Capítulo 108.

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Me mira boquiabierto y luego me frunce el ceño por un momento. —Está bien. — Lucho para sentarme.
—Tn, quédate quieta. Llamaré una enferma. —Rápidamente se pone de pie, alarmado, y se inclina por el timbre en la cabecera.

Tn: Por favor —susurro. ¿Por qué me duele en todas partes?—. Necesito levantarme. — Caray, me siento tan débil.

Christopher: ¿Por una vez harías lo que te dicen? —espeta, exasperado.

Tn: En verdad necesito orinar —digo con una voz áspera. Mi garganta y boca están tan secas. Una enferma entra en la habitación. Debe estar en sus cincuentas, aunque su cabello es negro azabache. Usa unos pendientes de perlas extralargos.

Enfermera: Sra. Vélez, bienvenida de nuevo. Le haré saber a la Dra. Bartley que está despierta. —Camina hacia mi cabecera—. Mi nombre es Dora. ¿Sabe dónde está?

Tn: Sí. Hospital. Necesito orinar. —Tiene un cateter.
¿Qué? Oh esto es asqueroso. Miro ansiosamente hacia Christopher y de nuevo a la enfermera. —Por favor. Quiero levantarme.

Enfermera: Sra. Vélez.

Tn: Por favor.

Christopher: Tn. — advierte Christopher. Lucho para sentarme una vez más.

Enfermera: Déjeme quitarle el catéter. Sr. Vélez estoy segura que a la Sra. Vélez le gustaría un poco de privacidad. —Mira deliberadamente hacia Christopher, echándolo.

Christopher: No me voy a ir a ninguna parte. —La mirada de vuelta.

Tn: Christopher, por favor —susurro, estirándome y agarrando su mano. Brevemente él la aprieta y luego me da una mirada exasperada—. Por favor —ruego.

Christopher: ¡Está bien! —espeta y pasa su mano por su cabello—. Tiene dos minutos —le dice entre dientes a la enfermera, y se inclina para sobar mi frente antes de darse la vuelta y dejar la habitación.
Christopher entra en la habitación dos minutos después mientras la Enfermera Nora me ayuda a salir de la cama. Estoy vestida en una delgada bata de hospital. No recuerdo ser desnudada.

Christopher: Déjeme llevarla —dice él y da zancadas hacia nosotras.

Enfermera: Sr. Vélez, puedo hacerlo —la Enfermera lo reprende. Él le dirige una mirada hostil.

Christopher: Demonios, ella es mi esposa. Yo la llevaré. —Lo dice entre dientes apretados mientras mueve el poste de intravenosa de su camino.

Enfermera: ¡Sr. Vélez! —protesta ella. Él la ignora, se inclina y gentilmente me levanta de la cama. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello, mi cuerpo quejándose. Dios, me duele todo. Me lleva al baño de la suite mientras la Enfermera Nora nos sigue, empujando el poste de intravenosa. — Sra. Vélez, estás demasiado delgada —murmura de manera desaprobatoria mientras gentilmente me pone de pie. Me balanceo. Mis piernas se sienten como gelatina. Christopher mueve el interruptor, y estoy momentareamente cegada por la lámpara fluorescente que suena y titila para encenderse.
—Siéntate antes de que te caigas —espeta, todavía sosteniéndome. Con indecisión, me siento en el retrete.

Tn: Vete. —Trato de que se vaya.

Christopher: No. Sólo haz pis, Tn. — ¿Esto podría ser más vergonzoso?

Tn: No puedo, no contigo aquí.

Christopher: Podrías caerte.

Enfermera: ¡Sr. Vélez! — Ambos ignoramos a la enfermera.

Tn: Por favor —ruego. Él alza sus manos en derrota.

Christopher: Me quedaré afuera con la puerta abierta. —Da unos cuantos pasos hacia atrás hasta que está justo afuera de la puerta con la enfermera enfadada.

Mi esposo...el diablo. (Christopher Vélez y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora