Capítulo 115. Descendientes

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| AÑO 160 DG |


Han pasado 60 años desde el final de la Guerra de los 100 Años...

60 años desde que Sokka y Katara encontraron al pequeño y divertido Aang en el iceberg.

60 años desde que toda una aventura inició.

60 años desde que una familia comenzó a formarse, y se prometió estar siempre unida.

Seis décadas desde que el Príncipe Zuko había sido coronado como nuevo Señor del Fuego.

Hacía nueve años Sokka había tenido que despedirse de su amada Suki, mientras que Zuko hacía lo mismo con su amada Mai. Dos grandes amores se dividían, y dos grandes leyendas se iban.

Hacía siete años lamentablemente el tiempo de Aang en aquel mundo se había terminado, y había dado paso a un nuevo Avatar. Una niña atrevida y soñadora llamada Korra.

Y hacía tan solo unos meses, los viejos amigos habían tenido que hacerle frente a una pérdida que lo cambió todo. La pérdida del gran Sokka, una leyenda sin igual. Una inspiración mundial. Su muerte había golpeado mucho a todos, y aunque muchos no pudieron presentarse a su entierro, eso no significó que no hayan lamentado su deceso.

Sus sobrinas, especialmente, Lin y Suyin, se habían enterado de lo sucedido desde sus nuevos puestos. Una era Jefa de Policía en Ciudad República, y la otra Matriarca del apenas nacido Clan de Metal. Lamentablemente, ni siquiera eso las unió entre sí o con su madre, quien tampoco hizo acto de presencia ante el deceso de su gran amigo, el cual sintió partir desde el pantano.

La energía que Sokka había desprendido siempre, sus ganas de vivir, sus ganas de seguir adelante y de ser cada día más fuerte, habían sido siempre muy admiradas por su vieja amiga Toph, y no le fue muy difícil ya no "verlo" en el plano terrestre. En aquel momento ella se hallaba recolectando sus hongos favoritos para la cena, cuando aquel zumbido llegó a sus pies...

La muerte de Sokka había llegado, lamentablemente, unos pocos días después de que Pema descubriera una gran noticia que había alegrado muchísimo a su esposo Tenzin y a todos en el Templo Aire de la Isla. Estaba embarazada...

. . .

En aquel momento el embarazo de Pema era de un par de meses, pero ahora se habían cumplido nueve meses. Había llegado el gran día. Pema se hallaba inclinada hacia el huerto que una de sus amigas acólitas había cuidado en aquella temporada, cuando entonces sintió un fuerte dolor interno y de un segundo al otro un extraño líquido había cubierto la tierra bajo ella.

Espantada, Pema fue ayudada por sus compañeras acólitas a regresar al Templo, y de inmediato llamaron a Tenzin al Ayuntamiento. Aquel día la sesión duraría toda la mañana y gran parte de la tarde, sin embargo apenas el teléfono sonó el Concejal sabía perfectamente de qué se trataba, por lo que solo fue atender y preguntar si era lo que creía que era.

Cuando oyó un "sí" del otro lado, dejó incluso descolgado el teléfono y subió a la terraza del edificio, subiendo a Oogi más rápido que un rayo y partiendo hacia su hogar. Para su buena suerte, no era demasiado tarde cuando llegó al Templo. Pema estaba en trabajo de parto y su amado pudo estar presente en la habitación, aunque no estaba preparado emocionalmente para aquello. Un parto es una montaña rusa de emociones que acaba sin dudas en la emoción.

Tenzin no pudo evitar acabar así, muy emocionado con lágrimas en los ojos, pues todo el tiempo pensaba en lo inevitable: su padre no había tenido la oportunidad, ni el tiempo, de conocer a su primer nieto. Sosteniendo la mano de Pema, Tenzin terminó perdido en sus pensamientos y con sus ojos llenos de lágrimas, cuando entonces un ensordecedor llanto le devolvió a la tierra...

Avatar. Siempre JuntosWhere stories live. Discover now