamos a hacer nada.
Cierro los ojos fuertemente por unos segundos y después los abro. Suelto un suspiro.
No puedo dejarlo solo y menos en el estado que esta. Puede hacer cualquier locura otra vez. Y aunque no debería preocuparme lo más mínimo, lo hago.
Me doy la vuelta hacia él, se acaba de acostar en la cama. En una esquina de la cama, dejándome un lugar.
¿Debería aceptar?
—¿Puedes dormir conmigo?
–murmura.
No sé si debería. Pero terminó asintiendo con la cabeza y camino hacia la cama dejándome caer en ella lentamente. Quitándome los zapatos y dejándolos bien puestos en el suelo.
—Gracias.
–es lo único que escucho después de quedarse totalmente dormido.
¿Hayes diciendo gracias?
Me sorprende que haya dicho gracias y más estando en el estado en el que está.
Miro hacia el techo blanco. Apago la luz y me quedo quieta, boca arriba. Pensando si he hecho bien en aceptar quedarme aquí con Hayes.
Ahogo un grito, cuando siento el brazo de Hayes envolver mi cintura de repente y cortando las distancias que ambos habíamos puesto y nos dividía.
No aparto su brazo, no quiero despertarlo.
Aparte, no me molesta demasiado.
Poco a poco siento como mis ojos pesan y como me voy quedando dormida, con el brazo de Hayes envolviendome la cintura.
¡Holaaaa!
Uy, uy..
Leah ha aceptado quedarse a dormir con Hayes, en la misma cama...
Este Hayes es todo un loquillo!
Espero que os esté gustando y mañana nos leemos con más y mejor.
Comentad, votad y la continuo mañana! 😉
¡Nos leemoos!
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