Me siento orgullosa de mí misma por no derrumbarme esta mañana—. Kathe , tengo una
reunión. Te llamaré.
Kathe: Bueno. ¿Estás bien?
Tn: Sí. —No—. Te llamo después, ¿vale?
Kathe: Vale, Tn, hazlo a tu manera. Estoy aquí para ti.
Tn: Lo sé —susurro y lucho contra la reacción de emociones por sus palabras amables. No voy a llorar. No voy a llorar.
Kathe: ¿Está Ray bien?
Tn: Sí —susurro la palabra.
Kathe: Oh, Tn —murmura. —No.
Tn/ Vale. Hablamos luego. —Sí.
*Fin de la llamada*
Durante el curso de la mañana, esporádicamente compruebo mis e-mails, esperando una palabra de Christopher. Pero no hay nada. Mientras el día va pasando, me doy cuenta de que no va a intentar conectar conmigo en absoluto y que todavía está enfadado. Bueno, todavía estoy enfadada también. Me meto en mi trabajo, parando sólo a la hora de la comida para queso cremoso y bollo de salmón. Es extraordinario cuánto mejor me siento una vez he comido algo. A las cinco en punto Sawyer y yo salimos para ir al hospital para ver a Ray. Sawyer está extra vigilante, e incluso sobre solícito. Es irritante. Mientras nos acercamos a la habitación de Ray, revolotea sobre mí.
Sawyer: ¿Debería traerle algo de té mientras visita a tu padre? —pregunta.
Tn: No gracias, Sawyer. Estaré bien.
Sawyer: Esperaré afuera. —Abre la puerta para mí, y estoy agradecida de librarme de él durante un momento. Ray está sentado en la cama leyendo una revista. Está afeitado, y lleva la parte de arriba de un pijama, se ve como su viejo yo.
Ray: Hey, nena. —Sonríe. Y su cara cae.
Tn: Oh, papi... —Corro a su lado, y en un movimiento muy inusual, abre sus brazos y me abraza.
Ray: ¿Nena? —murmura—. ¿Qué pasa? —Me sujeta firmemente y besa mi pelo. Mientras estoy en sus brazos, me doy cuenta de cuán raros estos momentos entre nosotros han sido. ¿Por qué es eso? ¿Es eso el por qué me gusta gatear en el regazo de Christopher? Después de un momento, me alejo de él y me siento en la silla al lado de la cama. La frente de Ray está fruncida con preocupación.
Ray: Cuéntaselo a tu viejo. — Sacudo la cabeza. No necesita mis problemas ahora mismo.
Tn: No es nada, papá. Tienes buen aspecto. —Agarro su mano.
Ray: Sintiéndome más como yo mismo, a pesar de que esta pierna escayolada es pucante.
Tn: ¿Pucante? —Sus palabras provocan mi sonrisa.
Me sonríe de vuelta.
Ray: Pucante suena mejor que picante.
Tn: Oh, papá, estoy tan contenta de que estés bien.
Ray: Yo también, Nena. Me gustaría balancear a algún nieto en esta rodilla pucante algún día.
— Parpadeo hacia él. Mierda. ¿Lo sabe? Y lucho contra las lágrimas que remuerden las esquinas de mis ojos.
Ray: ¿Están tú y Christopher llevándose bien?
Tn: Tuvimos una pelea —murmuro, intentando hablar a través del nudo de mi garganta—. Lo solucionaremos. — Asiente.
Ray: Es un buen hombre, tu marido —dice Ray de modo tranquilizador.
Tn: Tiene sus momentos. ¿Qué han dicho los doctores? —No quiero hablar de mi marido ahora mismo; él es un difícil tema de conversación... De vuelta en el departamento, Christopher no está en casa.
Sr J: Christopher llamó y dijo que va a estar trabajando hasta tarde —me informa la Sra. Jones excusándose.
Tn: Oh. Gracias por hacérmelo saber. —¿Por qué no me lo podía decir él? Dios, de verdad está llevando su mal humor a un nivel completamente nuevo. Me recuerda brevemente a la pelea sobre nuestros votos de boda y la gran pataleta que había tenido entonces. Pero soy la ofendida aquí.
Sr J: ¿Qué le gustaría para comer? —La señora Jones tiene un brillo determinado, férreo en sus ojos.
Tn: Pasta. — Sonríe.
Sr J: ¿Espaguetis, penne, fusilli?
Tn: Espagueti, tu boloñesa.
Sr J: Marchando. Y Tn... debería saber que el señor Vélez era sincero esta mañana cuando pensaba que te habías ido. Estaba muy apenado. —Sonríe con cariño. Oh... Todavía no ha llegado a casa a las nueve. Estoy sentada en mi escritorio en la biblioteca, preguntándome dónde está. Lo llamo.
*llamada*
Christopher: Tn —dice, su voz fría.
Tn: Hola. —Inhala suavemente.
Christopher: Hola —dice, con voz baja.
Tn: ¿Vas a venir a casa?
Christopher: Más tarde.
Tn: ¿Estás en la oficina?
Christopher: Sí. ¿Dónde esperabas que estuviera? —Con ella.
Tn: Te dejaré ir. — Los dos nos quedamos callados, el silencio estirándose y tensándose entre nosotros.
Christopher: Buenas noches, Tn —dice al final.
Tn: Buenas noches, Christopher.
*Cuelga.*
Oh mierda. Miro mi Celular. No sé qué espera él que haga. No le voy a dejar que me pisotee totalmente. Sí, está enfadado, bastante. Yo estoy enfadada. Pero estamos donde estamos. No he corrido indiscreta hacia mi ex amante pedófila. Quiero que sepa que ésa no es una forma aceptable de comportarse.
Me apoyo en el respaldo de la silla, mirando larga y fijamente a la mesa de billar de la biblioteca, y recuerdo momentos divertidos jugando al snooker. Pongo mi mano en mi estómago. Puede que simplemente sea demasiado pronto. Tal vez esto no está destinado a ser... Incluso mientras pienso en ello, mi subconsciente está gritando ¡no! Si termino este embarazo, nunca me perdonaré a mí misma, o a Christopher.
Tn: Oh, Blip, ¿qué nos has hecho?— No puedo afrontar hablar con Kathe. No puedo afrontar hablar con nadie. Le envío un mensaje, prometiendo llamar pronto. A las once, no puedo mantener más mis párpados abiertos. Resignada, me marcho a mi vieja habitación. Acurrucándome bajo el edredón nórdico, finalmente me dejo llevar, sollozando en mi almohada, grandes pesados sollozos de dolor nada propios de una dama... Mi cabeza está pesada cuando me levanto. Vigorizantes rayos de luz caen a través de las grandes ventanas de mi habitación. Mirando a la alarma veo que son las siete y media. Mi pensamiento inmediato es: ¿dónde está Christopher? Me levanto y balanceo fuera de la cama. En el suelo al lado de la cama está la corbata plateada gris de Christopher, mi favorita. No estaba ahí cuando me fui a la cama anoche. La levanto y la observo, acariciando el sedoso material entre mis pulgares e índices, después la acaricio contra mi mejilla. Ha estado aquí, mirándome dormir. Y un brillo de esperanza brilla dentro de mí.
La señora Jones está ocupada en la cocina cuando llego abajo.
Sr J: Buenos días —dice brillantemente,
Tn: Buenas. ¿Christopher? —pregunto. Su cara cae.
Sr J: Ya se ha ido.
Tn: ¿Así que ha venido a casa? —Necesito comprobarlo, incluso a pesar de que tengo su corbata como prueba.
Sr J: Sí que lo hizo —se detiene—. Tn, por favor perdóneme por hablar sin permiso, pero no lo abandone. Es un hombre cabezota. — Asiento y ella para. Estoy segura de que mi expresión le dice que no quiero discutir sobre mi marido errante ahora mismo. Cuando llego al trabajo, compruebo mis emails. Mi corazón salta cuando veo que hay uno de Christopher.
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De: Christopher Vélez.
Para: Tn Vélez.
Tn, Estoy volando a Portland hoy.
Tengo algunos negocios para concluir con WSU. Pensé que lo querrías saber.
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Oh. Lágrimas aparecen en mis ojos. ¿Es eso? Mi estómago se da la vuelta. ¡Mierda! Voy a estar enferma. Corro al baño de señoras y lo consigo justo a tiempo, depositando mi desayuno en el váter. Me hundo hasta el suelo del cubículo y pongo mi cabeza en las manos. ¿Podría ser más miserable? Después de un rato, hay un suave golpe en la puerta.
Hannah: ¿Tn? —Es Hannah. Mierda.
Tn: ¿Sí?
Hannah: ¿Estás bien?
Tn: Estaré fuera en un momento.
Hannah: Boyce Fox está aquí para verte. —Mierda.
Tn: Mételo en la sala de reuniones. Estaré ahí en un minuto.
Hannah: ¿Quieres un poco de té?
Tn: Por favor. — Después de mi comida, otro queso cremoso y bollo de salmón, los cuales consigo mantener en mi estómago, me siento mirando con indiferencia mi ordenador, buscando inspiración y preguntándome cómo Christopher y yo vamos a resolver este gran problema. Mi Celular vibra, haciéndome saltar. Miro a la pantalla, es Paola. Jesús, eso es todo lo que necesito, su efusividad y entusiasmo. Vacilo, preguntándome si podría solo ignorarla, pero la cortesía gana.
Tn: Paola — respondo alegremente.
Paola: Bueno, hola allí, Tn... cuanto tiempo sin hablar. — La voz masculina es familiar. ¡Mierda!
Mi cuero cabelludo se eriza y todo el pelo de mi cuerpo salta a la atención mientras la adrenalina inunda a través de mi sistema y mi mundo para de girar. Es Jack Hyde.
Tn: Jack. —Mi voz ha desaparecido, sofocada por el miedo. ¿Cómo salió de la cárcel? ¿Por qué tiene el teléfono de Paola? La sangre se drena de mi rostro, y me siento mareada.
Jack: Me recuerdas —dice, su tono suave. Siento su sonrisa amarga.
Tn: Sí. Por supuesto —respondo automáticamente mientras mi mente corre.
Jack: Probablemente te preguntarás por qué te llamo.
Tn: Sí. —Cuelga.
Jack: No cuelgues. He estado teniendo una charla con tu pequeña cuñada.— ¿Qué? ¡Paola! ¡No!
Paola: ¿Qué has hecho? —susurro, tratando de reprimir el miedo.
Jack: Escucha, tú, calienta pollas, perra excava oro. Tú jodiste mi vida. Vélez jodió mi vida. Me lo debes. Tengo a la pequeña perra conmigo ahora. Y tú, ese chupa pollas con el que te casaste, y su jodida familia, van a pagar. — El desprecio y mal genio de Jack me golpean. ¿Su familia? ¿Qué infiernos?
Tn: ¿Qué quieres?
Jack: Quiero su dinero. Realmente quiero su jodido dinero. Si las cosas fueran diferentes, podría haber sido mio. Así que vas a traerlo para mí. Quiero cinco millones de dólares, hoy.
Tn: Jack, no tengo acceso a esa cantidad de dinero.
—Resopla su desdén.
Jack: Tienes dos horas para traerlo. Así es; dos horas. No se le digas a nadie o esta pequeña perra lo pagará. No acudas a la policía. Ni al gilipollas de tu marido, ni a su equipo de seguridad. Lo sabré si lo haces. ¿Entiendes? — Se detiene y trato de responder, pero mi pánico y miedo sellan mi
garganta. —¡¿Entiendes?! —grita.
Tn: Sí —susurro.
Jack: O la mataré. — Jadeo. — Mantén tu teléfono contigo. No se lo digas a nadie o la violaré antes de matarla. Tienes dos horas.
Tn: Jack, necesito más tiempo. Tres horas. ¿Cómo sé que la tienes? — La línea muere. Boqueo con horror el teléfono, mi boca seca por el miedo, dejando el mal sabor metálico del terror. Paola, tiene a Paola. ¿O no? Mi mente zumba ante la obscena posibilidad, y me estómago se retuerce otra vez. Creo que voy a enfermar, pero inhalo profundamente, tratando de calmar mi pánico, y las náuseas pasan. Mi mente vuela a través de las posibilidades. ¿Decirle a Christopher? ¿Decirle a Mauricio? ¿Llamar a la policía? ¿Cómo lo sabrá Jack? ¿Realmente tiene a Paola? Necesito tiempo, tiempo para pensar, pero solo puedo lograrlo siguiendo sus instrucciones. Cojo mi bolso y me dirijo a la puerta.
Tn: Hannah, tengo que salir. No estoy segura de cuánto tiempo estaré fuera. Cancela mis citas de esta tarde. Hazle saber a Elizabeth que tengo que tratar con una emergencia.
Hannah: Seguro, Tn. ¿Todo bien? —Hannah frunce el ceño, la preocupación grabada en su rostro mientras me ve huir.
Tn: Sí —respondo distraídamente apresurándome hacia recepción donde Sawyer está esperando.
—Sawyer. —Se levanta de un salto del sillón al sonido de mi voz y frunce el ceño cuando ve mi rostro. —No me estoy sintiendo bien. Por favor, llévame a casa.
Sawyer: Seguro, señora. ¿Quiere esperar aquí mientras traigo el coche?
Tn: No, iré contigo. Tengo prisa por llegar a casa.
Miro por la ventana en absoluto terror, corriendo a través de mi plan. Ir a casa, cambiarme. Encontrar el talonario. Escapar de Ryan y Sawyer de algún modo. Ir al banco. Infiernos, ¿Cuánto espacio necesito para llevar cinco millones de dólares? ¿Pesará? ¿Necesito una maleta? ¿Debo llamar al banco por adelantado? Paola. Paola ¿Y qué si no tiene a Paola? ¿Cómo puedo verificarlo? Si llamo a Grace levantará sospechas, y posiblemente pondría en peligro a Paola. Él dijo que puede saberlo. Miro hacia afuera por la parte trasera del SUV. ¿Estoy siendo seguida? Mi corazón corre mientras examino los autos siguiéndonos. Se ven lo suficientemente inofensivos. Oh, Sawyer, conduce rápido. Por favor. Mis ojos se mueven para encontrar los suyos en el espejo retrovisor y su frente se arruga. Sawyer presiona un botón en sus audífonos Bluetooth para responder una llamada.
Sawyer: T... quería dejarte saber que la Sra. Velez está conmigo. —Los ojos de Sawyer encuentran los míos una vez más antes de volver la vista a la carretera y continuar—. No se siente bien. La llevo de vuelta a Escala... Ya veo... señor. — Los ojos de Sawyer se mueven de la carretera a los míos otra vez en el espejo retrovisor. —Si —acuerda, y cuelga.
Tn: ¿Mauricio? —susurro. Asiente. — ¿Está con el Sr. Vélez?
Sawyer: Sí, señora. —La mirada de Sawyer se suaviza en simpatía.
Tn: ¿Aún están en Portland?
Sawyer: Sí, señora. — Bien. Tengo que mantener a Christopher a salvo. Bajo la mano a mi tripa, y empiezo a frotarla distraídamente.
Tn: ¿Puedes darte prisa, por favor? No me estoy sintiendo bien.
Sawyer: Sí, señora. —Sawyer presiona el acelerador y el coche se desliza a través del tráfico. La señora Jones no se ve por ninguna parte cuando Sawyer y yo llegamos a departamento. Ya que su coche no está en el garaje, asumo que está haciendo recados con Ryan. Sawyer se dirige a la oficina de Mauricio....