Capítulo 70.

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El suelo y las paredes vibran con la música latiendo en la pista de baile bajo el bar y las luces giran y se encienden y se apagan. En mi estado embriagador, pienso ociosamente que es la pesadilla de un epiléptico. La señorita-pantalones-sexys nos conduce a una mesa en la esquina que ha sido acordonada. Está cerca a la barra con acceso a la pista de baile. Claramente los mejores asientos del lugar.

Xxx: En breve vendrá alguien a tomar sus pedidos. —Nos da su sonrisa llena de megavatios y, con una última agitación de pestañas hacia mi marido, camina dándose aires por donde vino. Paola ya está saltando de un pie al otro, ansiosa de ir a la pista de baile y Ethan se compadece de ella.

Christopher: ¿Champagne? —pregunta Christopher mientras se dirigen hacia la pista de baile. Ethan le levanta los pulgares y Mia asiente entusiasmada.
Kathe y Elliot se sientan en los suaves asientos de terciopelo, dándose la mano. Parecen tan felices, sus rasgos suaves y radiantes en el brillo parpadeante de las velas en recipientes de cristal en la mesa baja. Christopher me hace una seña para que me siente y yo me escabullo al lado de Kathe. Él se sienta a mi lado y con inquietud examinando el lugar.

Tn: Muéstrame el anillo. —Levanto la voz sobre la música. Estaré afónica para cuando nos vayamos. Kathe me sonríe y levanta su mano. El anillo es exquisito, con pequeños diamantes en todos lados. Tiene una apariencia retro victoriana. —Es hermoso.— Kathe asiente con placer y se estira, apretando el muslo de Elliot. Él se acerca y la besa.

Tn:Consíganse un cuarto —les digo repitiendo lo que Elliot dijo en el avión. Elliot sonríe. Una mujer joven con corto cabello negro y una sonrisa traviesa, usando los minishorts reglamentarios, viene a tomar nuestro pedido.

Christopher: ¿Qué quieren para beber? —pregunta Chris.

Elliot: No vas a pagar la cuenta de esto también —se queja Elliot.

Christopher: No empieces con eso—dice Chris suavemente.
A pesar de las objeciones de Kathe, Elliot y Ethan, Christopher paga la bebida que acabamos de consumir. Él simplemente los rechazó y no escuchó de nadie más pagando. Lo miré con amor. Mi Esposo diablo... siempre al control.
Elliot abre su boca para decir algo pero, sabiamente quizás, la vuelve a cerrar.

Elliot: Tomaré una cerveza —dice.

Christopher: ¿Kathe? —pregunta.

Kathe: Más champagne, por favor. El Cristal es delicioso, pero estoy segura de que Ethan preferirá una cerveza. —Le sonríe dulcemente, sí, dulcemente, a Christopher. Está incandescente de felicidad. Lo siento irradiando de ella y es un placer deleitarse en su alegría.

Christopher: ¿Tn?

Tn: Champagne, por favor.

Christopher: Una botella de Cristal, tres cervezas y una botella de agua mineral fría, seis copas —dice en su usual forma cocheritaria, sensata.

Xxx: Gracias, señor. Vienen inmediatamente. —La señorita-minishorts- número-dos le da una sonrisa amable, pero él se ahorra el revoloteo de sus pestañas, aunque sus mejillas se sonrojan un poco.
Sacudo mi cabeza con resignación. Es mío.

Christopher: ¿Qué? —me pregunta.

Tn: No te agitó sus pestañas. —Sonrío con satisfacción.

Christopher: Oh. ¿Debía hacerlo? —pregunta, fallando en esconder su alegría.

Tn: Las mujeres normalmente lo hacen. —Mi tono es irónico. Él sonríe.

Christopher: Sra. Vélez  ¿está celosa?

Tn: Ni lo más mínimo. —Le hago un mohín. Y me doy cuenta en ese momento que estoy empezando a tolerar que las mujeres se coman con los ojos a mi marido. Casi. Christopher une mis manos y besa mis nudillos.

Christopher: No tiene nada de que estar celosa, Sra. Vélez—murmura cerca de mi oído, su aliento haciéndome cosquillas.

Tn: Lo sé.

Christopher: Bien. — La camarera regresa y momentos después estoy bebiendo otra copa de champagne. —Toma. —Christopher me da una copa de agua—. Bebe esto. — Le frunzo el ceño y veo, más que escuchar, su suspiro. —Tres copas de vino blanco en la cena y dos de champagne, después de un daiquiri de fresa y dos copas de Frascati en el almuerzo. Bebe. Ahora, Tn.

¿Cómo sabe de los cócteles en la tarde? Le frunzo el ceño. ¡Claro!. Tomando la copa de agua, la bebo de la manera menos elegante para registrar mi protesta ante que me digan lo que tengo que hacer... de nuevo. Me limpio la boca con el dorso de la mano.

Christopher: Buena chica —dice, sonriendo—. Ya me has vomitado una vez. No quiero experimentar ese apuro de nuevo.

Tn: No sé de qué te estás quejando. Conseguiste dormir conmigo. — Él sonríe y sus ojos se suavizan.

Christopher: Sí, lo hice. — Ethan y Mia están de regreso.

Paola: Ethan tuvo suficiente por ahora. Vamos, chicas. Poner una pose, lanzar algunas formas y bajar las calorías del mousse de chocolate. —Kathe se levanta inmediatamente. —¿Vienes? —le pregunta a Elliot.

Elliot: Déjame mirarte —dice él. Y tengo que mirar a otro lado rápido, sonrojándome ante la mirada que le da. Ella sonríe cuando me paro.

Tn: Voy a quemar algunas calorías —digo, y agachándome susurro en el oído de Christopher —: Tú puedes mirarme.

Christopher: No te inclines —gruñe.

Tn: Está bien. —Me paro bruscamente. ¡Whoa! Mi cabeza gira y me agarro del hombro de Christopher cuando el lugar se mueve y se inclina un poco.

Christopher: Tal vez deberías tomar más agua —murmura Christopher, con una clara advertencia en su voz.

Tn: Estoy bien. Estos asientos son muy bajos y mis zapatos muy altos.

Kathe toma mi mano y respirando hondo la sigo a ella y a Paola, perfectamente serena, a la pista de baile. La música está vibrando, un ritmo tecno con una base aplastante de bajo. La pista de baile no está llena, lo que significa que tenemos un poco de espacio. La mezcla es ecléctica, tanto jóvenes como viejos bailando toda la noche. Nunca he sido una buena bailarina. De hecho, sólo bailo desde que estoy con Christopher. Kathe me abraza.

Kathe: Estoy tan feliz —grita por encima de la música y empieza a bailar. Paola está haciendo lo que hace Paola, sonriéndonos a nosotras dos, lanzándose alrededor. Jesús, está ocupando mucho espacio en la pista de baile. Echo otro vistazo a la mesa. Nuestros hombres nos están mirando. Empiezo a moverme. Es un ritmo pulsante. Cierro mis ojos y me rindo a él. Abro los ojos para encontrar la pista de baile llenándose. Kathe, Paola y yo somos obligadas a acercarnos. Y para mi sorpresa descubro que en realidad estoy disfrutando. Comienzo a moverme un poco más... audazmente. Kathe me levanta los dos pulgares y yo le sonrío.

Mi esposo...el diablo. (Christopher Vélez y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora