Capítulo 11. Golpe de Estado, Parte 2

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-Ha sido un Golpe de Estado...- Comenta el viejo Maestro Fuego.

Todos se callan al momento, ninguno puede creer lo que sucede.

-¿Dónde están Suki y las Guerreras Kyoshi?

-Ellas, la familia de Zuko y toda la servidumbre fueron evacuados en la madrugada. Zuko no quiso ponerlos en peligro, y prefirió alejarlos antes de que cayesen prisioneros como él.

-¿Dónde están Ahmed y Xavier?- Pregunta Aang.

-En la Resistencia, en las afueras de la ciudad. El plan es ir a por ayuda, volver y recuperar la ciudad. Con ustedes aquí, y todo este ataque imprevisto, tenemos más oportunidades de que, en unos días, todo vuelva a la normalidad.- Explica el buen señor.

-No, no... En unos días ya será demasiado tarde. Tenemos que recuperar Ciudad Capital antes de que este día acabe. Si la noticia corre por el mundo, sé de un Rey que podría preparar tropas para defender sus fronteras.- Dice Sokka, refiriéndose a Kuei.

-Exactamente, Sokka, necesitamos que Kuei haga eso.- Dice Aang.

-¿De qué hablas?- Pregunta el guerrero del sur, sorprendido.

-¿Crees que vamos a poder detener todo esto sólo nosotros?- Le cuestiona Aang.

-Pues yo creo que...- Comienza a decir Sokka, cuando es empujado hacia abajo.

-¡¡TODOS AL SUELO!!- Grita Toph, obligándoles a agacharse.

De repente una bola de fuego quiebra el muro de la mujer ciega, pasando por encima de sus cabezas y golpeando las grandes puertas de entrada al palacio. Aang se pone en pie...

-¡Debemos salir de aquí ahora!

Sería un engaño decir que Aang aceptó esta petición del viejo maestro fuego, sino más bien fue Katara quien le tomó del brazo y obligó a subir al bisonte. En lo que Appa ruge y evade bolas de fuego que disparan, Aang se queda viendo al Palacio, muy apenado por todo lo que está pasando. Personas como él debieron impedirlo, debió de haber actuado antes, haber reconocido a Ur como un traidor, y no irse cuando Zuko se lo ordenó. Él es el Avatar, no un súbdito al que puedas echar, tiene que demostrar respeto, o le pisarán...


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Lentamente abre sus ojos, muy confundido y con un gran dolor en la cabeza. Intentando ponerse en pie de estar acostado contra una pared sólo consigue sentarse, y es que sus dos brazos y piernas están sujetas al suelo por cortas y oxidadas cadenas metálicas. Mirando hacia todo su entorno ve que se encuentra en una celda bastante pequeña e incómoda.

A través de los barrotes de metal ve un pasillo conocido: es que lleva al sótano del Palacio. De repente una luz ciega su vista, obligándole a bajar la cabeza al no poder cubrirse los ojos. Una gigantesca puerta se abre, permitiendo el paso de un hombre que viene con una túnica anaranjada puesta con una banda de color bordo encima. Lleva su cabello blanco suelto y una medalla de oro en el pecho. Viene custodiado por dos Guardias Imperiales.

-Ur...- Susurra Zuko.

-Me alegra volver a verle, Señor del Fuego.- Dice Ur. –Qué pena que haya acabado así... Es lo que pasa con aquellas personas que dejar de seguir sus ideales, y se vuelven traidores.

-¡Tú has traicionado mi confianza! ¡Eres un ser despreciable!- Le grita Zuko.

-Le recuerdo que fue usted quien traicionó a su propia familia uniéndose al Avatar. La Guerra era la única forma en la que la Nación del Fuego demostraba la grandeza que poseía, ¡y usted se encargó de echar al país abajo y humillarnos mundialmente!- Grita Ur.

Avatar. Siempre JuntosWhere stories live. Discover now