Capítulo 18. Jefa Beifong

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Ha llegado un nuevo día en la Ciudad. Los primeros rayos del Sol ingresan e invaden cada rincón posible de la región, incluyendo el oscuro y apagado Palacio Real. El silencio conquistaba en aquella velada tranquila, cuando dos ventanas son abiertas de un empujón por una de las mucamas. Con una gran sonrisa en el rostro, agita un poco las cortinas y sale al exterior de un pequeño balcón techado, en donde observa todo el recinto protegido de la Residencia Imperial.

-Un nuevo y bello día, ¿verdad Noni?- Oye decir por detrás la mujer de bastantes canas, lo que le sorprende y exalta un poco. Volteándose rápidamente realiza una adecuada reverencia.

-Buenos días, Princesa Ursa. ¿Ha dormido bien, no quiere que le lleve el desayuno a la cama?

-Llévale el desayuno a quien esté en silla de ruedas, puedo hacerlo por mí misma.- Responde la agradable y sonriente mujer, cuando entonces el horizonte le cautiva y sus ojos se humedecen.

-El cielo es hermoso.- Comenta Noni mientras ve con cierta empatía a Su Majestad.

-Han pasado dos semanas, y sigo igual de mal. Nunca comprenderé por qué es que ha debido ser así. Alguien debió verla, debieron detenerla... ¿Cómo pudo desaparecer sin dejar rastro?

-Bueno, usted lo hizo por más de cuatro años...- Le responde sutilmente la mucama de avanzada edad, posicionándose junto a la mujer de larga túnica rojiza y cabello castaño.

-Sí...- Responde por lo bajo, cuando entonces su cabeza se ilumina. -¡Es eso! ¡Por eso se fugó del mundo! Así como Ikem y yo lo hicimos, Azula debió de cambiar su rostro.- Exclama sorprendida.

-Pero Princesa Ursa, eso es demasiado descabellado. Azula es una mujer muy hermosa, incluso yo misma dudo que ella quiera cambiar su rostro.- Le dice Noni, tocando su hombro.

-Todo es posible... tengo que intentarlo. Ir y ver a ese espíritu otra vez.

-Bajo mi punto de vista eso no será de mucha ayuda. Sólo empeorará lo que ya han reconstruido como familia. Señora Ursa, es momento de aceptar que ustedes no pueden vivir juntas...

-¿Está tan mal lo que quiero, Noni? Quiero estar junto a mis hijos... tenerlos cerca, saber que están bien, y cuidarlos... ser una buena madre.

-Señora Ursa, usted ya es una buena madre, siempre lo ha dado todo para cuidar de sus hijos, y mire... ellos están bien, siguen vivos, soportaron el infierno que Ozai se ocupó de formar a su alrededor durante su exilio. Nunca vi a un chico tan fuerte como Zuko, o a una chica tan decidida como Azula. Sí, ha cometido errores, ¿pero quién no los comete a día de hoy?

>>Lo importante es que no se aferre a ellos y piense que pueden destruir el resto del camino. No pueden hacerlo, y sé que usted no quiere hacerlo. En usted reside el poder para impulsar el bien y el mal, y usted ha decidido siempre impulsar al bien, no lo arruine. Su vida depende de sus decisiones, pero las de sus hijos dependen de sus propias decisiones...

Sin querer escuchar o decir nada más Ursa se lanza sobre Noni, dándole un enorme abrazo que acompaña con un par de susurros que serían inentendibles para cualquier otro. Con sus ojos un tanto húmedos Ursa dirige su mirada una vez más al horizonte y, cuando toma una respiración un poco más calmada regresa al interior del Palacio Real.

Por su lado Noni retoma sus tareas en la gran casa, por lo que toma un plumero de un carrito de limpieza cercano y comienza a sacudirlo por cada reclinable presente en aquella terraza. Con una sonrisa dibujada en el rostro, Noni sabe bien que todo viene de bien a mejor para la Familia Real, aquella a la que comenzó a servir desde la época de Azulón y que espera sea para siempre.

Avatar. Siempre JuntosWhere stories live. Discover now