Capítulo 52.

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Sra J: ¿Puedo ayudarte en algo antes de que vayas a la cama? —pregunta ella y me doy cuenta de cuán hambrienta estoy.

Tn: Me encantaría algo para comer. — Ella sonríe ampliamente.

Sra J: ¿Sándwich y algo de leche? — Asiento con gratitud y ella se dirige a la cocina. Ryan está todavía con el Oficial Skinner. En el vestíbulo el Detective Clark está examinando el desastre fuera del ascensor. Parece pensativo, a pesar de su ceño fruncido. Y repentinamente siento nostalgia... nostalgia por Christopher. Sosteniendo mi cabeza entre mis manos, deseo fervientemente que estuviera aquí. Él sabría qué hacer. Qué noche. Quiero arrastrarme en su regazo, tenerlo sosteniéndome y diciéndome que me ama, incluso aunque no haga lo que me dice... pero eso no será posible hasta esta noche. Quiero a mi esposo. Lo extraño.

Sra J: Aquí tienes Tn, querida. —La Sra. Jones interrumpe mi agitación interna. Cuando levanto la mirada, me tiende un sándwich, le sonrío tímidamente.

Cuando me arrastro finalmente en la cama, me acurruco en el lado de Christopher, vestida con su camiseta. Su almohada y su camiseta huelen a él y mientras me quedo dormida le deseo silenciosamente un viaje seguro a casa... y buen humor.

***
Despierto con un respingo. Hay luz y me duele la cabeza, palpitando en mis sienes. Oh, no. Espero no tener una resaca. Con cautela, abro mis ojos y observo que la silla de la habitación se ha movido y Christopher está sentado en ella. Está usando su esmoquin y el extremo de su corbatín está asomándose fuera del bolsillo del pecho. Me pregunto si estoy soñando, su mano levantada hasta su barbilla y está pasando lentamente el dedo índice rítmicamente adelante y atrás sobre su labio inferior. En la luz de la temprana mañana, sus ojos queman con grave intensidad pero su expresión general es completamente ilegible.
Mi corazón casi se detiene. Él está aquí. ¿Cómo llegó aquí? Debe haber dejado Nueva York la noche pasada. ¿Cuánto tiempo ha estado aquí viéndome dormir?

Tn: Hola —susurro. Él me mira  fríamente y mi corazón tartamudea una vez más. Oh, no. El mueve su largo dedo lejos de su boca, bebe el resto de su bebida y coloca el vaso sobre la mesita de noche.

Christopher: Hola —dice finalmente, su voz muy baja. Y sé que todavía está molesto. Realmente molesto.

Tn: Estás de vuelta. —Podría parecer así.
Lentamente me siento sin quitar mis ojos de él. Mi boca está seca. —¿Cuánto tiempo has estado sentado ahí mirándome dormir?

Christopher:El suficiente.

Tn: Todavía estás enfadado. —Apenas puedo entablar las palabras. Mira hacia mí, como considerando su respuesta.

Christopher: Enfadado —dice, como si probara la palabra, sopesando sus matices, su significado—. No Tn. Estoy mucho, mucho más allá de enfadado.

Tn Mucho más allá de enfadado... eso no suena bien.— Me mira fijamente, completamente impasible y no responde. Un duro silencio se extiende entre nosotros. Me estiro hacia mi vaso de agua y tomo un sorbo. —Ryan atrapó a Jack —pruebo una táctica diferente y coloco mi vaso al lado del suyo en la mesita de noche.

Christopher: Lo sé —dice secamente.

Tn: ¿Vas a ser monosilábico por mucho tiempo? — Sus cejas se mueven fraccionalmente registrando su sorpresa como si no hubiera esperado esta pregunta.

Christopher: Sí —dice finalmente. — Oh... bien. ¿Qué hago? Defensa... la mejor forma de ataque.

Tn: Siento haber salido anoche.

Christopher: ¿Lo sientes?

Tn: No —murmuro después de una pausa, porque es la verdad.

Christopher: ¿Por qué decirlo entonces?

Tn: Porque no quiero que estés enfadado conmigo. — Él suspira pesadamente como si hubiera estado sosteniendo esta tensión por miles de horas, y pasa su mano a través de su cabello. Se ve hermoso. Enfadado, pero hermoso. Christopher está de vuelta, furioso, pero de vuelta.

Tn: Creo que el Detective Clark quiere hablar contigo.

Christopher: Estoy seguro de que lo hace.

Tn: Christopher, por favor...

Christopher: ¿Por favor qué?

Tn: No seas tan frío. — Sus cejas suben en sorpresa una vez más.

Christopher: Tn, frío no es lo que estoy sintiendo en este momento. Estoy ardiendo. Ardiendo con rabia. No sé cómo lidiar con estos... —Él ondea su mano buscando la palabra— sentimientos. —Su tono es amargo.

Oh, mierda. Su honestidad me desarma. Todo lo que quiero hacer es arrastrarme en su regazo. Es todo lo que he querido hacer desde que llegué a casa anoche. Al diablo con esto. Me muevo, tomándolo por sorpresa y subiendo en su regazo, donde me acurruco. Él no me aparta, que era a lo que le temía. Después de un latido, dobla sus brazos a mí alrededor y entierra su nariz en mi cabello. Huele a whisky. Por Dios, ¿cuánto bebió? Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y toco con la boca su garganta, y él suspira, una vez más, esta vez profundamente.

Mi esposo...el diablo. (Christopher Vélez y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora