Capítulo 21. La propuesta

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Por la siguiente media hora Aang y Katara caminan tranquilamente a través de toda la Isla. Él se ocupa de enseñarle todas las construcciones exteriores e interiores, se le ve realmente muy emocionado y eso a ella le encanta. Con su inteligencia y poder elemental Aang ha convertido una pequeña Isla abandonada en un inmenso cuerpo de tierra, le recuerda a Kyoshi...

Aang se parece a Kyoshi en este aspecto: se está ocupando por sí mismo de construir un bello y seguro lugar en donde él y su gente puedan vivir tranquilos, alejados y a la vez no de la civilización. La Isla ha sido situada a cercanías de otra un poco más pequeña, pero que según los rumores fue comprada por Industrias Tierra-Fuego, quién sabe para qué...

La ciudad en sí está llena de empresarios y pequeños negocios que buscan crecer y convertir a la metrópolis en la Capital Mundial de la Economía. En los últimos diez años han avanzado mucho en este sueño y están a punto de lograrlo. Con el padre de Toph, el tío de Satoru y el mismo Sokka todo el mundo está creciendo significativa y tecnológicamente.

Al principio a Katara no le agradaba todo esto, pero poco a poco se ha ido haciendo con la idea de que el mundo no puede quedarse atrás. Nuevas tecnologías como el radio-transmisor o el uso del aceite para vehículos de largo alcance han ido innovando allá por donde van. El mundo está creciendo y Katara observa que tanto ella como sus amigos también están creciendo...

-¡Bien, aquí es!- Oye decir por Aang, quien señala un pequeño acantilado.

Asomando un poco la vista la Maestro Agua observa que la caída es casi mortal, hay rocas muy puntiagudas en el fondo y las olas se agolpan y las golpean con gran brusquedad. No es uno de sus lugares favoritos de la Isla, no obstante Aang ha preferido que este lugar permanezca así, según él "le da ese sentimiento de gran altura, similar al de los Templos originales".

Girando un poco la mirada, Katara observa con detenimiento cómo hay una pequeña zona un poco más plana, en donde se ha colocado una gran alfombra de hojas otoñales, sobre ella una mesa redonda y dos sillas. Hay grandes antorchas clavadas en el suelo estratégicamente para que lo iluminen todo, están encendidas ya que el atardecer se aproxima.

Tomando un poco de aire y respirando profundamente, Katara siente con gran satisfacción la presencia de la Luna llena en lo alto del cielo. Se siente realmente poderosa y, en cierto punto estira sus brazos, dibujando un círculo imaginario y uniendo sus dos manos frente a su pecho. Dándose cuenta de que ha terminado por cerrar sus ojos los vuelve a abrir y se voltea...

-Eh... hola.- Le saluda Aang mientras ríe un poco.

-Discúlpame por ignorarte. No sé, creo fue un saludo inconsciente a Yue.- Comenta ella.

-No, no te disculpes... o sea, está bien. Yue se merece todos nuestros saludos.

-¿Qué tal si ella siguiese con nosotros? ¿Crees que ella y Sokka estarían juntos? Probablemente Sokka viviría entonces en la Tribu Agua del Norte, ¿te lo imaginas siendo Jefe Tribal allá?

-Sin dudas si Yue estuviese aquí sí que estarían juntos, ni Suki les podría separar...

-Hm... Suki.- Dice Katara con cierta molestia, cruzándose de brazos.

-¿Hay algo de lo que no me he enterado?- Pregunta Aang, sintiendo la molestia de su novia.

-Agh, nada... sólo me molesta que Sokka sea un chico tan bueno, sincero y divertido, y lo único que hace es perder años de felicidad con esa... esa.

-¿Hablas de Suki al decir "esa"? ¿Por qué Sokka perdería años con ella? Son pareja... sí, están distanciados, pero Suki tiene trabajo en la Nación del Fuego, ¿qué le hacemos a eso?

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