Capítulo 81. Sometidos (Inicio del Libro 6: El Caso Yakone)

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-Eh, claro. Si gusta tomar asiento y explicarme qué sucedió.- Le ofrece Ming amablemente.

-N-no p-puedo-o estar mucho tiempo. Siento que alguien me s-s-siguió.- Tartamudea la mujer, mostrándose sumamente aterrada. –Tómeme la denuncia. Q-quiero irme-e ya.

-Si no me dice qué ocurrió, no puedo ayudarla.- Le dice Ming, confundida. –Por favor señora, tome asiento. ¿Ve a esos oficiales de allá? Aquí usted está a salvo.

-N-n-no... N-nadie, n-nadie-e está a s-salvo... No con ese loco fuera.

-¿De quién habla, señora? Por favor, tome asiento, dígame su nombre y qué le sucedió.

-No, no sé su nombre... pero es un demonio. ¡Me tomó, y me despojó de mi libertad!

-¿Qué? ¿Acaso la secuestraron? Por favor, todo será mejor si toma asiento, le doy agua y...

-¡No hay tiempo! ¡El fin está cerca si ese hombre sigue fuera! ¡Deben ir tras él!- Grita la mujer, terminando por llamar la atención de los oficiales custodios de la Recepción.

-Joven Ming, ¿todo se encuentra bien por aquí? Sentimos escándalo.- Dice un oficial alto y de piel blanca con ojos azules, acercándose hasta un lado de la mujer recién llegada.

-Creo que puedo controlar la situación...

-¡Ah! ¡No te me acerques! ¡Seguro eres uno de sus espías! Te enviaron para que me detengas, ¡¿verdad?! ¡Pues no lo harás!- Grita la mujer, pateando al oficial y empujándolo hacia atrás.

-¡Señora!- Llega a exclamar Ming, quedándose boquiabierta ante el ataque.

-¿Cómo se...? Suficiente, queda arrestada.- Dice el oficial, recuperándose de la patada.

Rápidamente el Oficial de Policía eleva sus dos brazos y extiende sus muñecas hacia delante, lanzando desde su cinturón dos cables que terminan por atrapar a la mujer y atar sus brazos.

-Tiene derecho a permanecer en silencio. Todo lo que diga puede y será usado en su contra en un tribunal de Justicia durante las siguientes 24 horas.- Le dicta el Oficial, en lo que la atrae hacia él y termina de encadenarla a unos pequeños grilletes.

-¡No lo entienden, no pueden hacerme esto! ¡He sufrido mucho en los últimos días, y todo por culpa de ese horrible sujeto que tomó control de mi cuerpo e hizo lo que quiso!- Grita la mujer, completamente sacada mientras se la llevan. -¡Tienen que creerme! ¡Eso fue Sangre Control!

Al gritar aquello el Oficial que la arrastraba fuera se detiene, con Ming levantando la mirada desde sus papeles y quedándose en completo silencio, inmóvil en su lugar.

. . .

Terminando de organizar varios papeles, El Oscuro reúne todos sus archivos y los guarda en su maletín, dejando el escritorio de Toph sin una sola hoja.

-Una vez el pedido pase por el Concejo todo estará más que listo para remodelar el Ala Oeste del edificio.- Le dice Moo-Che, suspirando. –Por fin tendremos un Ala Oeste decente.

-Ya era hora de que enviásemos una Orden a nuestro favor, ya que todo lo que se suele enviar tiene que ver con las mejoras a las prisiones. Esos malditos bandidos deberían pasar el resto de sus vidas encadenados boca abajo, y con grilletes en los testículos.- Comenta Toph.

-He de admitir que no esperaba palabras así de usted Jefa, pero contando que ya tiene 39 años de edad no me parecen para nada exageradas.- Le responde El Oscuro.

-Como siempre chico, no te entendí nada. Pero sí, me estoy poniendo vieja.- Le dice Toph, sonriendo y poniéndose en pie para despedirle de su despacho. –Dile a ese tonto que tienes como nuevo secretario que me traiga otro café. No dormí bien anoche por culpa de Su.

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