Capítulo 104.

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Me siento orgullosa de mí misma por no derrumbarme esta mañana—. Kathe , tengo una
reunión. Te llamaré.

Kathe: Bueno. ¿Estás bien?

Tn:  Sí. —No—. Te llamo después, ¿vale?

Kathe: Vale, Tn, hazlo a tu manera. Estoy aquí para ti.

Tn: Lo sé —susurro y lucho contra la reacción de emociones por sus palabras amables. No voy a llorar. No voy a llorar.

Kathe: ¿Está Ray bien?

Tn: Sí —susurro la palabra.

Kathe: Oh, Tn —murmura. —No.

Tn/ Vale. Hablamos luego. —Sí.

*Fin de la llamada*

Durante el curso de la mañana, esporádicamente compruebo mis e-mails, esperando una palabra de Christopher. Pero no hay nada. Mientras el día va pasando, me doy cuenta de que no va a intentar conectar conmigo en absoluto y que todavía está enfadado. Bueno, todavía estoy enfadada también. Me meto en mi trabajo, parando sólo a la hora de la comida para queso cremoso y bollo de salmón. Es extraordinario cuánto mejor me siento una vez he comido algo. A las cinco en punto Sawyer y yo salimos para ir al hospital para ver a Ray. Sawyer está extra vigilante, e incluso sobre solícito. Es irritante. Mientras nos acercamos a la habitación de Ray, revolotea sobre mí.

Sawyer: ¿Debería traerle algo de té mientras visita a tu padre? —pregunta.

Tn: No gracias, Sawyer. Estaré bien.

Sawyer: Esperaré afuera. —Abre la puerta para mí, y estoy agradecida de librarme de él durante un momento. Ray está sentado en la cama leyendo una revista. Está afeitado, y lleva la parte de arriba de un pijama, se ve como su viejo yo.

Ray: Hey, nena. —Sonríe. Y su cara cae.

Tn: Oh, papi... —Corro a su lado, y en un movimiento muy inusual, abre sus brazos y me abraza.

Ray: ¿Nena? —murmura—. ¿Qué pasa? —Me sujeta firmemente y besa mi pelo. Mientras estoy en sus brazos, me doy cuenta de cuán raros estos momentos entre nosotros han sido. ¿Por qué es eso? ¿Es eso el por qué me gusta gatear en el regazo de Christopher? Después de un momento, me alejo de él y me siento en la silla al lado de la cama. La frente de Ray está fruncida con preocupación.

Ray: Cuéntaselo a tu viejo. — Sacudo la cabeza. No necesita mis problemas ahora mismo.

Tn: No es nada, papá. Tienes buen aspecto. —Agarro su mano.

Ray: Sintiéndome más como yo mismo, a pesar de que esta pierna escayolada es pucante.

Tn: ¿Pucante? —Sus palabras provocan mi sonrisa.
Me sonríe de vuelta.

Ray: Pucante suena mejor que picante.

Tn: Oh, papá, estoy tan contenta de que estés bien.

Ray: Yo también, Nena. Me gustaría balancear a algún nieto en esta rodilla pucante algún día.
— Parpadeo hacia él. Mierda. ¿Lo sabe? Y lucho contra las lágrimas que remuerden las esquinas de mis ojos.

Ray: ¿Están tú y Christopher llevándose bien?

Tn: Tuvimos una pelea —murmuro, intentando hablar a través del nudo de mi garganta—. Lo solucionaremos. — Asiente.

Ray: Es un buen hombre, tu marido —dice Ray de modo tranquilizador.

Tn: Tiene sus momentos. ¿Qué han dicho los doctores? —No quiero hablar de mi marido ahora mismo; él es un difícil tema de conversación... De vuelta en el departamento, Christopher no está en casa.

Mi esposo...el diablo. (Christopher Vélez y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora