Capítulo 91. Heredero (Inicio del Libro 7: El futuro)

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| AÑO 130 DG |


La Tribu del Agua. Una Nación que comenzó su existir hace miles de años, cuando aquellos que fueron iluminados por los Leones Tortuga decidieron abandonar un enorme continente por sus constantes enfrenamientos a los llamados "Maestros Tierra".

Navegaron sin cesar hasta que llegaron a las costas de un nuevo continente que les permitía vivir como ellos lo deseaban: rodeados por su elemento tan adorado. Nació así la Gran Tribu Agua, ubicada en el Polo Norte, y poco a poco levantaron una gran civilización.

Casi en los Comienzos, un grupo se rebeló al resto de la Tribu y protestó por diversas formas y leyes que proclamaban sus líderes. La más escuchada y que resonó en cada témpano de hielo fue el que las mujeres no podían convertirse en Maestras del Agua Control.

Con esa queja en sus puños, muchas mujeres cautivadas y seguidas por muchos hombres, decidieron partir lejos del Polo Norte en búsqueda de una nueva oportunidad de ser libres. El viaje fue duro y su travesía desembocó en que algunos les abandonaran instalándose en un pantano de mala pinta, sin embargo muchos otros llegaron hasta el Polo Sur.

Instalándose allí, los hermanos y hermanas que desertaron del Norte comenzaron su propia Tribu y desarrollaron sus propias costumbres, seguros de que aquello les guiaría a ser en un futuro una civilización de gran porte y un ejemplo para todo el mundo...

Por su lado, la Tribu Agua del Norte no dejó que aquello les tirara abajo y siguieron creciendo como lo hicieron siempre. Trabajando y luchando. Enfrentaron cientos de amenazas que el mundo exterior les iba llevando, pero se fueron fortaleciendo y formando, logrando que todos teman acceder a su tundra congelada y su terreno mortal.

Durante la pasada Guerra de los 100 Años, el Señor del Fuego Azulón, quien fuera recordado por su especial destrucción de la Tribu Agua del Sur, también intentó en su día comandar a su Ejército hacia el Polo Norte, fallando gigantesca-mente. Más tarde, cuando el Avatar Aang ya se encontraba dando vueltas nuevamente por el mundo, fueron nuevamente amenazados.

Fue el Comandante Zhao quien lideró una flota entera hacia la fortificación del Norte, aunque sus intenciones eran mayores al ya fallecido Señor de la Guerra Azulón. Logró su cometido, y caminó libremente por las calles de aquella gran ciudad... Se internó en su Oasis más sagrado y allí asesinó al Espíritu de la Luna, provocando la furia del Avatar y del General Iroh.

En un fallido intento de escape, se vio en un combate mano a mano contra el Príncipe Zuko, y juntos vieron el resurgir de la Luna cuando la Princesa Yue se sacrificó como el destino lo había dictado el día de su nacimiento. Tras aquel día, la Tribu Agua del Norte no sólo siguió en pie, sino que su más experto Maestro Agua decidió dejar su tierra natal y viajar al Polo Sur con fin de ayudar a sus hermanos y hermanas sumamente afectados.

Cuando el Avatar Aang le puso fin a la Gran Guerra, desde la Tribu Agua del Norte decidieron que ya no se ocultarían tras sus muros de hielo y tomaron la decisión de expandirse de una forma que fue muy criticada por sus ciudadanos más conservadores, pero que con el tiempo se aceptó. Abrirían paso a la conexión con las pequeñas aldeas más alejadas a la Capital...

Fue difícil al inicio, pues como no tenían contacto con la gran Ciudad Central y no tenían idea de sus costumbres, se dieron cuenta de que la regla de que las mujeres no fuesen Maestras no era respetada en la totalidad del Polo Norte. Aquellas aldeas, al ver que la Gran Capital quería anexarse a ellas para crecer, pusieron como condición que no impusieran sobre ellos aquella "idea tan arcaica", como lo definieron sus Jefes. Fue así, como aquella ley quedó en la nada.

Y aquel no era un día más en la historia de la Tribu Agua del Norte. El feliz matrimonio que ahora reinaba sobre la Tribu tras la abdicación del Jefe Arnook, padre de la fallecida Yue, iba a tener a su primogénito. Toda la Ciudad y sus alrededores estaban de fiesta, pues se tenía una gran esperanza sobre este nuevo bebé que estaba a tan solo horas de llegar.

Algún día, aquel pequeño se convertiría en el heredero de una Nación que en toda su historia estuvo al frente de la tradición y la cultura en todo el mundo. Manteniéndose en pie a pesar de todas las guerras que ocurrían a sus costas, y únicamente amenazados por rebeldes de aldeas vecinas que no eran nada contra el increíble guerrero que el Jefe Tribal se había convertido.

Una tranquila madrugada, mientras el Sol se asomaba por el horizonte y la Luna llena casi con su imagen transparentada se alejaba de la vista del pueblo, el Palacio Real se inundó con el llanto del recién nacido, que sería bautizado bajo el nombre de Tonraq. Un pequeño que algún día lideraría una gran Nación y que sería aliado del Avatar, tal y como Arnook lo fue de Aang.

. . .

Y así funcionaba el mundo. Los grandes héroes crecían, y los grandes líderes envejecían. Era el momento en el que establecerse era el principal objetivo, y poco a poco todos lo hicieron. Con 40 años, el Avatar Aang había formado una hermosa familia. Casado, felizmente con su amada Katara y teniendo junto a ella tres hermosos hijos. No podía pedir más.

Zuko casado y manteniendo una relación estable, tras muchas idas y vueltas, con su querida Mai. Juntos, el Rey y la Reina del Fuego tenían una preciosa hija, Izumi, que crecía y se volvía una niña mucho más hermosa, fuerte, independiente e inteligente, de lo que ya era. Toph, por su lado, criaba e iba aprendiendo cada vez más de sus talentosas niñas, Lin y Suyin. Cada día junto a ambos terremotos era una nueva aventura, pero que le encantaba vivir.

Azula y Ty Lee. Dos chicas que dudaron mucho sobre cuál era su verdadero destino, vieron que su hogar estaba tras los altos muros de Ba Sing Se en una humilde pero cómoda casa. Una de la otra fueron aprendiendo y poco a poco dejaron de tener miedo a salir a las calles, allí en donde muchos no les reconocieron, y muchos otros sí. Juntas, superaron cualquier adversidad.

Así como ellas, Haku y Jingbo en el Templo Aire del Este aprendieron que no debían temer a sentir y seguir lo que su corazón les dictaba. Tras cada beso y tras cada abrazo, se sentían cada vez más cerca uno del otro y aquello les brindó la libertad que durante años buscaron y no habían podido encontrar. Juntos aprendieron a ya no tener miedo.

Sokka y Suki, dos miembros del Equipo Avatar tan cuestionados por sus pares por su decisión de no tener hijos. Más allá de eso, fueron respetados y entendidos. Ellos no veían que su futuro sea sólo en Ciudad República, siendo que ellos no eran originarios de aquella gran Ciudad que por un tiempo les atrajo, pero que sabían que algún día deberían dejar por la responsabilidad que le esperaba a Sokka en su tierra natal, cuando su padre Hakoda ya no estuviese...

Sin dudas las vidas de todos habían cambiado, y habían mejorado...

Incluso aquel ser despreciable, que aterrorizó a Ciudad República con su oscura habilidad, aquel mismo día en el que Tonraq, el heredero del Trono del Norte abría sus ojos al mundo, también concebía a su propio heredero, a quien decidió llamar Noatak.

En cuestiones así, se ve cómo la luz crece, y la oscuridad también.


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Apoyando sus manos en aquel desgastado barandal, Iroh abre sus ojos y sonríe...


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Nota: Bueno espero que este mini capítulo les haya gustado. Más que nada es relleno xD pero bueno, voy siguiendo la cronología completa del Universo Avatar y cuando en una época dice solo "nació..., nació..." y pues no son personajes demasiado importantes al menos en aquel momento, terminan saliendo estos capítulos :V Pero, el próximo capítulo les prometo que es IMPERDIBLE, y les anticipo que deberéis tener pañuelos cerca :v Bueno yo solo digo, ojalá alguien llore xD ¡Nos vemos el sábado! Ah y como siempre no olviden votar cada capítulo que leen y compartir la historia con sus amigos :D -Nico.

Avatar. Siempre JuntosWhere stories live. Discover now