Capítulo 34. Princesa Izumi

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La boda de Aang y Katara ha sido un rotundo éxito, todos se han conmovido con la ceremonia y divertido en la fiesta posterior. Los días han ido pasando y la feliz pareja ha decidido irse de descanso en un viaje nómada por el mundo, recorriendo algunas de las islas más alejadas del noroeste del Reino Tierra. El Templo Aire de la Isla ha quedado en manos de los Acólitos del Aire, quienes se han instalado perfectamente y han comenzado a vivir plenamente en paz.

Sokka y Toph continúan hospedados en el Hotel "Cuatro Elementos", el cual era propiedad de Industrias Globalización Sato. Cuando se presentaron algunas denuncias contra su dueño, el Gobierno tomó la decisión de tomar algunas de sus propiedades para que estas continuasen su perfecto funcionamiento en la Ciudad. Una de las excepciones fue para el ahora Concejal electo Sokka, quien logró mantener su casa en los suburbios y se mudará a ella próximamente.

Zuko, Mai, Ty Lee y Suki ya se han embarcado en una Aeronave Imperial, de regreso a casa. Ya han acabado todos los viajes oficiales y visitas especiales a amigos o cercanos, ahora la agenda del Señor del Fuego no es más que en Ciudad Palacio, en su Nación. Él ha pedido que sea así ya que desea acompañar a Mai en los próximos seis meses de embarazo, quiere estar presente en el desarrollo, el crecimiento de la panza, y que todo culmine con el buen nacimiento de su hija.

-Es el segundo pastel que te comes sola.- Le dice Zuko por lo bajo a su amada. Están todos, a excepción de Suki, sentados en una mesa rectangular en el gran salón del dirigible.

-¿Y qué? Tengo hambre.- Le dice Mai en lo que sigue tragando de la crema glaseada.

-Déjala Zuko, ahora ella tiene que comer por dos.- Le dice Ty Lee, riendo.

-Bueno, pero antes comía una rebanada, ¿no debería comer dos? No dos pasteles.

-Deja de quejarte y pídele al Chef que me traiga más.- Le ordena Mai.

-¡Sí señora!- Exclama Zuko, poniéndose en pie y abandonando aquella sala.

Llegando hasta la sala que el Chef del Palacio ha ocupado para preparar las comidas durante los viajes de ida y vuelta de la Familia Real, Zuko saluda al agradable sujeto y le pasa todo lo que su amada esposa le ordenó, riendo ante la reacción del hombre y marchándose de nuevo a donde se encontraba antes. Ya va de vuelta, cuando alguien posa su mano en su hombro...

-Suki... ¿Estás bien?- Le pregunta Zuko, al verla cabizbaja.

-Sí... yo solo, quería, bueno... quería hablar con usted, si es posible.

-Eh, claro Suki, para lo que quieras.- Le dice Zuko, sosteniéndole de la mano cuando siente que podría caerse en cualquier momento. -¿Te sientes débil? ¿Quieres que te lleve a descansar?

-Me siento cansada... y muy confundida.- Susurra ella, desplomándose contra la pared.

-Ven, te llevaré a tu cuarto.- Le dice él, rodeando uno de sus brazos por su cuello, ayudándola a caminar. Para ese momento Suki oculta su rostro y comienza a llorar desconsoladamente.

Una vez llegan a la habitación, Zuko ayuda a Suki a recostarse en la cama, dejándola sobre tal como si se tratase de una pluma. Tras eso se le queda viendo unos segundos, está con la vista perdida en algún lugar del techo, sus ojos están llenos de lágrimas y no se mueve para nada. Sin saber muy bien qué hacer, Zuko planea salir de la habitación y pedir ayuda femenina.

-Espera, no te vayas.- Oye decir, cuando entonces se encuentra con Suki sentándose.

-Duerme un poco. Llamaré al resto de las Guerreras para que vengan a verte.- Le dice él.

Avatar. Siempre JuntosWhere stories live. Discover now