Capítulo 45. Amor y terror

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Es un nuevo, tranquilo y silencioso día en el Templo Aire de la Isla. El Sol se levanta en lo alto del cielo por el oriente y da luz a las miles de plantas de toda la Isla. Los nuevos bisontes que Aang trajo a la Isla, que serán al menos unos 12 o 13 despiertan uno por uno y comienzan con sus matutinos paseos en manada alrededor de toda la Isla. Aún no se animan a ir más allá.

Con los pájaros cantando posados en las ramas de un árbol cercano, aquel cantar entra por la ventana de la habitación de Aang y Katara, en donde solo se encuentra ella acostada entre las sábanas celestes, estirándose lentamente. Al sentir el otro lado de la cama vacía, abre los ojos. Otra vez Aang madrugó y se fue. Ya viene sucediendo desde hace una semana y le preocupa.

Sí, la situación en Ciudad República está un poco inestable, pero Katara opina que Aang no se debería ocupar de ello. Es el Avatar y ante todo desorden debe actuar, pero esto va más allá de su poder, son situaciones y problemáticas políticas que debe resolverlas el Concejo. Pensando en tal, es cierto que su Presidente, Sokka, se ha ausentado de la Ciudad ayer mismo, pero se ha ido con una buena razón: detener a Toph en su loco afán de querer detener sola a Sato.

Toph es una historia completamente a parte. Katara siempre ha pensado que su loca amiga da los movimientos certeros en los momentos indicados, no por nada es la mejor Maestra Tierra de todos los tiempos; sin embargo la joven Maestra Agua ha sentido que últimamente Toph se ha desviado un poco, bastante, de este llamado "ying neutro": esperar y escuchar. La ha visto mucho más agresiva y directa, como si se tratara de un Maestro Fuego.

Por otra parte está completamente segura de que, de una forma u otra, Toph logrará dar con el poderoso magnate fugitivo y lo pondrá tras las rejas, pero no cree que lo haga tan rápido. Si algo ha visto con el paso de los años, es que los enemigos siempre se vuelven cada vez más poderosos y estratégicos. Los héroes también, pero a estos siempre les cuesta más.

Ahora todo está en el punto en el que los villanos crecen notoriamente y los héroes se quedan atrás. El punto en el que Ciudad República se sumerge en el caos, y sus héroes se dispersan, se pelean entre ellos y no quieren entrar en razón de que la única forma de vencer, es juntos. Con su creciente segundo embarazo, Katara se ve impedida de ayudar tal y como hacía antes.

Tomando asiento en la gran cama matrimonial, Katara observa por la ventana abierta a varios lémures de cola anillada pelearse por unas cuantas frutas que cuelgan de un árbol. Sonriendo, la joven de 26 años se levanta y se encamina a prepararse para aquel día, en el que espera ver a Aang antes del anochecer y poder pasar tiempo junto a su pequeño Bumi, quien descansa en la habitación de al lado y, para su gran fortuna, no protestó en toda la noche.

Casi media hora más tarde Katara sale del edificio de habitaciones de mujeres cargando a su pequeño e inquieto Bumi, quien no hace más que llorar y llorar pidiendo por su padre. Katara intenta de todas las formas posibles explicarle que no sabe a qué hora Aang llegará, y que no vendrá hasta probablemente la noche, pero el pequeño se niega a escuchar y sigue pataleando.

-Buen día Maestra Katara.- Le recibe una Acólita una vez entran al comedor. –Y Bumi...

-Hola Kylie, vamos a desayunar lo de siempre.- Le dice Katara, sonriendo amablemente.

-De inmediato.- Le dice la Acólita, haciendo una corta reverencia y marchándose a la cocina.

Tomando asiento en la mesa de siempre frente a la ventana abierta que da a Ciudad República, Katara sienta a Bumi a su lado y le comienza a hacer mimos. Entre abrazos, besos y cosquillas logra que el pequeño se calme y quiera comer. Minutos después llega Kylie junto a otras dos Acólitas, las tres sirven todo el desayuno sobre la mesa y se retiran, a excepción de la mayor.

Avatar. Siempre JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora