Capítulo 91.

1.6K 66 3
                                    

Mi coche se maneja como un sueño, y mientras llegamos a la I-5, sutilmente pongo mi pie en el suelo, lo que nos obliga a ambos a estar de nuevo en nuestros asientos.

Christopher: Tranquila, nena —advierte Chris. Mientras nos dirigimos de regreso a Portland, una idea se me ocurre.

Tn: ¿Has planeado almorzar? —le pregunto a Christopher tentativamente.

Christopher: No. ¿Tienes hambre? —Suena esperanzador.

Tn: Sí.

Christopher: ¿A dónde quieres ir? Es tu día, Tn.

Tn; Conozco justo el lugar. — Me pongo cerca de la galería donde Austin exhibió su obra y me estaciono justo afuera del restaurante "Le Picotin" a donde fuimos después de la exposición de Austin.
Christopher sonríe.

Christopher: Por un minuto pensé que me ibas a llevar a ese horrible bar donde me llamaste borracha.

Tn: ¿Por qué iba a hacer eso?

Christopher: Para comprobar que las azaleas todavía están vivas. —Él arquea una ceja sardónica.
Me sonrojo.

Tn: ¡No me lo recuerdes! Además... todavía me llevaste a tu habitación de hotel. —Sonrío.

Christopher: La mejor decisión que he tomado —dice, con los ojos suaves y cálidos.

Tn: Sí. Lo fue. —Me inclino y lo beso.

Christopher: ¿Crees que ese hijo de puta arrogante todavía está esperando en las mesas?

Tn: ¿Arrogante? Pensé que estaba bien.

Christopher: Estaba tratando de impresionarte.

Tn: Bueno, tuvo éxito. —La boca de Christopher gira con divertida repugnancia. —¿Vamos a ir a ver? —ofrezco.

Christopher: Adelante, Sra. Vélez. —Después del almuerzo y un rápido desvío a Heathman para recoger la laptop de Christopher, regresamos al hospital. Me paso la tarde con Ray, leyendo en voz alta uno de los manuscritos que he enviado. Mi único acompañamiento es el sonido de la maquinaria manteniéndolo vivo, manteniéndolo conmigo. Ahora que sé que está haciendo progresos, puedo respirar un poco más fácil y relajarme. Estoy esperanzada. Sólo necesita tiempo para recuperarse. Tengo tiempo, yo puedo darle eso. Me pregunto de brazos cruzados si debería intentar llamar a mamá otra vez, pero decido hacerlo más tarde. Sostengo la mano de Ray holgadamente mientras le leo, apretándola de vez en cuando, deseando que esté bien. Sus dedos se sienten suaves y calientes por debajo de mi tacto. Él todavía tiene la huella en su dedo donde llevaba su anillo de boda, incluso después de todo este tiempo.
Una o dos horas más tarde, no sé cuánto tiempo, echo un vistazo para ver a Christopher, laptop en la mano, de pie al final de la cama de Ray con la enfermera Kellie.

Christopher: Es hora de irse, Tn. — Oh. Aprieto la mano de Ray con fuerza. No quiero dejarlo. —Quiero alimentarte. Ven. Ya es tarde. —Christopher suena insistente.

Enfermera: Estoy a punto de darle un baño de esponja al señor ————— —dice la enfermera Kellie.

Tn: Está bien —concedo—. Estaremos de vuelta mañana por la mañana. — Beso a Ray en la mejilla, sintiendo su no familiar barba bajo mis labios. No
me gusta eso. Mantente cada vez mejor, papi. Te amo.

Christopher: Pensé que podíamos a comer a la planta baja. En una habitación privada —dice Chris, un brillo en sus ojos mientras abre la puerta a nuestra suite.

Tn; ¿En serio? ¿Finalmente terminarás lo que empezaste hace unos meses?. — Él sonríe.

Christopher: Si tienes mucha suerte, Sra. Vélez.
Yo me río.

Tn: Christopher, no tengo nada elegante que ponerme. — Él sonríe, extiende la mano y me lleva al dormitorio. Abre el armario para revelar una gran bolsa blanca de vestido colgando dentro.—¿Mauricio? —pregunto.

Christopher: Christopher—responde, contundente y herido a la vez. Su tono me hace reír. Bajando la cremallera de la bolsa, encuentro un vestido de satén azul marino y lo saco. Es precioso, equipado con finos tirantes. Se ve pequeño.

Tn: Es precioso. Gracias. Espero que me quede bien.

Christopher: Lo hará —dice con confianza—. Y aquí —recoge una caja de zapatos—, zapatos a juego. —Él me da una sonrisa lobuna.

Tn: Piensas en todo. Gracias. —Me estiro hacia arriba y lo beso.

Christopher: Lo hago. —Me da otra bolsa. Miro hacia él con curiosidad. Dentro un traje negro sin tirantes con un panel central de encaje. Él acaricia mi rostro, inclina mi mentón, y me besa. — Estoy ansioso de sacarte esto más tarde.

Recién salida de mi baño, lavada, afeitada y sintiéndome mimada, me siento en el borde de la cama y pongo en marcha el secador de pelo. Christopher se pasea en el dormitorio. Creo que ha estado trabajando.

Christopher: Ven, déjame —dice, señalando la silla delante del tocador.

Tn: ¿Secarme el pelo?.— Asiente con la cabeza. Cierro los ojos ante él.

Christopher: Ven —dice, mirándome fijamente. Conozco esa expresión, y la conozco muy bien como para desobedecer. Lenta y metódicamente, seca mi pelo, un mechón a la vez. Obviamente, ha hecho esto antes... a menudo.

Tn: No eres nuevo en esto —me quejo. Su sonrisa se refleja en el espejo, pero no dice nada y sigue con el cepillo por mi pelo. Hmm... Es muy relajante.
Cuando entramos en el ascensor de camino a la cena, no estamos solos. Christopher se ve delicioso, con su camisa de firma de lino blanca, jeans negros y una chaqueta. Sin corbata. Las dos mujeres dentro disparan miradas de admiración hacía él y menos generosas en mí. Escondo mi sonrisa. Sí, señoras, es mío. Christopher toma mi mano y tira de mí más cerca mientras viajamos en silencio hasta el nivel de entresuelo. Está ocupado, lleno de gente vestida de noche, sentados alrededor charlando y bebiendo, comenzando su noche de sábado. Estoy agradecida de encajar. El vestido me abraza, deslizándose sobre mis curvas y lo mantiene todo en su lugar. Tengo que decirlo, me siento... atractiva con lo que llevo. Sé que Christopher lo aprueba. En un primer momento, creo que vamos hacia el comedor privado donde discutimos por primera vez, pero me lleva más allá de esa puerta y en el otro extremo se abre la puerta a otra habitación con paneles de madera.

—¡Sorpresa! .—¡Oh, por Dios! Kathe y Elliot, Ethan y Mia, Carrick y Grace, el Sr. Rodríguez y Austin, y mi madre y Bob están todos ahí alzando sus copas. Me quedo boquiabierta ante ellos, sin palabras. ¿Cómo? ¿Cuándo? Me giro con consternación hacía Christopher, y me aprieta la mano. Mi madre se adelanta y envuelve sus brazos alrededor de mí. ¡Oh, mamá!

Mamá: Cariño, te ves hermosa. Feliz cumpleaños.

Tn: ¡Mamá! —chillo abrazándola. Oh, mami. Las lágrimas caen por mi rostro a pesar de la audiencia, y entierro mi cara en su cuello.

Mamá: Cariño, querida. No llores. Ray va a estar bien. Él es un hombre fuerte. No llores. No en el día de tu cumpleaños. —Su voz se quiebra, pero mantiene la compostura. Agarra mi cara entre sus manos y con los pulgares enjuga las lágrimas.

Tn: Creí que te habías olvidado.

Mamá: ¡Oh, Tn! ¿Cómo podría? Diecisiete horas de parto no es algo que olvidamos con facilidad. —Me río a través de mis lágrimas, y ella sonríe. —Seca tus ojos, cariño. Hay mucha gente que está aquí para compartir tu día especial. —Sollocé, sin querer mirar a nadie más en la habitación, avergonzada y muy contenta de que todo el mundo haya hecho tanto esfuerzo para venir a verme.

Tn: ¿Cómo has llegado hasta aquí? ¿Cuándo llegaste?

Mamá: Tu marido envió a su avión, querida. —Ella sonríe, impresionada. Y yo me río.

Tn: Gracias por venir, mamá. —Me limpia la nariz con un pañuelo como sólo una madre lo haría —¡Mamá! —la regaño, componiéndome a mí misma.

Mamá: Eso está mejor. Feliz cumpleaños, cariño. —Ella se hace a un lado mientras todo el mundo se alinea para abrazarme y desearme feliz cumpleaños.

Grace: Lo está haciendo bien, Tn. El Dr. Sluder es uno de los mejores en el país. Feliz cumpleaños, ángel. —Grace me abraza.

Mi esposo...el diablo. (Christopher Vélez y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora