Capítulo 40. Ruptura

931 30 36
                                    

Tras oír el timbre de su puerta sonar, Sokka se levanta de su cómodo sillón y camina hasta el recibidor de su nueva casa. Al abrir se lleva una gran sorpresa, encontrándose con Suki sin el maquillaje de Guerrera que la caracteriza, las manos unidas por detrás y una mirada triste.

-Suki, ¿qué haces aquí...? Es decir, eh, no te esperaba...- Dice Sokka, sonrojándose y bajando la mirada también. Ya no sabe cómo tratar con ella. Aquel día en el hotel, él logró sentir que algo se había roto entre ambos y sabía que Suki no estaba ahí para darle buenas noticias.

-Hola Sokka, ¿puedo entrar?- Pregunta Suki con gran timidez.

-¿Eh? Eh, claro, claro pasa.- Responde Sokka rápidamente, abriendo un poco más la puerta.

Una vez con Suki dentro, dando sus primeros pasos sobre aquel suelo de madera, Sokka suelta un corto suspiro. Aquella casa en donde él creyó formaría una gran familia con ella. Realmente la ama y le duele en lo que se ha convertido su relación, pero él no ha podido hacer nada con la distanciada Guerrera que, poco a poco ha ido descubriendo que la magia dejó de existir.

-Es muy linda... me recuerda mucho a la Tribu Agua.- Dice Suki con voz rasposa.

-Eh, sí... quise decorarla así para recordar mi hogar.- Contesta Sokka, cerrando y siguiéndola a la sala, en donde ambos se quedan de pie frente a la chimenea. –Y, ¿has estado bien?

-¡Muy bien, de hecho!- Se apura en contestar ella, de inmediato sintiéndose culpable por haber dicho eso tan emocionada, una vez ve la expresión de Sokka desmoronarse. –Eh... yo...

-No, está bien. Nuestras vidas han cambiado, me alegro que seas feliz.- Le dice él.

-¿Y tú? ¿Cómo te trata la vida en Ciudad República?- Le pregunta Suki, sonriendo.

-Cada día me torturo en el trabajo y cada noche doy vueltas en la cama, pensando qué hice mal y por qué ya no quisiste estar a mi lado.- Le confiesa Sokka de repente, perdido en la nada.

-Sokka, yo...- Intenta explicarle ella, pero sus ojos se humedecen al instante. –Perdón...

-¿Es eso todo lo que me dirás después de años de ausencia? Te he esperado mucho tiempo, mi más grande anhelo era formar una familia, un hogar, junto a ti... Sigo aquí, como un idiota.

-No, Sokka, no eres un idiota.- Le frena ella, acercándose cautelosamente. –Si alguien ha tenido errores, he sido yo. Debí haber acabado con todo cuando comencé a sentir otras cosas, cuando comencé a distanciarme, pero no tuve el valor... más que una idiota, he sido una cobarde.

Un gran silencio se instala entre ambos. Suki ya no sabe qué decir para intentar remediar todos estos años que ha estado distanciada de Sokka, y en los cuales no le ha dejado ninguna explicación del por qué no deseaba vivir junto a él. Sokka entendió al principio que ella amaba su trabajo y se había apegado a la Familia de Zuko y Mai, ¿pero hacer eso toda una vida? ¿Por qué no pensó por un momento en su propia vida y en su propia familia?

-Dijiste que debiste acabar con esto cuando las cosas comenzaba a cambiar, ¿y ahora? ¿A eso has venido hoy? ¿A terminar con todo? Dime, ¿viniste a romperme el corazón?- Le enfrenta él, rompiendo en llanto y ocultando sus lágrimas bajo sus dos manos. –Lo siento...

-No, no tienes que pedir disculpas Sokka, yo soy la mala en esta historia. Jugué contigo como si no tuviese compasión, pero sí... es decir, soy compasiva contigo, por eso vine en persona. Pude enviar una carta y ausentarme a la inauguración de la estatua de Aang, pero no lo hice. Quise venir y enfrentarte para decirte que te amo muchísimo Sokka, pero esto no puede seguir así.

Avatar. Siempre JuntosWhere stories live. Discover now