Capítulo 38. Padres primerizos

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Abandonando la habitación y corriendo por los pasillos del Templo, la mirada de Aang acaba nublada por las lágrimas que llegan a él de un segundo a otro. Lo que acaba de oír de parte de su amada le ha devastado y hecho trizas en un instante. Todo debe ser un sueño, más que eso, debe de tratarse de una horrible pesadilla de la que quiere despertar ya.

-¡No!- Grita con todo el poder de su garganta, golpeando el suelo y generando una avalancha de rocas frente a él que llega hasta un árbol, derrumbándolo por un precipicio de la Isla. Con sus poderes de Tierra Control levanta una roca de tamaño medio y también la lanza.

-¡Te quedarás sin Isla si no paras!- Oye el grito de una voz conocida. Toph.

Gruñendo de la ira Aang corre lejos de ahí, llegando hasta el muelle y tomando el primer bote con el que se encuentra, uno de remos pero que, con su Agua Control le da gran velocidad. En cuanto Toph llega hasta ahí ya no siente a su amigo cerca, tras unos segundos Sokka llega, con la vista de su cuñado alejándose en el horizonte. Ambos están sumamente preocupados.

-¿A dónde crees que vaya? Tenemos que calmarlo o destruirá lo que sea que esté a su paso.

-Aang es impredecible en estos casos, pero creo deberíamos dejarlo solo.- Responde Sokka, en lo que se cruza de brazos y niega con la cabeza. –Nuestra mayor atención ahora debe estar con Katara, no podemos permitir que se sienta culpable por esto. No permitiré que Aang vea como una desdicha la llegada de Bumi.- Dice finalmente, volviendo sobre sus pasos a la Isla.

Tras la desafortunada lectura de Chi de Katara a su hijo recién nacido, Aang se ha marchado de repente de la Isla, dejando a su amada con un bebé en brazos y su rostro cubierto por una manta de lágrimas. Sorprendentemente es Toph quien está sentada a su lado, con su mano en su hombro intentando calmarla. Desde la puerta, Sokka mira a su hermana muy angustiado.

-Sé que su mayor sueño era que él fuera Maestro Aire, ¡pero no lo entiendo!- Exclama Katara entre lágrimas y mocos. –Este era nuestro más grande sueño, formar una familia... ¡No puede hacerme esto el día del parto!- Vuelve a gritar con gran ira y tristeza.

-Aang solo está dolido porque Bumi no resultó ser un Maestro Aire como esperaba, pero él no va a abandonarte ni nada parecido. Volverá una vez se calme.- Le dice Toph.

-¡No se tendría que haber ido en un primer lugar! ¿Qué tal si no vuelve en días o semanas? ¡Yo no quiero criar a mi hijo sola!- Grita Katara con la voz entrecortada.

-Ya, ya, ya...- Interviene Sokka, acercándose. –No te esfuerces mucho hermanita, acabas de dar a luz. Bebe un poco de agua, relájate un poco y deja que Bumi conozca a su tía Toph.- Le dice con un tono de voz alegre, fingido claro. Está intentando animarla de cualquier forma posible.

-¡Yo no quiero relajarme sin Aang!- Exclama Katara, sacudiéndose en la cama.

-Vamos Katara, ninguno de los dos quiere verte en esta situación. No le haces bien a Bumi tampoco.- Le dice Toph, cuando entonces sucede lo que más querían evitar, que el bebé llore.

El llanto del pequeño recién nacido es insoportable y ensordecedor, haciendo que Toph se tape los oídos por el molesto ruido que ha invadido la habitación. Mirando con gran tristeza al pequeño en sus brazos, Katara toma un respiro y acomoda al niño de una mejor forma en sus brazos. Con su mano libre le acaricia un poco el pecho, calmándolo al instante.

-Tienes un don maternal natural.- Le dice Toph, sonriendo ampliamente.

-Por favor Sokka, o Toph... que alguno vaya a buscar a Aang.- Les pide Katara, entre lágrimas y mirando al bebé. –Solo deseo que no me odie... yo no lo hice a propósito, ¡lo juro!

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