Capítulo 41. Tiempos felices

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| AÑO 112 DG |


Caminando por los Acantilados Sur de la Isla del Templo del Aire en una tranquila y silenciosa mañana, Aang y Katara van tomados de la mano. Las bellas plantas, las hermosas y coloridas flores, los lémures de cola anillada que vuelan de aquí hacia allá, los bisontes a lo lejos... Todo en el lugar es sumamente tranquilo, tal y como Aang imaginó que sería su vida.

-Muy bien, ¿ya nos hemos alejado del resto del mundo lo suficiente?- Bromea Aang.

En verdad ese paseo no estaba para nada pensado. Hace no más de 20 minutos Katara le visitó en su oficina en la Torre del Templo, allí le pidió si podían hablar un momento a solas, y ella fue quien eligió ir hasta ese despejado lugar para decirle lo que sea que tenga que decirle.

-Yo creo que sí, el lugar es increíble.- Dice Katara, con sus mejillas sonrojándose al instante.

-Te pusiste tímida cariño, ¿qué sucede?- Le pregunta él, acariciando su barbilla suavemente y levantándola apenas un poco, para que ella le mire a los ojos.

Mirando a su amado directamente a los ojos, Katara sonríe atemorizada. Sabe que el joven de 24 años saltará hasta el espacio exterior cuando escuche la gran noticia, sin embargo ella no se permite dejar de tener miedo, incluso en el gran día, estará muy nerviosa, y es que están en esa situación por segunda vez. Es una segunda oportunidad para él, para su gran sueño.

La alegría que llega a ella una vez se lo cuenta es indescriptible. Una gran sonrisa se forma en su rostro cuando Aang se queda boquiabierto, para luego sonreír con sus ojos húmedos y, tras asimilar lo que acaba de oír, comenzar a reír, gritar y saltar como un desquiciado. En todo ese gran rato, Katara no hace más que reír y seguir a paso ligero a un muy emocionado Aang.

Finalmente llegan hasta otro pequeño precipicio de la Isla, en donde Aang se detiene, montado en su patineta de aire y observando la Ciudad a lo lejos. Su sonrisa se reduce un poco y entonces baja de la esfera, permaneciendo allí, viendo los grandes rascacielos y la gran estatua en su honor por unos breves segundos. Es entonces cuando Katara llega hasta su lado.

Al sentir el suave y dulce tacto de su amada, Aang se voltea lentamente hacia ella, dándole el más grande de los abrazos y el más sincero cariño. Abrazados en silencio, deciden permanecer un poco más, con Aang levantando un poco la mirada, teniendo el rostro de Katara aferrado a su pecho. Cerrando los ojos al igual que ella, Aang deja un beso en el cabello de su amada...

El joven Avatar no tiene idea de a quién agradecerle por la hermosa vida que ha ido formando en los últimos años. Lo que más le gusta y, a la vez preocupa, es que ha podido formar una familia y también construir un hogar sin tener que preocuparse por villanos que busquen su fin. Son tiempos de paz, tiempos felices, y está muy agradecido por ello, pero el sentir que algo realmente malo se aproxima le atemoriza, y no solo por él, por quienes ama...


~*~*~


La alarma del pequeño supermercado comienza a sonar a todo lo que da, generando luces en tonos colorados que iluminan todo el local. La joven cajera grita de miedo, echándose contra la pared cuando Toph atrapa en sus fuertes brazos a uno de los matones, tirándolo como si fuese una bolsa de basura contra un expositor de comida enlatada. Antes de que el otro malhechor pueda percatarse se lleva un cable metálico como bofetada en la cara, el cual le deja dormido.

-¡Jefa Beifong, llegamos!- Exclama un Oficial Maestro Metal de piel oscura, entrando en el lugar en posición de ataque y encontrándose con el mismo hecho pedazos.

Avatar. Siempre JuntosWhere stories live. Discover now