Capítulo 115.

979 60 3
                                    

Apenas puedo respirar. ¿Quiero oír esto? Christopher cierra sus ojos y exhala. Cuando los abre otra vez, están brillantes pero diferentes, llenos de recuerdos inquietantes.

Christopher: Era un caluroso día de verano. Estaba trabajando duro. — Resopla y sacude su cabeza, repentinamente divertido —Era un trabajo agotador recogiendo escombros estaba por mi cuenta, y Ele... l a Sra. Lincoln apareció de la nada y me trajo algo de limonada. Intercambiamos algunas palabras, e hice alguna observación sarcástica... y ella me abofeteó. Me abofeteó muy fuerte. —
Inconcientemente su mano se movió a su rostro y acarició su mejilla, sus ojos nublándose ante el recuerdo. ¡Santa mierda!
— Pero entonces me besó. Y cuando terminó, me abofeteó otra vez. — Parpadeó, pareciendo aún confundido incluso después de todo este tiempo — Nunca había besado antes o había sido golpeado así. Oh. Ella se abalanzó. Sobre un niño. ¿Quieres oír esto? — pregunta Christopher. Sí ... No...

Tn: Solo si quieres contármelo. —Mi voz es pequeña mientras estoy recostada de cara a él, mi mente confundida.

Christopher: Estaba tratando de darte algo de contexto. —Asiento en lo que espero sea una forma alentadora. Pero sospecho que podría lucir como una estatua, congelada y con los ojos abiertos en shock. Frunce el ceño, sus ojos buscando los míos, tratando de evaluar mi reacción. Entonces se gira sobre su espalda y mira hacia arriba al techo. — Bien, naturalmente, estaba confundido y enfadado y caliente como el infierno. Quiero decir, una caliente mujer mayor viene sobre ti de esa
forma... — sacude su cabeza como si aún no pudiera creerlo. ¿Caliente? Me siento mareada.

Christopher: Ella volvió a entrar en la casa dejándome en el patio trasero. Actuó como si nada hubiera pasado. Estaba totalmente perdido. Entonces regresé al trabajo, cargando los escombros en el contenedor de basura. Cuando me fui aquella tarde, me preguntó si podía regresar el día siguiente. Ella no mencionó lo que había pasado. Entonces al día siguiente regresé. No podía esperar para verla de nuevo — susurró como si fuera una confesión oscura... porque francamente, lo era. — Ella no me tocó cuando me besó — murmuró y giró su cabeza para mirarme—. Tienes que entender... mi vida era un infierno sobre la tierra. Fue duro, con quince años, alto para mi edad, las hormonas corriendo. Las chicas en la escuela... — se detuvo, pero había captado el esquema: un marcado, solitario, pero atractivo adolescente. Mi corazón se retorció. — Estaba enfadado, tan jodidamente enfadado con todos, conmigo, con mis padres. No tenía amigos. Mi terapeuta en aquel momento era un total asno. Mis padres, me mantenían bajo un apretado control; no entendían. — Miró de vuelta al techo y pasó una mano a través de su cabello. Mis dedos picaban por pasar mis dedos por su cabello, también, pero me quedé quieta. — No podía soportar que nadie me tocara. No podía. No podía soportar que nadie se me acercara. Solía pelear... joder, yo peleaba. Me metí en algunas peleas espantosas. Fui expulsado de un par de escuelas. Pero era una manera de desahogarme. De tolerar alguna clase de contacto físico. — Se detuvo otra vez —
. Bien, te das una idea. Y cuando ella me besó, sólo agarró mi rostro. No me tocó. — Su voz es apenas audible. Ella debía saberlo. Quizás Grace se lo había dicho. Oh, mi pobre Diablito
. Tengo que juntar mis manos por debajo de mi almohada y descansar mi cabeza sobre ella en ese orden, para resistir la urgencia de sostenerlo. — Bien, al día siguiente regresé a la casa si saber qué esperar. Y te voy a ahorrar los detalles escabrosos, pero fue más de lo mismo. Y así fue como comenzó nuestra relación. —Oh, joder, esto es doloroso de oír. Se giró otra vez sobre un lado para encararme — ¿Y sabes algo, Tn? Mi mundo se enfocó. Nítido y claro. Todo. Era exactamente lo que necesitaba. Ella era un respiro de aire fresco. Tomando las decisiones, llevándose toda esa mierda de mí, dejándome respirar. E incluso cuando se acabó, mi mundo se quedó enfocado por ella. Y se quedó de ese modo hasta que te conocí.— ¿Qué infiernos se supone que debo decir a eso? Tentativamente, colocó un mechón de pelo detrás de mi oreja.
— Pusiste mi mundo de boca abajo.— Cerró sus ojos, y cuando los abrió otra vez, eran crudos — Mi mundo era ordenado, tranquilo y controlado, entonces entraste en mi vida con tu boca rápida, tu inocencia, tu hermosura, y tu tranquila temeridad... y todo antes de ti fue simplemente aburrido, vacío, mediocre... fue nada. —Oh, mi Dios.

Christopher: Me enamoré — susurra. Dejo de respirar. Acaricia mi mejilla.

Mi esposo...el diablo. (Christopher Vélez y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora