Capítulo 58. Una nueva oportunidad

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Es una tranquila tarde para uno de los Concejales de la República Unida. En su hermosa casa alejada del Centro y del caos, Sokka descansa en su patio trasero echado sobre una hamaca que cuelga de dos árboles. Está bebiendo un jugo de naranja, lleva lentes de Sol a pesar de que le dé toda la sombra del lugar y va solo en unos pantaloncillos, con su torso desnudo.

-¡Señor Sokka, señor Sokka!- Oye de repente unos gritos conocidos.

-Patty, ¿qué sucede?- Reacciona el de 32 años, levantándose y encontrándose a su vecina del otro lado de su patio, quien parece haber corrido hasta ahí.

-Hay una joven esperándole en su pórtico. Dijo que tocó tres veces y estaba a punto de irse.- Le informa su vecina. –La vi cuando salí a regar mis plantas. Debería instalar un timbre, señor.

-Oh, es buena idea. ¿Y quién es? ¿Mi hermana, Toph? Podría haber pasado.- Dice Sokka, en lo que toma una camiseta hecha un bollo en el césped y se pone el calzado.

-No es ni su hermana ni su amiga, parece venir de fuera. Carga un bolso de viaje, y viste de una forma muy extraña, como si fuera al circo.- Le explica la alterada mujer. –Atiéndala.

-¿De circo? Eh, sí claro, iré a atenderla de inmediato. Gracias Patty.- Le dice Sokka, antes de ir hacia la casa para entrar por la cocina, atravesarla y llegar a la sala principal. -¿Quién serás?

Con una sonrisa, Sokka abre la puerta principal de la casa, y lo que se encuentra del otro lado le deja mudo e inmóvil. Le sorprende tanto, para mal, que su sonrisa se borra en un segundo...

-Hola, Sokka.- Le dice ella, bajando la mirada.

-Suki...- Dice él por lo bajo, entristeciéndose al instante.


~*~*~


-Wow... no, no te esperaba.- Le dice él, apoyando su mano en el marco de la puerta. -¿Q-qué haces aquí? Creí que vivías en la Isla Kyoshi, después de tu retirada del Palacio.

-Sí, sobre eso... Me gustaría explicarte bien qué sucedió. ¿Puedo entrar?

-Es una gran sorpresa que estés aquí pero, ¿por qué?- Le pregunta él, bajando la mirada.

-Sé que Zuko les debió decir a todos que ni yo ni mis amigas trabajamos más para él, hace ya cuatro años.- Comienza Suki, equivocándose al nombrar a Zuko ante él.

No es que Sokka tenga problemas con Zuko. Tiene problemas cuando Suki menciona a Zuko.

-Sí... lo dijo en una de sus tantas cartas, hace ya muchos años. Te mudaste a la Isla Kyoshi, ¿vienes de visita a conocer a los hijos de Aang y Katara?- Le pregunta entonces él.

-¿No crees que esta conversación se podría hacer más amena, si entro?- Le pregunta ella. –Sé que tienes muchos motivos por los cuales cerrarme la puerta en la cara, pero...

-Pasa.- Le dice él, haciéndose a un lado y cerrando los ojos tras su entrada.

Cerrando lentamente la puerta, Sokka duda si ir o no. Podría aprovechar y huir lejos, pero esa es su casa, lamentablemente. No hay a dónde ir. Llegando hasta la sala, se encuentra con Suki viendo un poco la casa y la muy buena decoración al estilo del Sur. Tras ofrecerle sentarse y un vaso de agua, Sokka va a la cocina a tomar aire. Al llegar, está muy agitado.

Debe calmarse. No ha visto a Suki en más de cuatro años y siente como si hubiesen sido 40. Es muy loco verla de nuevo cuando ella se fue diciendo que amaba a otro hombre, rompiendo con todas sus ilusiones, con todos sus sueños, y con todo su corazón. Y no le gustaba cualquier hombre, le gustaba, amaba, a Zuko, uno de sus mejores amigos. ¿Cómo perdonar algo así?

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