Capítulo 35. Adiós a un grande... (Inicio del Libro 3: Crecimiento)

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-¿Qué sucede?- Le pregunta Aang en voz baja, viendo con una pequeña sonrisa el abrazo de los dos hermanos del Polo Sur.

-Ha llegado este mensaje desde Omashu, atado en un halcón con cinta negra.- Le comunica el acólito. –Según las tradiciones del Reino Tierra eso solo significa una cosa...

-¿Qué significa?- Le pregunta Aang en lo que desenvuelve el pergamino y lee.

El acólito a su lado parece ser muy sensible pues ante la reacción de su líder se larga a llorar.

-No...- Dice Aang, llamando la atención de Toph. -¡NO!- Grita esta vez, sorprendiendo a Sokka y Katara, que rompen su abrazo y se ponen en pie, al igual que la Jefa de Policía. -¡Debe haber un error, no puede ser!- Grita Aang, sacudiendo al joven acólito.

-¡Aang, Aang! ¿Qué sucede?- Le pregunta Katara, corriendo hasta él.

-¡No! ¡No, no me lo creo! ¡Me niego a aceptar tal mentira!- Grita Aang, tirando el papel al suelo y marchándose muy molesto del comedor.

-¿Qué pasó Guss?- Le pregunta Katara, en lo que Sokka recoge el pergamino.

-Oh, esto es muy serio.- Dice Sokka con su tono de voz notoriamente más apagado.

Katara solo le mira sin saber muy bien qué ha pasado, y no es hasta cuando Sokka le enseña lo escrito que la Maestra Agua se cubre la boca por el asombro y sale corriendo en busca de su amado, quien ha desaparecido completamente de la zona. Sokka abraza desconsoladamente a Toph en lo que el acólito baja la mirada, muy apenado.

-Ha fallecido el Rey Bumi...- Dice Sokka a Toph, llorando en su hombro.

En los exteriores verdes de la Isla, Katara camina cerca de los barrancos buscando por todos lados a Aang, no le ha visto desde que el mismo salió corriendo del comedor hace ya una hora más o menos y le preocupa no encontrarlo antes de que anochezca. Finalmente logra oír un desconsolado llanto que le rompe el corazón, pero que le indica dónde está él. Pasando unos arbustos se encuentra con Aang abrazado a Momo, juntos están observando el horizonte. Ella ve el lugar y reconoce de inmediato que fue ahí mismo donde Aang le propuso matrimonio...

-Vete Katara, quiero estar solo.- Le pide Aang una vez divisa sus telas celestes.

-Entonces tendría que llevarme a Momo conmigo.- Le dice Katara, sentándose a su lado.

-Momo me entiende, ustedes no.- Suelta de repente. -¿Cómo pueden hacerme tal broma? Y lo peor es que estoy llorando y sufriendo como si me la creyese.

-Creo que estás llorando y sufriendo pues sabes bien que no es broma.- Le dice Katara.

-¡No me voy a creer que se ha ido! ¡Me niego a aceptarlo!- Grita Aang, enfadado.

-Cariño, es parte de la vida que este tipo de cosas sucedan. Te pido que te lo tomes con la más grande naturalidad, a todos nos llega el momento, y Bumi tenía 123 años. Duró mucho. Creo que en el fondo sabías bien que él no iba a ser eterno, nadie lo es. Incluso Pathik nos dejó. Por favor cariño, no niegues que ha pasado, así solo aumentará el dolor.- Le dice ella, abrazándolo.

-Me es muy difícil pensar que él ya no está.- Le dice Aang, llorando entre sus brazos. –No, no... él es mi amigo Katara, mi hermano, no pudo haberse ido.

-Sé que es difícil aceptarlo, a mí también me costaría mucho creer que algún día Sokka se irá, o que yo me iré antes... A nadie le gusta pensar en eso, pero no podemos evadirlo por siempre.

-Lo voy a extrañar mucho. Era un genio loco.- Dice Aang inundado por las lágrimas y mocos.

-Debes ser fuerte cariño... muy fuerte.- Le dice Katara, apretándolo en sus brazos.

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